La cruzada de Lucía para reclamar al Estado que indemnice a las afectadas por las rebajas de penas del 'solo sí es sí': "No nos silenciarán"

Imagen de Lucía Castro tomada por ella misma.
Imagen de Lucía Castro tomada por ella misma.
CEDIDA
Imagen de Lucía Castro tomada por ella misma.

Ahora tiene 21 años y el hombre que abusó de ella desde que tenía seis y hasta los 12 lleva un año y medio en prisión. Pero hace dos días que los traumas de la larga batalla judicial -y familiar, porque su agresor era un tío político- se removieron al enterarse de que la condena de 11 años de cárcel por abusos sexuales se había visto rebajada en seis meses tras la aplicación de la ley conocida como 'solo sí es sí'.

Lucía Castro "no estaba al tanto" del revuelo que estaba causando la aplicación de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Desconocía que ha beneficiado a más de medio millar de condenados por delitos sexuales, entre revisiones de condena a la baja y sentencias posteriores en aplicación de la norma. "Me quedé en shock al ver las noticias", admite.

Al enterarse de la rebaja de la condena al marido de la hermana de su madre, se negó a "quedarse de brazos cruzados". Fue pensado y hecho. Llamó a su abogado y juntos comenzaron a pensar en cómo podía unir fuerzas con más personas en su misma situación para "no acabar silenciadas". De ahí surgió la idea de reclamar al Estado "indemnizaciones por los daños y perjuicios", un proceso que augura "complicado" pero con "bastantes posibilidades de que salga bien" -según le ha trasladado su abogado-. "Y aunque no salga bien, por lo menos haremos ruido", se consuela.

Para empezar a organizarse, ha abierto una cuenta de correo electrónico (afectadas.leysiesi@gmail.com) al que ya han escrito unas 15 personas en sus primeros dos días de existencia. Entre ellas, no solo víctimas preocupadas por la aplicación de la ley 'solo sí es sí' sino también psicólogos y asociaciones con ánimo de ayudar, cuenta a 20minutos. El objetivo es comenzar con este correo electrónico a "hacer piña" con más personas "afectadas por esta ley". "Es fundamental que estemos en contacto directo y nos sintamos apoyadas porque, al final, te sientes sola", explica.

Con todo, esta estudiante sevillana de un curso de intervención educativa para niños y niñas con necesidades especiales, considera que esta ley que ha enfrentado al Gobierno de coalición es "necesaria" porque "había cosas que mejorar" y cree que se elaboró "con buena intención". Sin embargo, "a la vista está que hace aguas y si hay algo que está mal, se tiene que rectificar. La idea era buena, pero hay que cambiarla porque esto [en referencia a las rebajas de penas y excarcelaciones] no se puede permitir", reprocha.

Las próximas elecciones municipales y autonómicas de mayo, y las generales de finales de año -aún sin fecha definida- serán sus primeras oportunidades de votar, un derecho que, a día de hoy, asegura que desechará. "Probablemente no vote, me interesa cierta parte de la política pero oigo a los políticos hablar y me da vergüenza", lamenta.

Cuando te crías en esa 'normalidad', al principio no te das cuenta", relata Lucía

Lucía era una niña cuando el marido de la hermana de su madre, su tío político, comenzó a abusar de ella. Estos hechos ocurrían siempre en la casa de sus familiares, a la que iba en días festivos, fines de semana o en vacaciones. "No tengo recuerdos propios en los que eso no me pasara", por lo que sitúa los abusos desde los seis o siete años. Se produjeron hasta los 12.

"Fue un proceso largo y complicado. Cuando te crías en esa 'normalidad', al principio no te das cuenta", relata con tranquilidad. Fue al ver en "noticias de niños que sufrían abusos" cuando reconoció que lo que le estaba pasando "no era normal". A los 11 años decidió que no quería volver a casa de sus tíos, pero su hermana, seis años menor, sí seguía yendo. Por esa razón, renunció a sus planes y continuó visitando a sus familiares. "Sentía que tenía que ir para proteger a mi hermana. Pensaba que si iba yo, abusaría de mí y no de ella, que entonces tenía la edad que tenía yo cuando empezaron los abusos".

Con 13 años se atrevió a hablar: "Era contarlo o perderme a mí misma". Acudió en primer lugar a sus dos mejores amigos del instituto, quienes se adelantaron a denunciar por ella y le urgieron a poner el asunto en manos de la Policía. También recurrió a su centro educativo y, después, a su familia. 

Entonces comenzó el segundo calvario, el judicial. "Fueron los peores años de mi vida. Desde pequeña, siendo una niña de 13 años, tienes que ir a 200 sitios a testificar delante de personas diferentes, te sientes juzgada. Es un proceso en el que las víctimas no nos sentimos para nada acompañadas, y más cuando se trata de abuso infantil. Es duro porque es un proceso largo de espera y en el que afloran todos los traumas y, además, es una bomba que estalla dentro de la familia". Las relaciones con su tía, hermana de la madre, se rompieron desde entonces. "Se puso de parte de él y no sabemos nada de ella", narra al otro lado del teléfono.

Actualmente, mientras comienza a luchar contra las repercusiones de la ley 'solo sí es sí', asegura que se siente "bien, a rachas". Lleva un año "más estable" y "fuerte", aunque los fantasmas del pasado siguen reapareciendo de vez en cuando: "Hay momentos que son de más bajón, que vuelvo a ser la niña de 13 años que inicia todo el proceso".

-¿Y tienes pareja?

-No, eso es algo que cuesta un poco.

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