Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

Para que lo entienda todo el mundo

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Los precios en octubre siguen subiendo, todo un 7%, pero se traslada a la opinión pública como si fuese una buena noticia, "hemos doblegado la curva de la inflación" he llegado a escuchar, cuando lo bueno sería que no crezcan los precios, no que aumenten menos que el mes anterior. La economía española se arrastra por los suelos con una pírrica subida trimestral del 0,2% y el Gobierno habla de la gran fortaleza de nuestra economía, ¿fuertes, con un crecimiento que si lo anualizamos no llegaría al 1%?

En verano, hemos disfrutado de una excelente campaña turística que no ha sido capaz de crear empleo neto y los ministros, a pesar del aumento del desempleo, nos cuentan que son positivos estos datos para el país, ¿60.000 nuevos parados cada verano es lo que queremos?

Año tras año la educación financiera aparece como uno de los grandes lastres de nuestro bienestar. Una reciente encuesta demostró que más de la mitad de los españoles suspendemos en un sencillo examen sobre qué es la inflación o el interés compuesto. Estamos a la cola de los países desarrollados en este campo y eso tiene graves consecuencias porque aquí estamos menos preparados para afrontar las crisis ya que tomamos decisiones en épocas de bonanza, como endeudarnos o consumir en exceso, sin tener en cuenta que en el futuro habrá cambios de coyuntura y no seremos capaces de asumir esos compromisos. No entendemos nada de economía y acabamos tomando decisiones erróneas.

Será tarde y pagarán los de siempre, los que no saben diferenciar un tipo de interés simple de uno compuesto

Pero qué podemos esperar si desde el Gobierno y otros altavoces, que priman más la ideología que las noticias veraces, se sigue alimentando la desinformación y lo que es más preocupante, la mentira al respecto del rumbo económico del país. La realidad es que la semana pasada el BCE anunció la medida más dura de política monetaria de su historia, una decisión que a nadie le gustaría tomar. Para que lo entienda todo el mundo: Europa está enferma, vive una crisis que tiene por síntomas una inflación desbocada y crecimientos en el entorno de cero. Hemos probado tratamientos para bajar la fiebre de los precios y no han funcionado. Por eso hay que endurecer la terapia: de las aspirinas y antibióticos usadas hasta ahora con leves efectos secundarios se ha pasado a una agresiva quimioterapia (intereses que se han cuadruplicado en unos pocos meses y encarecimiento del crédito a los bancos) que puede frenar la inflación, pero que tiene un gravísimo efecto secundario. La consecuencia no deseada es parar/matar la economía, porque con los préstamos caros se cae la inversión y el consumo privado, se desploman las hipotecas y, con ello, un sector clave como la construcción y comenzarán las dificultades para las familias que verán como no pueden pagar sus obligaciones con los bancos o peor aún los despidos llegarán porque las empresas ya no aguantarán más.

Y entonces las sonrisas, la vestimenta desenfadada y los mensajes edulcorados de nuestros líderes se tornarán en gestos adustos, corbatas negras, trajes oscuros e impostadas declaraciones, pero será tarde y pagarán los de siempre, los que no saben diferenciar un tipo de interés simple de uno compuesto.

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