Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Ecologismo marxista japonés

Crecer con sentido y repartir mejor la culpa, grandes objetivos.
Crecer con sentido y repartir mejor la culpa, grandes objetivos.
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Crecer con sentido y repartir mejor la culpa, grandes objetivos.

El capital en la era del Antropoceno es un libro escrito por el filósofo e investigador japonés Kohei Saito que ha vendido en su país más de medio millón de ejemplares. La obra repasa el pensamiento ecologista contemporáneo desde el punto de vista del pensamiento de Marx contenido, sobre todo, en los escritos que el pensador alemán dejó sobre el medio ambiente. El primer sorprendido con el éxito del libro en Japón es el propio autor. Las traducciones a otros idiomas están disponibles hace un tiempo y es probable -y quizá necesario- que se hable de este libro en occidente.

Suena snob, exótico y un poco provocativo. Son buenos ingredientes para unos y para otros. El libro desafía los postulados del capitalismo más inhumano y pone en duda la idea de crecimiento económico como paradigma de la evolución de las sociedades contemporáneas. Quizá no haya que estar obsesionados con crecer en todos los ámbitos. Se abre aquí un debate de un interés mayúsculo y cuya respuesta es fundamental para el futuro de la humanidad. Las respuestas a este planteamiento no son evidentes ni se resuelven de un plumazo.

Quizá no haya que estar obsesionados con crecer en todos los ámbitos 

El libro pone el foco de un modo valiente en un aspecto del que no se habla lo suficiente: el peso que soporta el ciudadano y la poca responsabilidad que parecen asumir los gobiernos y las grandes corporaciones en el aspecto medioambiental: “Comprar bolsas y botellas ecológicas sin cambiar nada en el sistema económico. Los ODS enmascaran el problema sistémico y reducen todo a la responsabilidad del individuo, mientras oscurecen la responsabilidad de las corporaciones y los políticos”.

Saito vislumbra la raíz de un problema esencial que parece evidente. La página web de la ONU, en la que se enuncian los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es un ejemplo. Los objetivos suenan bien y son interesantes, nadie los rechazaría en una lectura superficial. Sin embargo, si uno lee la llamada “Guía de los vagos para salvar el mundo”, que está en la misma página web, puede encontrar consejos de todo tipo, pero no encontrará ningún compromiso de entidades a gran escala. Parece un gran entretenimiento, una enorme distracción que se nos plantea para lograr mitigar nuestra parte de culpa y asumir, poco a poco, una resignación peligrosa, mientras los que pueden hacer algo siguen a lo suyo.

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