Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Y Ana Belén se descalzó en prime time

Ana Belén con Agoney en Dúos Increíbles
Ana Belén con Agoney en Dúos Increíbles
RTVE
Ana Belén con Agoney en Dúos Increíbles

Dicen que en una escenografía televisiva el mejor asiento es aquel que es incómodo. Para que los invitados no se repanchinguen, estén derechos y favorezcan a cámara. Ana Belén, en cambio, se sienta en el talent show Dúos Increíbles como si estuviera en su casa. Fuera tacones, fuera rigideces. Ella se descalza y hasta sube los pies sobre la tapicería del sofá. A disfrutar del resto de cantantes en la misma posición, cómoda posición, de la audiencia que está viendo el espectáculo al otro lado de la pantalla. 

Ya no estamos acostumbrados a personalidades como Ana Belén en la televisión de hoy. No sólo por trayectoria, sino también por actitud bajo los focos. Su silueta ya evidenciaba esa personalidad escénica la primera vez que apareció en lo alto del gran escenario de Dúos increíbles, hace siete días. Estaba a contraluz, pero era difícil no reconocerla. De repente, se iluminó su rostro. Pero su actitud aguanto hasta dejar brotar la comunicación no verbal que hace más grande el momento. Sus ojos saludaban sin necesidad de articular más partes del cuerpo.

Pocos enseñan ya a las nuevas generaciones de artistas posiciones en un escenario. La vida es grabar todo y todo sin demasiado margen para ensayar. Ana Belén ha crecido en un cine, teatro y televisión en la que la interpretación corporal era cualidad vital. Porque así se brilla más. Porque así llegaba un instante en el que podías pasar de las reglas prestablecidas y arrellanarse en el sofá. Porque hasta tumbado estarás transmitiendo sensibilidades. Es lo que logra Ana Belén cada vez que aparece en pantalla en Dúos increíbles. Cantando, o simplemente observando.

Enfrentarse a un talent show puede despojar de la ensoñación del glamour que potencia a los artistas. De hecho, a menudo, es lo que se busca: mostrarles fuera de su área de confort. Y en Dúos Increíbles, aparentemente, los cantantes más veteranos quedan desprotegidos de todas sus seguridades y peloteos, ya que pueden ser rechazados por un joven artista que canta con ellos sin poder ver su identidad. Este suspense lo maneja con destreza el programa. Hemos visto muchos talents shows, pero en este cada uno de los participantes, jóvenes y seniors, están al mismo nivel. No hay status. 

De esta forma, Dúos Increíbles proyecta una fórmula original en una televisión en la que parece que no hay ideas nuevas. El choque de edad se transforma en un intercambio de cultura entre generaciones desde un espacio de entretenimiento con voz y música en directo. Víctor Manuel, Miguel Poveda, Antonio José, Chema Rivas... Y el show es fácil de seguir de principio a fin, ya que no da demasiados circunloquios. Al frente, para ordenar ideas, Juan Y Medio presenta con su particular ironía que favorece climas de complicidad convenientes para que se abran más los concursantes. De esta forma, están por encima de tensiones de viejas técnicas de polémica televisiva que generaban desconfianza al personal y fluye mejor la sinceridad durante el espectáculo. Incluso cuando acaban de ser rechazados dos veces, como pasó a Sole Giménez, que primero tuvo que aguantar que Yoly Saa no quisiera formar pareja con ella y, después, se repitió la calabaza con Agoney. Los dos jóvenes querían dúo con Ana Belén. Les despejó el camino que, antes, Ana Belén también rechazó a Chema Rivas tras cantar juntos 'Se dejaba llevar por ti'. Rivas, por cierto, no conocía a Antonio Vega y, al final, se convirtió de rebote en pareja de Victor Manuel. De eso va el programa de ver cómo pasa el tiempo, de cómo mutan los referentes sociales y, a la vez, de como un artista se puede descalzar en un plató sin perder un ápice de poderío cuando se ha labrado un carácter propio que le hará extraordinario para siempre. 

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