¿Consecuencias de vivir en el espacio? Cómo sería compartir aventuras con el mandaloriano en el universo de Star Wars  

Mando y Grogu en la tercera temporada de 'The Mandalorian'
Mando y Grogu en la tercera temporada de 'The Mandalorian'
Cinemanía
Mando y Grogu en la tercera temporada de 'The Mandalorian'
Garuna Effect nos cuenta cómo sería vivir en el universo de Star Wars

Los seres humanos somos soñadores por naturaleza, nos deleitamos imaginando aquellos horizontes a los que todavía no hemos podido llegar, y la ambición, curiosidad, van creciendo hasta situarlos como objetivos de nuestras cruzadas.

Porque sí, la humanidad también es conquistadora, para bien o para mal. Ha ocurrido numerosas veces a lo largo de la Historia: las interminables travesías transoceánicas de nuestros ancestros que propiciaron el descubrimiento de nuevos continentes; nuestras ansias de conquistar los picos más altos del planeta o las fosas más profundas del mar en busca de tesoros y criaturas desconocidas; la llegada a la Luna… Y este afán sigue muy vivo en el presente a través de la carrera espacial. Buscamos conocer lo que hay más allá de nuestra propia realidad, nuestro planeta. ¿Existen sistemas planetarios similares al nuestro? ¿Habrá vida en otros lugares? ¿Seremos capaces de visitar estos lugares como ahora somos capaces de recorrer nuestro propio mundo en tan solo unas horas? Y es que cruzar el globo apenas unos cientos de años atrás se antojaba una empresa ardua y costosa, lo que ahora está a la orden del día con el avance moderno de la tecnología y los transportes. ¿Llegaremos a este nivel en nuestros viajes espaciales?

Son justamente estos deseos los que alimentan nuestra imaginación y nutren la fantasía de obras de ciencia ficción de temática espacial: Star Trek, Interestelar, Guardianes de la Galaxia, Avatar; otras más oscuras como Alien, Predator; o infantiles como Planeta 51, Lightyear, etc. Las hay de todos los gustos y colores, y es que nos encanta el espacio. Pero si vamos a hablar del espacio, y de lo que supone aventurarnos en él, lo vamos a hacer de la mano de la saga espacial por excelencia: Star Wars.

Star Wars, conocida en español como La Guerra de las Galaxias, inicia su andadura de la mano del cineasta George Lucas en la década de los 70, y lejos de caer en el olvido, esta saga se ha ido adaptando a las nuevas generaciones ampliando su universo y su elenco de personajes protagonistas.

Pedro Pascal, salvando el mundo y la galaxia entera si hace falta

Siguiendo los pasos de los icónicos Han Solo (Harrison Ford), Luke Skywalker (Mark Hamill), la princesa Leia (Carrie Fisher) y, posteriormente, de Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor), actualmente la estrella indiscutible de la saga Star Wars es El Mandaloriano, del cual Disney + acaba de estrenar su tercera temporada. Din Djarin, aka "Mando", está interpretado por Pedro Pascal, cuya carrera profesional se encuentra en notable auge últimamente; lo mismo te salva de un apocalipsis zombie, que te saca una comedia con Nicolas Cage o te reorganiza una galaxia entera.

En El Mandaloriano, acompañamos a Mando y al adorable Grogu, más conocido como Baby Yoda por ser de la misma especie que el poderoso jedi, en su aventura galáctica, saltando de planeta en planeta.

Esta suele ser la tónica general de los protagonistas de la saga, una vida errática a bordo de su nave espacial, con la cual viajan a través del hiperespacio, visitando un sin fin de planetas, como si de excursiones de colegio se tratara.

Parece emocionante. Sin duda lo es. Y sin duda también esta vida espacial es mucho más "cómoda" que la que tienen los astronautas de verdad. Y es que estamos en plena conquista del universo y vivir en naves flotando en el espacio ya es una realidad. Solo que es una realidad a la que los humanos no estamos adaptados, por lo que nos puede pasar factura.

Efectos de los viajes espaciales en el ser humano

La humanidad se encuentra fisiológicamente adaptada a vivir en el planeta Tierra; es el lugar en el que hemos ido evolucionando hasta formarnos como los seres que somos hoy día. Por ello, cuando cambiamos drásticamente de condiciones ambientales nuestro cuerpo se puede ver afectado y nuestra salud seriamente alterada.

La condición que más nos afecta a las personas cuando salimos al espacio exterior es la falta de gravedad. La gravedad es la fuerza de atracción que ejerce nuestro planeta, y es el resultado de la distribución de la masa de la Tierra y de su movimiento de rotación (fuerza centrífuga), y se estima como una aceleración promedio de 9,8 m/s2 o, lo que es lo mismo, 9,8 N/kg.

Los cuatro astronautas que viajen a la EEI en el vuelo de hoy lo harán a bordo de una nave Crew-6 de SpaceX.
Cuatro astronautas a bordo de una nave Crew-6 de SpaceX.
NASA/Archivo

Imaginaos, todos nuestros sistemas, respiratorio, digestivo, cardiaco, funcionando en consonancia con la gravedad terrestre. Es decir, todos ellos están adaptados para convivir con esta fuerza gravitatoria, y en algunos casos incluso contrarrestarla, como nuestro sistema circulatorio, que empuja la sangre con la fuerza del bombeo de nuestro corazón incluso en contra de la gravedad. Por lo que si de repente nos encontramos en un ambiente en el que esta fuerza está ausente... ¿qué le ocurre a nuestro cuerpo?. Vamos por partes.

Nuestro músculos sufrirán debilitamiento y, de prolongarse esta situación a medio-largo plazo, atrofia muscular. ¿Por qué? Porque como hemos dicho anteriormente, y aunque a simple vista no nos demos cuenta, nuestra musculatura está preparada para mover nuestro esqueleto a pesar de la gravedad, "luchando" contra ésta. Por lo que en el momento que deja de ser necesaria esta fuerza muscular, el tono muscular decae y se va perdiendo progresivamente.

Este debilitamiento muscular se aplica también al sistema circulatorio, ya que, nuevamente, deja de ser tan necesaria una fuerza de bombeo como la que "gastamos" en la Tierra, por lo que el músculo cardiaco también se vuelve más débil. Del mismo modo la producción de células sanguíneas también disminuye.

Sin embargo esta transición no ocurre de forma acompasada, sino que al inicio nuestros sistemas siguen la inercia de funcionamiento terrestre, por lo que tienden a trabajar más de la cuenta y envían nuestros fluidos hacia la parte superior de nuestro cuerpo, como si todavía estuviesen luchando contra la gravedad. Por ello aparecen síntomas de hinchazón en los astronautas, especialmente en rostro y tren superior.

Como consecuencia de esta redistribución de los fluidos también pueden darse alteraciones en los órganos sensoriales, apareciendo visión borrosa e incluso pudiendo llegar a perder el gusto y el olfato.

Aunque siempre se puede buscar el lado positivo; como posible ventaja podemos afirmar que la ausencia de gravedad nos permite crecer, ser más altos, incluso de adultos, ya que la falta de gravedad descomprime el tejido intervertebral.

Y como anécdota graciosa, que el movimiento alterado de los fluidos de nuestro cuerpo hace que los astronautas sufran muchas flatulencias.

¿Días de 90 minutos?

Pero la falta de gravedad no es el único hándicap al que los astronautas se enfrentan, y es que aunque no sea tan evidente, la alteración del ciclo día-noche tiene graves consecuencias.

En contraposición al ciclo normal de 24 horas de la Tierra, una estación espacial en órbita viaja en torno a unos 28.000 km/h alrededor de nuestro planeta, por lo que su ciclo luz-oscuridad se ve reducido hasta los 90 minutos. Lo cual también nos afecta, nos descoloca, descontrola nuestras funciones…

Y sumados, estos cambios, pueden derivar en alteraciones hormonales, del sueño, debilitamiento del sistema inmune, con el consecuente deterioro físico y mental que todo ello supone.

Y si todo esto no fuera ya de por sí suficiente, el propio espacio conforma un ambiente extremadamente hostil y potencialmente mortal, aunque silencioso e invisible. Estamos hablando de la radiación ionizante: rayos cósmicos, emulsiones solares (ultravioleta, rayos X, gamma), que pueden destruir, transformar y mutar nuestras células. Y es que sin la protección de nuestra atmósfera la posibilidad de aparición de cáncer y otras enfermedades se dispara.

Pedro Pascal no es el único actor que se encuentra bajo el casco de 'The Mandalorian'
Pedro Pascal en 'The Mandalorian'

Avances espaciales. Ficción vs realidad

¿Cómo es que no aparecen todos estos claros inconvenientes en las sagas de ciencia ficción? Únicamente algunas recreaciones se muestran realistas respecto a los pormenores espaciales, pero no son las más habituales y, desde luego, nada de esto se habla en sagas como la de Star Wars.

En este universo se apuesta más por la inmersión del público dentro de la trama a costa de sacrificar realismo; situaciones con las que la gente se pueda identificar: naves espaciales que hacen las veces de autocaravanas intergalácticas; bares y cantinas en cualquier planeta, aunque en ellas los músicos tengan ojos del tamaño de pelotas de tenis, y los camareros tentáculos en lugar de brazos.

De esta manera nos explicamos eso de que en esta galaxia muy muy lejana todos y cada uno de los planetas que se visitan tengan la misma gravedad, la atmósfera sea respirable, el paso del tiempo sea similar; es decir, tienen una dinámica y funcionamiento muy "terrícolas" para que el espectador se traslade fácilmente a la acción.

Y es que el análisis de los escenarios de Star Wars daría para un artículo en sí mismo y, por otro lado, sin este tipo de licencias no habríamos podido disfrutar del momentazo en el que El Mandaloriano por fin se quita el casco y el fabuloso Pedro Pascal se deja ver por su adorable pequeñín verde. Con esa escena sí que tocamos las estrellas. 

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