Shakira está orgullosa de que su sesión con Bizarrap se haya convertido en algo parecido a un himno feminista. Keityn, el verdadero autor de la canción en la que airea los trapos sucios de su relación con Gerard Piqué, ya ha asegurado que la colombiana tenía claro todo lo que quería transmitir y no tenía miedo de que algunos la señalaran como una mujer despechada.

Allende nuestras fronteras, el temazo también es uno de los temas más candentes de las tertulias del chisme. En el programa Despierta América han apuntado que la idea de poner música a la desgracia sentimental pudo surgir del hijo mayor de la pareja.

Una información que no ha sentado nada bien al que fuera defensa del Barça. Piqué, que supo de la canción un mes antes de su lanzamiento, ha optado por transformar el enfado en humor. Sin embargo, Clara Chía no está llevando demasiado bien estar en boca de todos. Se siente prisionera en una realidad que, dicen desde su entorno, nada tiene que ver con la que ella ha vivido.

El enfado comedido de Vargas Llosa

No es la mujerzuela a la que Shakira apela en su hit ni tampoco cree haber cometido ningún otro error que el de enamorarse perdidamente del hombre que tiene a su lado. Chía insiste en que nunca estuvo en la casa familiar cuando su romance empezaba a ser más una realidad que una posibilidad y desmiente rotundamente que sea ella la joven rubia que aparece en unas imágenes que se han viralizado durante los últimos días.

Todos la han confundido con Anna Tormo, empleada y amiga de Piqué, que se encargó de echarle una mano durante una transmisión en directo en Twitch. El enfado de Tormo es mayúsculo porque cree que la confusión no es casual y tiene un objetivo claro: destruir la imagen de su amigo