Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La televisión salvada por la paciencia

Los programas triunfan o fracasan también por la capacidad de los canales de no solo mirar la audiencia del día después.
Sonsoles Ónega en 'Y ahora Sonsoles' de Antena 3
Sonsoles Ónega en 'Y ahora Sonsoles' de Antena 3
Atresmedia
Sonsoles Ónega en 'Y ahora Sonsoles' de Antena 3

Hay estrenos televisivos que nacen condenados a la cancelación. No tanto porque sean malos, simplemente porque son lanzados en una ubicación incorrecta, sin la promoción necesaria o sin el suficiente margen de tiempo para que vayan cogiendo forma sus contenidos hasta ser  reconocidos por el público.

Series como 7 vidas no hubieran triunfado en la memoria colectiva sin el aguante de los responsables de la programación. Es más, la sitcom de Telecinco y Globomedia empezó muy floja y una temporada después cogió vuelo hasta convertirse en comedia de culto y referencia. Se afianzó porque el canal tuvo claro que esta telecomedia, muy a lo Friends, con público en directo, lenguaje urbano y humor comprometido con su época, daba imagen de modernidad a una cadena que necesitaba incidir en que había superado ya a las Mamachicho

Con CompañerosEl Intermedio de Wyoming o Al Salir de Clase sucedió similar. Telecinco incluso se planteó finiquitar en su primer año esta ficción juvenil. No destacaba en cuota de pantalla. Sin embargo, la decisión se frenó en seco: su potencial público joven era jugoso para los anunciantes.

La historia de la televisión demuestra que hay que mirar más allá de la cortoplacista audiencia del día después. Se debe estudiar la identidad que aporta la propuesta a la imagen de la cadena, calibrar su posición correcta en la parrilla y, sobre todo, si puede evolucionar a mejor o no. 

Zapeando o Aruseros llegaron sin demasiado ruido pero, poco a poco, fueron adaptándose a las dinámicas de La Sexta y fueron sumando una comunidad de público fiel. Por el estilo pasó con MasterChef: inició su andadura débil, pero cambió de día y terminó como el fenómeno revelación de la temporada 2013. Casi una década después es el único formato de entretenimiento de TVE, junto a Eurovisión y su avanzadilla el Benidorm Fest, que moviliza el debate entorno a La 1. Porque es un formato que no se queda a media tinta. Su personalidad es aplastante. 

Al final, la televisión también es ordenar las ideas con paciencia. Antena 3 predica con el ejemplo en el primer mes de emisión de Y ahora Sonsoles. Han realizado el esfuerzo de proteger a Sonsoles Ónega sin cortes para la publicidad y, además, han resguardado el orden de la escaleta con los contenidos del magacín. Funcionen las secciones mejor o peor, la estructura original del espacio se aguanta sin apenas variaciones. Inteligente: así se va despertando una rutina en un espectador que va interiorizando en qué consiste el programa y los temas que se va a encontrar. Si la propuesta de temáticas y enfoques se cambia a las primeras semanas se marea a la audiencia y se proyecta desconfianza. Los nervios que empujan a las decisiones precipitadas, esas que miran más a los otros canales que a uno mismo, debilitan siempre los programas. Primero hay que afianzar, después se ve si el proyecto tiene recorrido en positivo o no cumple ninguna expectativa. Porque la paciencia es una magnífica aliada para ver cuando un programa tiene mimbres de futuro o, simplemente, su problema es que es un pan sin sal.

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