OPINIÓN

Poner el belén

Belén Canario en el Ayuntamiento de Sevilla.
Belén Canario en el Ayuntamiento de Sevilla.
AYTO. SEVILLA
Belén Canario en el Ayuntamiento de Sevilla.

Nunca he sabido cuál era el día indicado para poner el belén. Tampoco el que tocaba quitarlo. Esta cuestión es un quebradero de cabeza para muchos hogares, ya que al final se acaba haciendo cuando se saca un rato libre. Las leyes no escritas de la Navidad argumentan que para el puente de diciembre debería estar puesto. Cada cual, a su ritmo. 

Sin embargo, muchos aprovechan esos días de fiesta para pasearse por los tradicionales mercadillos donde se pueden adquirir figuras. Hay algunas que son tremendas obras de arte hechas a mano. La verdad que ponerlos es todo un ritual, donde hay multitud de gustos. Hay personas que son más conservadoras y otras más arriesgadas. Hay más meticulosos con inventos espectaculares, donde solamente falta que los pescadores saquen peces del agua del río, y otros algo menos ostentosos. 

Los hay con pastores, ovejas, con fortaleza de Herodes, pueblos, Reyes Magos montados en camello y acompañados por pajes... Y así hasta donde cada cual quiera derivar su imaginación. Total, es libre elección, y es su belén, aunque lo habitual es encontrar graves errores históricos. Lo del caganer lo dejamos para otro día. Eso sí, lo único que no puede faltar es el nacimiento, aunque a algunos les sobre, y eso que hay belenes donde se interpretan otros pasajes diferentes.

En España esta costumbre llegó en tiempos del reinado de Carlos III, que lo trajo desde Italia. Hay algunos países de Latinoamérica que, por ejemplo, no ponen al niño hasta el día 24, que es cuando la tradición dice que nació. También son destacables los interpretados por personas de carne y hueso, que verdaderamente mucha fe deben tener para aguantar así horas y horas. 

Lo cierto es que es un rito cargado de peculiaridades y que, particularmente cuando era un crío, disfrutaba con vehemencia. Aún recuerdo cuando me llevaron a ver el más grande de la época, que pusieron hace dos décadas en el recinto de la Casa de Campo de Madrid. 

En definitiva, el belén es un arte que sería una pena perderlo. Hay tradiciones que hay que conservar porque además tratan de dotar de sentido ciertas carencias que las sociedades modernas dejan de lado. Ahora bien, un consejo, que no siga puesto en primavera, aunque sea libre elección decorar cada casa.

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