"Hoy anuncio mi intención de dimitir como ministra principal y líder de mi partido". Nicola Sturgeon cree que su tiempo ha pasado. La mandataria escocesa deja paso a otra persona que cumpla con lo que ella no ha cumplido y que, llegados a este punto, no se ve preparada para cumplir. Ocho años en el poder han sido suficientes para una mujer que llevó a Escocia a un ejercicio de presión sobre Londres para buscar un segundo referéndum de independencia y que más recientemente ha sufrido los estragos de un Gobierno desgastado por culpa de la ley 'trans'. Su partido, el SNP, sigue siendo la fuerza preferida por los escoceses, pero es Sturgeon quien paga el peaje en forma de división.

Sturgeon alcanzó el liderazgo de los nacionalistas escoceses en el año 2014, precisamente después de que fracasara la primera consulta para la independencia. Sustituyó en el cargo a Alex Salmond, con quien ha acabado teniendo importantes desavenencias. Salmond, que camina ya solo con un nuevo partido, ya avisó hace meses de que si bien valoraba positivamente la figura política de Sturgeon, no consideraba que estuviera preparada para lo que viene.

El gran caballo de batalla de la que ha sido hasta ahora la ministra principal de Escocia -que seguirá en el cargo hasta que el SNP escoja a su reemplazo- ha sido la independencia, con un discurso que se ha reforzado más si cabe tras el brexit. No en vano, Edimburgo siempre ha reivindicado que ellos eligieron seguir en la Unión Europea (y además el mensaje ha sido en favor de entrar en el bloque cuando fuesen un país independiente). "Lograr la independencia es la causa a la que he dedicado mi vida", expresó Sturgeon en su discurso de este miércoles.

Cientos de personas marchan con antorchas en Edimburgo para reclamar que Escocia vuelva a la Unión Europea

No solo no lo ha logrado sino que su idea de convocar una nueva oportunidad a finales de este año se ha visto frenada por la decisión del Tribunal Supremo británico. De momento no hay espacio para un segundo intento de independencia, una decisión de la que muchos sectores del independentismo escocés culpan precisamente a Sturgeon. En Edimburgo, no obstante, son conscientes de que la inestabilidad reinante en Downing Street, que tendría que autorizar el paso por las urnas, no juega ni mucho menos a su favor. Para ella, el número 10 ha abierto "una afrenta democrática" pero está convencida de que su sucesor "llevará a Escocia a la independencia".

Más allá de lo político, la líder ha aducido también "cansancio físico y mental" después de ocho años en el poder. "También soy un ser humano", alegó durante su comparecencia, aunque quiso valorar todos los elogios que ha recibido y "todo el apoyo". Esta frase recuerda a los mismos motivos que alegó hace algunas semanas la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, que también dimitió. Ahora entre los posibles sustitutos figuran el actual número dos del Ejecutivo escocés, John Swinney, y los ministros Kate Forbes, Angus Robertson y Humza Yousaf, según la BBC.

Nacida en la ciudad de Irvine en 1970, Sturgeon ha militado desde adolescente en el Partido Nacional Escocés (SNP) y se dedica a tiempo completo a la política desde antes de cumplir los 30 años, tras un breve periodo como abogada. En los últimos años, el SNP ha ganado peso tanto en el Parlamento escocés como en el central. Para despedirse, Sturgeon aseguró que Escocia es un país mejor ahora que cuando ella llegó al cargo de ministra principal, en 2015. "Hay mucho de lo que estar orgullosa, pero siempre hay mucho más que queda por hacer", terminó. Dice irse satisfecha, pero deja deberes pendientes para quien recoja su testigo.