De Lady Gaga a Taylor Swift, Rosalía o Bad Bunny: Ticketmaster y Live Nation contra su propio monopolio

Taylor Swift
La cantante Taylor Swift.
EVAN AGOSTINI / GTRES
Taylor Swift

Es una constante, casi una tradición con cierto halo de bochorno en redes. Cada vez que salen a la venta las entradas de un concierto de un artista de talla mundial, la web se colapsa, los precios se disparan, las entradas se agotan aunque hay a porrones en reventa... El monopolio de Ticketmaster y Live Nation, fusionadas en el año 2010, se ha comenzado a tambalear debido a unos fans que ya no están dispuestos a continuar bailándole el agua a la empresa con mayúsculas de los espectáculos musicales all around the world. Twitter fue el caldo de cultivo; la justicia y la ley, la siguiente parada.

Comencemos por el principio. La primera banda que se atrevió a disparar contra la compañía, como se han avenido a recordar varios medios debido a los últimos acontecimientos en México (ya llegaremos a esa parte), fue Pearl Jam. La formación de grunge estadounidensa, allá por 1994, se enfrentó a Ticketmaster aduciendo que elevaban los precios de los billetes para sus shows en perjuicio de sus fans.

Básicamente porque el grupo quería ofrecer unos conciertos gratuitos y luego algunos otros a precios muy bajos y la empresa decidió en los primeros cobrar y, en los segundos, aumentar los gastos de gestión. Pearl Jam llevó a la compañía a los tribunales en base a la Ley Antimonopolio porque aproximadamente 9 de cada 10 recintos de EE UU que podía acoger un concierto de sus características tenía un acuerdo con la empresa. Como ningún otro músico o grupo apoyó a la banda de grunge, estos perdieron el juicio, su siguiente gira la hicieron por recintos pequeños y al final se doblegaron a las exigencias de Ticketmaster.

Esta compañía, fundada en 1976 en Estados Unidos por Albert Leffler, Peter Gadwa, Gordon Gunn y Charles H. Hambry Jr., tiene actualmente presencia en más de una treintena de países, en los cinco contienentes. En 2008 realizan la transición: pasan de vender las entradas de forma física a hacerlo de manera digital. Y entonces comenzó de verdad el problema.

Pasamos a 2010, año de la fusión, la cual Eddie Vedder, líder de Pearl Jam, desaprobó públicamente e instó al resto de músicos a hacer lo mismo o el escenario sería desolador para los fans. Nadie le hizo caso. En aquel entonces, como ha recordado ahora The New York Timesel Departamento de Justicia de Estados Unidos comenzó a investigar a Live Nation Entertainment por una posible violación de las leyes antimonopolio, ya que laanexión con Ticketmaster dejaba un mercado en el que solo ellos se erigían como gerifaltes de la venta de entradas. Por ahora, no ha habido cambios significativos en la industria.

En 2016, Roberto de Luca, quien fuera consejero delegado de Live Nation Italia, admite visiblemente nervioso que "algunas entradas" sí las redirigido a uno de sus propios portales de reventa, Viagogo, que sigue operando. El escándalo es mayúsculo en el país transalpino; en Reino Unidose hace viral una actuación Rihanna en la que la empresa había colgado el cartel de 'Sold Out' pero que tiene algunas gradas del Wembley Stadium completamente vacías; y a España no tardaría en llegar.

En 2017 los usuarios de las redes hablan de "ladrones", "sinvergüenzas" y de "extorsión". No solo es TT, sino que el CM de Live Nation España tilda de "paranoica" a una usuario, lo que enciende los ánimos. ¿El problema? La enorme cantidad de ellos que se habían quedado sin las entradas para el concierto de Lady Gaga en el Palau Sant Jordi de Barcelona que poco después aparecían en la web de reventa Seatwave (del mismo grupo que Ticketmaster y Live Nation), que actualmente ya está clausurada. 

Fue en 2018. Aquel año la polémica llega al Congreso de los Diputados, ya que U2 anunciaba dos conciertos en Madrid y Barcelona, agotándose las entradas en apens 10 minutos. Poco después, aparecían en Seatwave más entradas a precios astronómicos. Lo mismo había ocurrido en 2016 con Bruce Spingsteen y con Red Hot Chilli Peppers.

Y llegamos a 2022, donde la revista económica Forbes advierte que "las acciones de Live Entertainment han caído un 42% desde su máximo de febrero de 2022", auque "con un precio objetivo de 110 dólares, Wall Street considera que la empresa está muy infravalorada". ¿Cómo se ha llegado a esto? Pues con un escándalo detrás de otro.

De nuevo el Boss, con entradas para su gira de 2023 que han alcanzado los 5.000 dólares en Estados Unidos por la política de la empresa de las Entradas Platinum, que definene como 'precios dinámicos' para grandes eventos. Esos precios oscilantes, dependiendo de la demanda, son los que han cabreado en España por las actuaciones de Rosalía, Christina Aguilera o Rolling Stones, entre otros.

En agosto de este año, las colas virtuales para los próximos shows de Coldplay eran kilométricas, llevando a la desesperación -y al meme- a multitud de usuarios. Ambas cosas ocurrían de nuevo este septiembre con el futuro concierto de Harry Styles el 14 de julio de 2023 en el Espacio Mad Cool.

Al mismo tiempo, en México, también el exmiembro de One Direction ha tenido problemas por la masiva reventa; Dua Lipa vio cómo su concierto de la gira Future Nostalgia cabreaba en redes porque muchos usuarios no habían podido entrar al recinto debido a que en la puerta les decían que sus billetes estaban duplicados; y el pasado fin de semana la gota que colmó el vaso de la paciencia fue Bad Bunny, con entradas a casi 500 euros y gente que no pudo entrar por, según Ticketmaster, entradas falsas o duplicadas.

Las imágenes del Estadio Azteca, con el 'No hay entradas' pero obviamente sin toda su capacidad cubierta, han indignado en todas partes, teniendo la compañía que salir a pedir disculpas y prometiendo el reembolso, algo que tampoco se le ha dado bien a la empresa, pues recibió una colosal cantidad de quejas durante la pandemia del coronavirus por la tardanza en realizarlas.

Después de lo de Taylor Swift, algún que otro tuitero ha asegurado que solo falta que Live Nation y Ticketmaster cabreen a los fans de BTS para desplomarse por completo. Y sin embargo ya lo hicieron: un grupo de fans de la banda de K-Pop ya escribieron una carta a la senadora Amy Klobuchar y al senador Mike Lee, quienes están a la cabeza de la Subcomisión de Política de Competencia, Defensa Antimonopolio y Derechos del Consumidor, explicando cómo actuaban desde la empresa de venta de entradas.

Esto hay que unirlo a los swifties que se han unido a una abogada, Jennifer Kinder, también seguidora de la artista, y han rechazado un acuerdo con Ticketmaster buscando una única cosa: cambiar el sistema. "Nadie te pone una pistola en la cabeza para comprar una entrada", dijo en 2018 Eugeni Calsamiglia, el entonces director general de Ticketmaster. Hoy por hoy son los fans los que han cogido el arma y está por ver si la justicia aprieta o no el gatillo.

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