De tal perro, tal dueño: no tenemos que ser el líder de nuestro perro o dominarlo, pero sí ser un referente de seguridad para él

Perros y dueñas.
Perros y dueñas.
20minutos | DISNEY
Perros y dueñas.

Que existe una relación de vínculo y apego entre familias y sus perros es innegable, pero... ¿hasta donde influye nuestra forma de ser sobre la relación de vínculo con nuestro perro? En el estudio "Like Owner, Like Dog": Correlation between the Owner's Attachment Profile and the Owner-Dog Bond, Marcello Siniscalchi y Carlo Stipo,Angelo Quaranta investigaron la relación entre el perfil de apego del propietario y su relación con el perro.

Dicha investigación tuvo lugar en 2013 en la Facultad de Veterinaria de Bari, Italia. En ella participaron 25 parejas de humanos con sus perros,  comprendiendo tanto mujeres como hombres y también diferentes tipos de canes. El experimento se basó en "la situación extraña" de Ainsworth, según la cual se colocaba al perro en la habitación con diferentes juguetes y agua, en ocasiones entraba un extraño y en otras estaba con su propietario, que salía algunos minutos de la habitación y volvía a entrar. Todos los comportamientos de los perros se evaluaban y grababan.

Mediante un test se adjudicó a cada persona una de las cuatro categorías de apego: apego seguro; apego desorganizado; apego evitativo y apego ansioso (los que el estudio denomina no seguro).

Uno de los resultados principales fue que los perros con propietarios seguros dejaban de olfatear cuando entraba un extraño o cuando estaban solos en la habitación; en cambio, los perros con propietarios no seguros realizaban las mismas conductas exploratorias con su propietario que con un desconocido. Esto muestra que, para los primeros, su propietario ofrece una base segura para realizar comportamientos de exploración, mientras que los perros con propietarios no seguros exploran de manera similar siempre que haya un humano cerca, sea su familia o un desconocido. Es decir, la simple presencia de un humano significa un evento positivo tras estar un rato a solas.

Otro de los resultados tiene que ver con la interacción con un extraño: los perros de propietarios seguros mostraban más curiosidad por el extraño la primera vez que entraba en la habitación. Los perros de dueños no seguros, en cambio, no mostraban interés la persona desconocida. Lo que sugiere que para los perros con propietarios seguros, su familia cerca les aporta una seguridad extra para interactuar con un desconocido, cosa que no ocurre en los perros con propietarios inseguros. Esto confirmó que el comportamiento de los perros con propietario seguro es similar al que muestran los bebés humanos y chimpancés en la prueba de situaciones extrañas.

En cuanto a las vocalizaciones o ladridos, estando el perro acompañado de su propietario se hacía entrar a un extraño, y los perros con propietarios no seguros vocalizaban más que los perros con propietarios seguros cuando esto ocurría. Lo que sugiere que, para los perros con propietarios seguros, estos le aportan confianza para acercarse al desconocido, mientras que para los de propietarios no seguros la presencia del extraño incrementa el estado de nerviosismo, aumentando así las vocalizaciones.

La importancia de nuestro vínculo

Es fundamental que procuremos a nuestros perros una figura segura, en la que confiar. Es innegable que los tipos de apego afectan a las relaciones con humanos, pero también con nuestros perros. A veces sufrimos de más con nuestros ellos. Muchas ocasiones nos levantamos a ver qué hace el perro porque llevamos tiempo sin escucharlo y pensamos: "Seguro que le ha pasado algo" o "seguro que está haciendo alguna trastada", cuando en realidad solo estaba dormido. O bien cuando nuestro perro ladra un poco nos agobiamos pensando en lo mucho que estará molestando. El primer consejo en estos casos sería relajarnos.

Nosotros no tenemos que ser el líder de nuestro perro, ni tenemos que dominarlo, todo esto está obsoleto desde hace años, pero sí que tenemos una función más importante para con él: ser el referente. Debemos ser la figura humana que le ayuda a entender este mundo artificial que hemos creado; debemos preparar a nuestro perro para vivir en sociedad, en el entorno en el que estemos: quizá deba aprender a ir en metro, quizá a utilizar ascensor... Y sobre todo, debemos ser su apoyo en momentos en los que él no sabe gestionar o está asustado, mostrando una reacción tranquila que le tranquilice.

El ejemplo del veterinario

Pero en ocasiones lo hacemos al revés, y para ilustrarlo voy a poner un ejemplo: llevamos al perro al veterinario, como siempre le pinchan, el animal asocia ese lugar a una experiencia que le asusta, y entra con pánico, estresado. Cuando está en la sala de espera muestra conductas de huida, no puede parar de moverse por los altos niveles de adrenalina provocada por el pico de estrés y ladra o gimotea fruto de los niveles de ansiedad ansiedad.

Lo que propongo es primero habituarlo al veterinario, llevarlo de vez en cuando para que le den premios y ese lugar deje de ser un lugar que asusta. Y si por algún motivo en la sala de espera está agitado o asustado, una buena idea es sacarlo a la calle para esperar el turno mientras le aportamos olfateo para intentar bajar esos niveles de estrés, y le hacemos caminar un poco para aumentar los niveles de serotonina y contrarrestar así los de adrenalina.

Lamentablemente lo que más veo en situaciones así son personas que le gritan a su perro que se calme, que se calle y se esté quieto; que le piden insistentemente que se siente o bajan con la mano la cadera para forzar el sentado, y resoplan agobiadas porque el perro "se está portando fatal". En este caso, lógicamente, la relación de vínculo con el perro se rompe, ya que no atendemos las necesidades del animal ni actuamos de forma adecuada para cambiar ese comportamiento. 

Así pues, seamos referentes empáticos con nuestros perros, y de esta forma mejoraremos el vínculo con ellos, que es lo que tanto ellos como nosotros necesitamos.

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