Putin lanza una nueva ola de ataques sobre Kiev y otras ciudades de Ucrania, horas después de que Zelenski hablase de paz

Los bomberos tratan de extinguir un fuego en un edificio residencial tras un nuevo ataque ruso.
Los bomberos tratan de extinguir un fuego en un edificio residencial tras un nuevo ataque ruso.
ROMAN PILIPEY (EFE)
Los bomberos tratan de extinguir un fuego en un edificio residencial tras un nuevo ataque ruso.
Han alcanzado dos edificios residenciales en el centro de la ciudad.
Atlas

Las bombas o la diplomacia. El mundo actual vuelve a ser bipolar incluso en lo más particular. Este martes en un lado estuvo Vladimir Putin, que lanzó otra ola de ataques sobre varias ciudades ucranianas, entre ellas Kiev, para recrudecer el conflicto tras la retirada de sus tropas de Jersón y solo horas después de que Zelenski dijera que está "preparado para la paz". En el otro, una cumbre del G20 en el que los líderes internacionales -sin el presidente ruso- buscan refrendar su apoyo a Ucrania y su consenso frente a la guerra. Además, las potencias avisan de que hay que evitar por todos los medios un conflicto de naturaleza nuclear.

Las Fuerzas Armadas de Rusia han lanzado nuevos ataques masivos con misiles sobre distintos puntos de Ucrania y en la capital se han activado las alarmas antiaéreas, tal como confirmó su alcalde, Vitaly Klitschko. Ucrania cifra en más de cien los proyectiles disparados y confirma al menos un muerto precisamente en la capital. Además, el suministro energético volvió a quedar muy castigado. El tumbar las infraestructuras críticas sigue siendo uno de los objetivos principales de Moscú cuando estamos a la puerta del invierno. Este movimiento se da en un contexto en el que las voces que apelan al diálogo se escuchan cada vez más, aunque no son todavía muy notorias.

De hecho, esa puerta da la sensación de que vuelve a cerrarse del todo y Volodimir Zelenski salió al paso de los ataques explicando que Rusia "no conseguirá lo que quiere" con los nuevos bombardeos. "Vamos a sobrevivir a todo", alentó. Asimismo, pidió a la población permanecer en los refugios mientras dure la amenaza. De tal crudeza vuelve a ser la situación que los estragos de la oleada se notaron incluso en la vecina Moldavia, donde hubo problemas con el suministro eléctrico durante varias horas.

Los bombardeos han alcanzado además las regiones de Chernígov, Cherkasy y Poltava, así como en Leópolis o Járkov. Esta última ciudad es de suma importancia porque fue testigo de la primera gran retirada rusa durante la contraofensiva de las tropas de Kiev. Más recientemente se añadió el repliegue en Jersón, anexionada ilegalmente por el Kremlin hace poco más de un mes. Ahí, de hecho, sigue habiendo movimientos tal y como confirmó el presidente ucraniano.

El Gobierno ucraniano comunicó que siguen las tropas rusas retirándose hacia el este del río Dniéper en las inmediaciones de la ciudad homónima. La portavoz del Ejército ucraniano, Natalia Humeniuk, ha señalado que "la logística del enemigo en la orilla oriental del río se encuentra bajo fuego de las Fuerzas Armadas de Ucrania, por lo que las fuerzas de ocupación están retirándose aún más", según la agencia de noticias Ukrinform. Pese a ello, Rusia insiste en que la zona es "parte" de su territorio y que ese estatus no se puede cambiar.

"Hipotéticamente, el enemigo podría suponer una amenaza para Jersón porque la distancia adoptada le permite utilizar diferentes tipos de armas", ha aseverado en relación a la decisión de Rusia de retirar hacia el este sus fuerzas para evitar que Kiev utilice la zona como trampolín hacia Crimea. Sin embargo, Humeniuk ha subrayado que el Ejército de Ucrania "no está quieto y está preparado para los contraataques", si bien las "fuerzas enemigas se están desplazando entre 15 y 20 kilómetros hacia el este".

Hipotéticamente, el enemigo podría suponer una amenaza para Jersón porque la distancia adoptada le permite utilizar diferentes tipos de armas

La retirada, de la que Kiev sigue sin fiarse del todo, estuvo planificada de una forma particular. Según la CNN, Rusia esperó a las elecciones de medio mandato en Estados Unidos para autorizar el retroceso de sus tropas. Altos cargos de la Administración rusa discutieron supuestamente los efectos que tendría en la potencia rival la simbólica pérdida de Jersón, la única capital de provincia que habían capturado las fuerzas leales a Moscú desde el inicio de la invasión hace ya casi nueve meses. El propio Biden calificó de "interesante" que Rusia hubiese esperado hasta después del paso por las urnas para confirmar algo que se sabía "desde hace tiempo".

La sombra de un posible alto el fuego en Navidad es todavía muy pequeña, un rumor más que algo tangible. "¿Alguien se cree en serio que el Kremlin quiere la paz? Quiere obediencia. Pero, al final, los terroristas siempre pierden", avisa Kiev a los líderes internacionales. Y es que la cumbre del G20 avanza sobre un mensaje: "La actual no puede ser una era de guerra". Así esperan recogerlo los mandatarios en el documento de conclusiones, tal como adelantan tanto Reuters como AFP. En paralelo, hacen también un llamamiento a China para que medie y use su influencia con Putin para frenar el conflicto. Así se lo hizo saber el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al presidente del gigante asiático en su reunión bilateral en Indonesia.

Con todo, el diálogo se mantiene bloqueado y la nueva sacudida de ataques parece complicarlo aún más. "Esto es lo que Rusia tiene que decir sobre el tema de las conversaciones de paz. ¡Dejen de proponer a Ucrania que acepte los ultimátum rusos! Este terror solo puede detenerse con la fuerza de nuestras armas y nuestros principios", expresó el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba. 

En cambio, desde Bali su homólogo ruso, Sergei Lavrov, mantuvo el relato del Kremlin: si no hay conversaciones es porque Ucrania no quiere. "Hemos confirmado repetidas veces a través de la boca del presidente Putin que no nos negamos a negociar. Si alguien rechaza esta vía, es Ucrania", sostuvo desde el G20, y huyó de los rumores sobre la implicación de EE UU hacia la vía diplomática. "Son rumores que surgen constantemente y desaparecen de la misma forma. Ya no reaccionamos a estas cosas", espetó.

Hemos confirmado repetidas veces a través de la boca del presidente Putin que no nos negamos a negociar

Y dado que el campo de batalla sigue centrando todos los esfuerzos, Ucrania intenta mostrar músculo: sus tropas han asegurado haber matado a más de 700 militares rusos en combates registrados durante el último día y ha elevado a más de 82.000 el total de soldados de Rusia muertos desde el inicio de la invasión. Zelenski ya no niega la posibilidad de negociar, sobre todo de cara al invierno, pero tiene claras sus condiciones y así se lo hizo saber al G-20. Son las siguientes:

  • Asegurar la seguridad nuclear en el país.
  • Asegurar la seguridad alimentaria de los ucranianos.
  • Restauración de la infraestructura energética.
  • Liberación de todos los prisioneros de guerra y deportados.
  • Restauración de la integridad territorial de Ucrania.
  • Retirada de las tropas rusas de Ucrania.
  • Restauración del sistema judicial y juzgar crímenes de guerra.
  • Recuperación del medio ambiente tras el conflicto bélico.
  • Medidas para prevenir una nueva escalada bélica.
  • Cese de las hostilidades y fin de la guerra.

Al final, China mantiene su equidistancia, cuando no respaldo a Rusia, y Turquía insiste en mediar -tal como se lo hizo saber su presidente, Recep Tayipp Erdogan, a Joe Biden en un encuentro bilateral- y en el resto de voces hay una condena rotunda. Así se lo hizo saber el canciller alemán, Olaf Scholz, a Moscú. "El presidente Putin persigue deliberadamente una nueva escalada", esgrimió. Scholz ha advertido de que Putin y sus fieles serán los responsables de la grave crisis económica y social que se ha extendido por todas partes del mundo. Mientras, la UE ya ha lanzado su misión de entrenamiento al Ejército ucraniano en un conflicto que se ha enquistado.

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