Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

El Valle de los Reyes

Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, junto al rey emérito, Juan Carlos, asisten a la solemne ceremonia del adiós de Isabel II.
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, junto al rey emérito, Juan Carlos, asisten a la solemne ceremonia del adiós de Isabel II.
GTRES
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, junto al rey emérito, Juan Carlos, asisten a la solemne ceremonia del adiós de Isabel II.

Para los Willy Fog patrios con móvil en cartuchera, el Valle de los Reyes podría ser un destino turístico a la orilla occidental del Nilo en el que lucir palmito a cuenta de la paga extraordinaria de diciembre. En cambio, no es el motivo de este artículo. 

Para los que hoy esperan impacientes la llegada de sus majestades orientales, el Valle de los Reyes es el caminito por el que avanza la logística cristiana para hacer entrega de regalos. En muchos hogares españoles, el turrón sobrante se deposita debajo del árbol para apaciguar la sed de los camellos maltratados, objeto de amparo por la nueva Ley de Protección Animal. Pues bien, tampoco es la razón de esta pieza.

Casualidades o no de la vida y de la muerte, Valle-Inclán vino a morir el 5 de enero de 1936, mientras que el emérito rey Juan Carlos I vino a nacer el mismo día del año 1938. Tal día como hoy. El ingenio literario de Valle-Inclán en el Madrid de los gatos y de los callejones se compadecía mal con su genio irreflexivo y su mala leche corrosiva, que le inducía a hablar mal de todos aquellos que gozaban de mayor fortuna o prestigio que él. Fama tenía de sabotear todos los estrenos teatrales de la época, fundamentalmente si la obra era de Echegaray, cuyo Premio Nobel sigue siendo hoy todavía un misterio sin resolver.

Su ojeriza deslenguada la pagó especialmente el rey Alfonso XIII, del que llegó a escribir Cabrón el tatarabuelo./Un canalla el bisabuelo./Puta y reputa la abuela./El padre, chulo y pardela./El hijo más listo, lelo./¡Pistonuda parentela/la de nuestro reyezuelo!. Pues bien, algún tunante de última hora ha descubierto recientemente a Valle-Inclán y lo ha utilizado para criticar al rey emérito, que también viene de Oriente de vez en cuando. Para la memoria selectiva de los incautos que ahora pregonan las agudezas de Valle-Inclán, recuerden también que hizo ascos del Partido Socialista por clasista y que bailó el agua al régimen fascista de Mussolini.

Son años de espejos cóncavos y de paradojas a tutiplén. Y en este cocedero de rufianes y desplantes es lógico que surjan Valles atacando a Reyes. En la cima del esperpento nacional, el discurso del rey Felipe VI exigiendo respeto a las instituciones y la reacción de los gatos en el callejón, sí se puede, del Gobierno. 

Los mismos que acataron y asumieron hacer acatar la Constitución cuestionan ahora la propia legitimidad de la primera institución del Estado. Una parte del Gobierno maúlla contra el jefe del Estado mientras que la otra parte lo contempla como si estuvieran en el musical Cats. Los españoles, entre tanto, en el callejón de la cuesta de enero y sin luces de bohemia, que el precio de la electricidad anda disparado.

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