Termina 'El Hormiguero' e irrumpe en la programación de Antena 3 la careta de los informativos, como si hubiera sucedido una última hora. Matías Prats informa: "Una noticia que está dando la vuelta al mundo, anoche en la gala de los Grammy, Rosario y Joaquín recibieron toda una lluvia de premios. La pareja española arrasó con 8 galardones. Su videoclip 'Te lo digo todo, y no te digo na' se alzó, entre otros, con los Grammy a mejor videoclip del año, mejor videoclip internacional y mejor videoclip latino. Además el tema ya es número uno en todas las listas de ventas americanas". De repente, se descubre que todo está siendo un sueño de Joaquín. Y aparece la sintonía del programa 'Joaquín, el novato', que se estrenó la semana pasada con un gran 29,5 por ciento de share. Vertiginoso dato que representa a la televisión de antaño, cuando las audiencias no estaban tan segmentadas entre tanta cadena.

Joaquín reúne frente al mismo canal a un tipo de audiencia muy diversa. Algunos dirán que es por su simpatía, que ya se había contrastado como infalible a la hora de subir la audiencia en otros espacios. Pero el éxito de 'Joaquín, el novato' crece en la creatividad que atesora el programa. Porque lo que funciona en una entrevista puntual, no significa que tendrá recorrido televisivo. Es muy diferente dejarte llevar por un entrevistado, a ser el que debe llevar el relato hacia alguna parte.

Pero 'Joaquín, el novato' pone el foco en cuidar la historia poniendo a jugar todas las liturgias televisivas clásicas, esas que fomentan que la televisión de hoy se distinga de todos los vídeos instantáneos que consumimos rápido a través de las redes sociales.

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En este segundo capítulo, la narración se inicia con la noticia falsa de Matías Prats. Se aprovecha la marca de cadena al contar con el periodista más prestigioso de Antena 3 como protagonista de un gag que sirve para contextualizar e introducir al espectador en el tono del programa. Un prólogo que avanza sin necesidad de spoilerar o cebar lo que va a pasar.

Tras esta introducción, entra una cabecera. Como las de antes. Sin prisa. La sintonía crea la aureola de evento con frenesí sonoro y visual. Hasta que aparece bien en grande, con el ímpetu y efectismo que merece, el nombre del show 'Joaquín, el novato'. La televisión vuelve al origen. Y, entonces, el espectáculo comienza con más fuerza. La bahía de Cádiz se convierte en el gran plató del espacio.  Primero la entrevista, luego aprender la profesión del invitado.

Joaquín es realmente novato como entrevistador, se nota (a veces corta sin escuchar porque está más pendiente de contar su anécdota personal), pero está envuelto en una coreografía de realización y guion que impiden que el espectador se quede a medias. El docushow se graba con armonía a la vez que se propicia un ambiente en el que los invitados se sientan cómodos para soltarse y abrirse con tranquilidad.  No parece una entrevista al uso, es un encuentro entre 'celebrities'. Así en el capítulo de esta semana Rosario cuenta, por ejemplo, lo que dijo su madre, Lola Flores, la primera vez que vio su arte en escena: "te has cagao en mí", dijo. También explica los cachés y royalties de los artistas, en comparación con el fútbol. Esa complicidad que surge, el programa la empaqueta bien para que, en emisión, de la sensación que pasan muchas cosas todo el rato. Y con un sentido narrativo claro. Joaquín quiere conocer mundos que desconoce. 

El programa es dirigido con tal destreza que, combinando emoción, confidencias, humor y estética, va en crescendo en cada episodio para intentar acabar en alto y que el público regrese la semana siguiente. Esa elaborada combinación de elementos es la tele que trasciende siempre: compartir, mientras pones al espectador a sentir e imaginar. 'Joaquín, el novato' lo consigue sin que el propio Joaquín sea demasiado consciente. Otra clave del éxito, que al protagonista principal tenga ese punto de relajada inconsciencia de que no le impone nada lo que está haciendo. O, al menos, que lo parezca. 

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