La política más agresiva del BCE augura hipotecas más caras y acentúa el riesgo de recesión

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, tras la subida de tipos de diciembre.
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, tras la subida de tipos de diciembre.
ANDRE PAIN / EFE
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, tras la subida de tipos de diciembre.

El Banco Central Europeo (BCE) ha despedido el año con una decisión que a la larga podría suponer un punto de inflexión clave en el devenir de la economía europea. Pese a que la institución que preside Christine Lagarde decidió subir el precio oficial del dinero 0,5 puntos -el tipo de interés al que presta a la banca comercial o remunera sus depósitos-, también mandó un mensaje duro y claro a los mercados: están dispuestos a llegar hasta donde haga falta para domar la inflación. Aunque eso implique acentuar el daño a una economía europea ya maltrecha por una pandemia y una guerra en su patio trasero. Pero, a la larga, esta agresiva política augura hipotecas más caras y acentúa el riesgo de recesión.

Tras publicar el comunicado en el que anunciaban su decisión, Lagarde compareció ante los medios para dejar claro que no se trataba de un paso atrás. Subirán los tipos 0,5 puntos más en su próxima reunión, otros 0,5 "posiblemente" en la reunión siguiente y, también, "posiblemente" más adelante. 

El mensaje del BCE -compartido por la Reserva Federal estadounidense y el Bank of England, que también han subido los tipos 0,5 puntos esta semana- es claro. Aunque a partir de ahora van a ir más despacio, llegarán más lejos. Es decir, que esa cifra en la que al fin dejarán de subir los tipos (el pico de la montaña) es ahora más alta. Aunque desde este momento la van a escalar más despacio.

Los tipos de interés oficiales son el arma más potente con la que cuentan los bancos centrales para combatir la inflación. Cuando suben, a los bancos comerciales les resulta más caro tomar prestado y repercuten ese coste sobre sus clientes (ciudadanos y empresas), que acaban pagando más interés por pedir prestado.

Las hipotecas, los créditos al consumo o los préstamos a las empresas para expandir su negocio se vuelven más caros, lo que acaba por frenar la actividad económica. Las familias empiezan a comprar menos vivienda, los empresarios frenan la contratación y este efecto acaba trasladándose en forma de cascada a los precios. Transcurrido un tiempo, los precios acaban bajando, pero el crecimiento económico también se resiente.

Este movimiento está teniendo (y, sin duda, tendrá en el futuro) consecuencias. La más clara se ha percibido en el euríbor, que se ha anotado su mayor salto en un solo día en los últimos cuatro meses. El índice de referencia de la mayoría de las hipotecas variables en España se situaba el viernes en el 2,99% (16 centésimas más que el jueves) y ya promedia un 2,86% en lo que llevamos de mes.

El euríbor es un indicador que se calcula en base a los tipos de interés que cobra la banca comercial. Y, por tanto, depende en enorme medida de lo que decide el BCE. Históricamente, siempre ha permanecido por encima del tipo de referencia del BCE, que ya está en el 2,5%. Si el nivel al que los de Lagarde quieren llevar los tipos es ahora más alto, es evidente que los bancos acabarán empujando el euríbor más hacia arriba. Siempre y cuando el BCE cumpla con lo prometido, algo en lo que no todos confían.

Un euríbor más alto se traduce al final en cuotas hipotecarias más caras para las familias, que ya están sufriendo un impacto importante en sus bolsillos por la fuerte inflación de los últimos meses. Asesores financieros y asociaciones de usuarios ya dan por hecho que 2022 cerrará con un euríbor en torno al 3%. Este porcentaje supondrá un encarecimiento de la cuota hipotecaria que ronda el 50% para las hipotecas variables más recientes. Según los parámetros que emplea la asociación de consumidores, Asufin, la cuota de una hipoteca media (100.000 euros con un diferencial del 1% sobre el euríbor y a pagar en 25 años) en diciembre de 2021 era de 354 euros mensuales. Si ese préstamo se revisara en diciembre de este año, la cuota se elevaría a 528 euros.

Las palabras de Lagarde también han causado movimientos en los mercados de deuda soberana. En apenas dos días, las rentabilidades que exigen los inversores para comprar deuda pública europea se han disparado. En España, el rendimiento del bono a 10 años ha pasado del 2,9 al 3,3%; el alemán, del 1,9 al 2,2% y el italiano del 3,8 al 4,35%. Esto implica que cuando estos países necesiten acudir a los mercados para financiar su gasto público tendrán que pagar más por hacerlo. La cuestión no es baladí, sobre todo si se tiene en cuenta, por ejemplo, que el Gobierno español tiene previsto cerrar con un desequilibrio anual en sus cuentas del 3% del PIB al menos hasta 2025.

La decisión del BCE también debería traducirse, a la larga, en más rentabilidad para los ahorradores. La subida de tipos también afecta al interés que los bancos pagan por los depósitos, cuya rentabilidad estaba en octubre apenas en el 0,34% de media, según datos del Banco de España. Una rentabilidad hasta cinco veces menor a la de la media de la eurozona, según informó recientemente El Confidencial.

¿Se está pasando de frenada el BCE?

El rumbo que ha tomado el BCE en su lucha contra la inflación tras su última reunión está llevando a algunos analistas a preguntarse si Lagarde se está pasando de frenada. "Malas noticias para las perspectivas de la eurozona. Las decisiones del BCE, el lenguaje y las previsiones apuntan a una política (...) que agravará innecesariamente la recesión que viene", señalaba Vitor Constancio, exvicepresidente del BCE, en Twitter. Los analistas de ING subrayaban también en su comentario a la decisión del jueves el hecho de que la economía de la eurozona sigue siendo la más afectada del mundo desarrollado por la crisis energética y aun así tiene al banco central más determinado a subir los tipos de interés.

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