Diez meses a 3.000 kilómetros de Ucrania: así han rehecho su vida en España los refugiados

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Ucranianos alojados en Madrid. Testimonio de Ana María
Ana Mari llegó a Madrid acompañada de sus dos hermanos y de su madre
Jorge París
fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Ucranianos alojados en Madrid. Testimonio de Ana María

La guerra continúa en Ucrania y su población sigue sufriendo a diario ataques y bombardeos por parte de las tropas rusas. Un día a día distinto tienen las personas refugiadas en Madrid. Sin embargo, aunque sea a distancia, sufren todos por igual. "Estoy pendiente de las noticias todas las mañanas, a la hora de comer, por la tarde y por la noche", asegura Olena, una joven de 19 años que llegó a la Comunidad junto a su madre hace ocho meses. Está muy preocupa por el rumbo que sigue el conflicto, sobre todo porque su padre y su hermano se tuvieron que quedar en Ucrania. 

A esto, se suman dos emociones más, enfado y tristeza. "Nos sentimos muy tristes y enfadados por todo lo que está pasando en nuestro país", cuenta Olena, una afirmación con la que concuerda su madre. Sin embargo, la actitud de estas dos mujeres es completamente distinta. Mientras Sophie, la madre, quiere volver a Ucrania, Olena se muestra positiva ante la posibilidad de celebrar la Navidad fuera de casa. "Me gusta poder pasar las fiestas aquí, pero a mi madre no. Ella quiere volver a casa", indica Olena. 

Ana Mari comparte la misma visión que Olena, probablemente debido a que tienen una edad muy similar, 18 y 19 años respectivamente. Llegó a Madrid en abril y tiene muchas ganas de poder empezar a hacer amigos en Madrid y rehacer, de alguna manera, su vida. "Me gusta mucho el centro de la ciudad, sus luces y su árbol de Navidad. No es lo mismo que estar en casa, pero intento adaptarme", asegura Ana Mari. No es la primera vez que esta joven pisa la ciudad, puesto que hace un par de años y estuvo, pero como turista. "Ahora puedo aprender cómo es la gente aquí, la ciudad, el transporte...", afirma. 

El idioma, una barrera a batir

Adaptarse a una ciudad en la que no conocen a nadie ni dominan el idioma es una tarea complicada. Sin embargo, según cuentan estas mujeres ucranianas, están esforzándose mucho para conseguirlo. Olena, por ejemplo, va a clases en la universidad para continuar con sus estudios, Matemáticas y Computación. Aunque son en inglés, debido a que hay comparte aula con estudiantes que también han llegado de otros países, suele quedar con sus compañeros para practicar hablar en español. "Cuando llegué, estuve yendo durante dos meses a clases de español. Ahora suelo quedar con gente en cafeterías para practicar", explica. 

Ana Mari, por su lado, se ha topado con más obstáculos. Ella sigue cursando la universidad de Ucrania, aunque a distancia, por lo que no ha encontrado un espacio donde poder hacer amigos. Por ello, la única vía que tiene para aprender español es en clase. Sin embargo, sus hermanos pequeños sí que van a un colegio, cerca de donde viven. "Los profesores les ayudan mucho con el idioma y les dan apoyo en todos los ámbitos. Sus compañeros también intentan integrarlos dentro de sus grupos", relata esta joven.

Como consecuencia de las dificultades para aprender español, la Comunidad de Madrid ha puesto a su disposición traductores que les puedan atender en ucraniano a la hora de hacer gestiones para conseguir la protección temporal, la tarjeta de transporte público o para cualquier otra consulta. "La novedad ahora es que se les atiende en ucraniano, algo que agradecen mucho, puesto que un alto número de estas personas no hablan ni siquiera inglés", asegura Miguel Ángel García, viceconsejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid.

Una Navidad con sabor agridulce

A pesar de llevar ya casi diez meses en Madrid y haberse acostumbrado a su nueva vida. La nostalgia ha vuelto a azotarles. La Navidad está cada vez más cerca y van a tener que pasarla fuera de Ucrania y lejos de sus seres queridos. "Antes solíamos juntarnos toda la familia en casa y hacer una comida muy grande. Este año, lo haremos por videollamada", explica Olena. Y es que, como su padre y su hermano se quedaron en Ucrania, la comida de Navidad va a tener que ser telemática. Es la única manera que tienen de pasar algo de tiempo juntos. 

Ana Mari tiene una situación ligeramente más fácil. Celebrará estas fechas con su madre y sus hermanos. Sin embargo, su mente está en los amigos y miembros de la familia que tuvieron que quedarse en Ucrania. "Solo espero que puedan tener un ambiente agradable en casa y que todos puedan celebrar una cena de Navidad, poner el árbol y estar juntos y seguros", afirma.

Tristeza, enfado y agradecimiento

Aunque todos intentan hacer su nueva vida en Madrid y están felices por seguir vivos, no pueden dejar de pensar en todo lo que ocurre en Ucrania. Tampoco pueden evitar compararse con los ciudadanos españoles y sentir cierta envidia. "La gente aquí tiene mucha más libertad, oportunidades para estudiar en otros países, viajar... No tienen que pensar en sus familias", asegura Ana Mari. "Tener que estar siempre alerta sobre lo que está pasando en Ucrania hace que nosotros estemos muy cansados y agotados mentalmente", añade. 

Esta indignación por tener que vivir las consecuencias de una guerra que no querían también la comparte Olena. "Es muy malo todo que le ha pasado a todas nuestras casas. Somos personas, no animales. Tenemos que conseguir llegar a un acuerdo hablando, no peleando", critica esta joven ucraniana. Y es que ya son muchos meses de conflicto, fuera de casa, y todavía no ven un fin cercano. "No es una situación normal para ellos. Salen de su país huyendo de una guerra, dejan a su familia y amigos atrás, así que viven con mucha angustia y atención todo lo que están viviendo", indica Miguel Ángel García.

Ayudas económicas para los refugiados

Hasta ahora, la Comunidad de Madrid ha atendido cerca de 16.700 refugiados ucranianos. Los servicios que se han desplegado desde la administración pasa por la tramitación de tarjetas gratuitas de transporte, han sido entregadas 13.799; conseguir un empleo, han sido atendidas 2.767 personas, de las que 679 ya están trabajando; escolarización de los niños y jóvenes, que suman ya 6.118; y facilitar la tarjeta sanitaria, en total 15.198.

Además, desde principios de diciembre, los refugiados ucranianos pueden acudir a la Oficina de Atención al Ciudadano para solicitar una ayuda económica de 400 euros mensuales. "Ahora mismo, lo que más interés genera son las ayudas directas", asegura Miguel Ángel García. El objetivo es que poco a poco estas personas puedan encontrar un lugar donde vivir, fuera de los albergues, hoteles u otros espacios desplegados, y tener mayor independencia. Por ahora, los servicios de la Comunidad de Madrid han atendido a más de 440 personas que acudían a las oficinas solicitando las ayudas económicas. 

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