Putin y la doctrina del miedo con los drones iraníes: "Se usan para generar terror y caos entre la población civil"

El presidente ruso Vladimir Putin observa el Día de la Victoria.
El presidente ruso Vladimir Putin observa el Día de la Victoria.
Europa Press / Kremlin
El presidente ruso Vladimir Putin observa el Día de la Victoria.
Batería de drones Shahed 136 preparados para su lanzamiento.
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El terror generalizado es un factor que Vladimir Putin quiere usar en Ucrania mientras Rusia pierde terreno y sus bajas van a más. Los ataques indiscriminados de los últimos días son un giro en la invasión con el que Moscú quiere volver a tomar la iniciativa tras la contraofensiva de Kiev en el este. El ataque sobre el puente de Kerch fue un paso clave en el lado de Zelenski, y Putin respondió en forma de venganza volviendo a bombardear las grandes ciudades, todas a la vez, y retomando los ataque sobre la capital, que no se veía en ese punto desde el pasado mes de junio.

Además, el Kremlin lanzó una movilización parcial de efectivos y llevó al terreno a reservistas sin apenas experiencia. Los datos hablan de que Rusia ya suma unas 90.000 bajas en la guerra y el Gobierno no quiere más reveses en este sentido. Por eso la opción de los drones iraníes permiten a Putin corregir dos problemas: no suma bajas en el cuerpo a cuerpo entre sus tropas y puede lanzar ataques a gran escala. Pero, ¿qué consecuencias tiene todo esto en el escenario bélico?

En las últimas semanas los drones de fabricación iraní Shaded 136 se han convertido en protagonistas en la guerra de Ucrania. Se trata de un avión teledirigido no tripulado desarrollado por la compañía HESA que entró en servicio en 2021. Tienen un rango de unos 2.500 kilómetros y se usan para ataques selectivos y los explosivos que pueden transportar detonan al impactar.

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Según fuentes militares, pueden alcanzar una velocidad de 180 kilómetros por hora y lanzar ataques contra radares, piezas de artillería y otros objetivos. El explosivo lo portan en el morro, donde también llevan la óptica para la dirección. Su tamaño es de 3,5 metros de largo, 2,5 metros de envergadura y pesan alrededor de 200 kilos.

Ahora han ganado más protagonismo, pero ya en julio pasado el Gobierno estadounidense ya alertó de que Irán estaba preparando la entrega a Rusia de cientos de drones para que Moscú los usara en su ofensiva militar contra Ucrania. El 30 de agosto la administración estadounidense aseguró que la entrega había comenzado y que decenas de ellos habían sido recogidos por aviones de carga rusos en un aeródromo iraní.

Eso sí, en septiembre uno de ellos fue derribado en la región de Járkov, cerca de Kupyansk, donde las tropas rusas trataban entonces de contener la contraofensiva lanzada por Ucrania. Desde entonces, el número registrado de ataques rusos efectuados por estos drones kamikazes ha ido creciendo rápidamente tanto en el frente de combate. Han sido lanzados contra armamento militar y posiciones de artillería y también zonas más alejadas de la primera línea de fuego. Por ejemplo, las regiones ucranianas de Odesa, Mykolaiv y Dnipropetrovsk.

"Son el gran hermano del cielo"

Por su parte, Júlia Codina, analista de conflictos y cooperación, y docente de International Conflict Management en ESADE explica a 20minutos que los drones "se usan para generar terror y caos entre la población civil y demostrar en este caso a Ucrania que puede llegar a ellos aunque sea lejos del campo de batalla". Es decir, "es una especie de guerra psicológica en la que se pone el foco en la gente que de otra forma se podría haber sentido a salvo". Codina prosigue matizando que los drones iraníes "no son la vanguardia" de este tipo de recursos, pero dejando eso de lado "el mensaje que quiere dejar Rusia es el de que tiene capacidades que todavía no ha usado".

"Los drones son como un gran hermano en el cielo: la población reconoce que está bajo vigilancia constante o bajo peligro constante de un ataque y subsiste bajo ese temor. Puede ser atacado pero no sabe cuándo, y esto se diferencia mucho de un ataque con artillería", sentencia la analista. Para ella, eso sí, el uso de drones "no tiene por qué ser decisivo en este caso porque Ucrania ha invertido y lo tiene vigilado". Pero el punto crítico es precisamente ese: "Hay un término que es el de psicología táctica. Consiste básicamente en usar las debilidades humanas en la guerra para que el enemigo se esconda o se rinda".

El hecho de que puedas ser atacado en cualquier momento está probado que cambia las rutinas de los civiles

Codina recuerda que son herramientas que ya se utilizaron en los Balcanes y que tienen como objetivo, reitera, "provocar una paranoia psicológica" entre los ciudadanos. "El hecho de que puedas ser atacado en cualquier momento está probado que cambia las rutinas de los civiles, entonces sí que afecta a la moral de la gente", esgrime. Rusia, así, está tomando un rumbo diferente en la invasión aunque resulta complicado identificar si se trata de una medida de presión para que Ucrania ceda en una hipotética mesa de negociación o es "una maniobra de desesperación por parte de Moscú" porque el conflicto se está alargando mucho.

Por su parte, Luis Rodrigo de Castro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, expresa que "la sensación que da es que Rusia tiene que recurrir a alguien externo, Irán, para conseguir este tipo de tecnología, lo que muestra que Moscú no tiene la capacidad para desarrollarla". En este sentido, el profesor añade que el Kremlin podría tener "una deficiencia tecnológica" y además mientras Ucrania está siendo abastecida por Occidente, "Rusia pensaba que podía hacer frente a la guerra por si sola".

"Los drones no tienen sentimientos ni tienen familia", expresa Rodrigo de Castro para evidenciar que la táctica de los drones incluye una especie de cura en salud por parte de Putin para no perder efectivos en el campo de batalla. "Estos drones, eso sí, pueden ser detectados pero las pérdidas humanas pueden evitarse porque hay tiempo para que la gente se pueda refugiar. Además Ucrania ya los está detectando", termina.

"El uso de drones también da muestras de que a Rusia, aunque no le ha preocupado nunca, no le importa demasiado ser acusada de crímenes de guerra", expresa Codina. Y es que recurrir a este tipo de arma supone "atacar núcleos urbanos, infraestructura civil, y todo lo que es punible a nivel de Derecho Humanitario". Putin, por lo tanto, da una vuelta de tuerca más en la invasión de Ucrania. Minimiza sus riesgos para tratar de reducir las bajas en un ejército ya de por sí diezmado tras más de siete meses de combates, pero multiplica el peligro para los demás; especialmente para el eslabón más débil: los civiles.

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