Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La guerra que viene

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dirige a la nación durante su discurso anual.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dirige a la nación.
.M.METZEL / KREMLIN POOL / EFE
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dirige a la nación durante su discurso anual.

Las perspectivas de que la guerra entre Rusia y Ucrania, que estos días cumple un año, están lejos de mostrar algún síntoma de terminar. La conmemoración está anticipando que se alargará y, lo que es peor, que se agravará. La arriesgada e inesperada visita que hizo el ayer el presidente Joe Biden a Kiev fue un estímulo para el Gobierno de Zelenski y los combatientes ucranianos, pero veinticuatro horas después todo permite anticipar que está sirviendo para encender aún más la tensión internacional que el conflicto ha propiciado.

El presidente Vladimir Putin, promotor de la invasión a la vecina Ucrania, lejos de mostrarse dispuesto a propiciar la negociación de paz que todos deseamos, reaccionó de manera virulenta y ratificó hace escasas horas sus peores propósitos de llegar a un acuerdo para que las armas dejen de matar. En su esperado mensaje sobre el estado de la Nación se mostró rotundo y desafiante. Rusia llevará la guerra hasta el final. “¡Rusia es invencible!”, sentenció.

Pero antes, en lo que resultó más preocupante entre tantas acusaciones y amenazas (como cuando culpó a Occidente de haber sido quien desencadenó la guerra), anunció que Rusia suspende el Tratado de desarme nuclear START que mantiene con los Estados Unidos. Es decir, que desde ahora Rusia podrá continuar su escalada en el desarrollo y el incremento de la capacidad atómica sin limitaciones. Sin duda, la amenaza más grave que podría anunciar.

El Tratado START había sido firmado en 2011 por el presidente norteamericano Barack Obama y el presidente ruso Medvedev –durante la Legislatura que permitió a Vladimir Putin volver a presentarse a las elecciones a la Presidencia que ya había ocupado dos legislaturas-. En el Tratado se determina que ambas potencias nucleares limitarán sus efectivos a 1.550 bombas y 700 sistemas balísticos. El acuerdo fue ratificado en 2021 en los mismos términos por Biden y Putin. Mantenía su vigencia hasta 2026.

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