¿Italia como alternativa al MidCat? Los pactos de Draghi con Argelia y Azerbaiyán y las elecciones complican el plan B de Sánchez

Pedro Sánchez y Mario Draghi.
Pedro Sánchez y Mario Draghi.
EFE
Pedro Sánchez y Mario Draghi.

Si no es por Francia, será por Italia. Pedro Sánchez ha activado su plan b ante la negativa de París a terminar el gasoducto MidCat para unir la península Ibérica con el resto de la UE. El Elíseo, como lleva ocurriendo los últimos tres años, no está por la labor pese a la presión tanto de Moncloa como de Alemania, que ve en esa vía parte de la solución para deshacerse del gas ruso. Macron hace oídos sordos y la alternativa española es mira hacia Roma. Pero la cuestión tiene trampa porque se unen varios componentes. A Mario Draghi le queda un mes en el Palazzo Chigi, hace meses ya cerró acuerdos energéticos y los resultados de las elecciones del 25 de septiembre podrían derivar en una Italia que solo piense en sí misma.

Draghi, de salida pero con acuerdos recién firmados

"Renuevo a mi amigo Draghi nuestra propuesta a Italia para ser uno de los proveedores de Europa con energía solar y eléctrica", aseguró el presidente de Argelia, Abdemadjid Tebboune, a mediados de julio. En aquel momento, el primer ministro italiano ya caminaba sobre la cuerda floja. Pero la profunda crisis de Gobierno que acabó con su caída no le impidió cerrar un acuerdo con el país del norte de África para aumentar el suministro de gas. Italia es el país del sur de Europa más dependiente del gas ruso pero en palabras del expresidente del BCE ese vínculo "se va a terminar en 2024".

Esos pactos del Gobierno italiano también incluyeron a Azerbaiyán, con quien la UE cerró un acuerdo a gran escala. "El año pasado, cerca del 40% de nuestras importaciones de gas procedían de Rusia. Hoy en día, la media es de aproximadamente la mitad", aseguró el propio Draghi, que quiere despedirse del poder dejando a Italia en una posición menos comprometida que la que tenía al inicio de la invasión rusa. El hecho de tener comicios a la vuelta de la esquina deja cualquier contacto con Roma en una especie de punto muerto.

Se da la coincidencia además de que mientras Argelia pasa a ser el principal suministrador energético de Italia, las relaciones de Argel con España pasan por su momento más delicado tras el giro del Gobierno de Sánchez en la cuestión del Sáhara. Mario Draghi no se ha pronunciado sobre las palabras de su homólogo español respecto al gasoducto, pero ha desarrollado acuerdos paralelos que complican un paso en firme. En todo caso, el escenario es inestable.

Las elecciones meten a Italia en un punto muerto

Y lo es porque Italia está en modo electoral. Durante el próximo mes la campaña marcará toda la agenda y pese a que la crisis energética será un tema relevante, no se darán avances en materia de acuerdos. Con todo, la coalición de derecha radical formada por Fratelli D'Italia, Lega y Forza Italia defiende que el país recupere la energía nuclear y apuesta por la independencia energética. Además, en el caso de Giorgia Meloni tiene claro que ya es una urgencia poner un tope al precio del gas.

La confrontación a nivel político se da entre dos bloque muy claros: el de la derecha, con Meloni, Salvini y Berlusconi, y el de centroizquierda que encabeza el ex primer ministro Enrico Letta junto con otros nombres de referencia como Roberto Speranza, hasta ahora ministro de Sanidad y muy bien valorado por la ciudadanía tras su gestión durante la pandemia de Covid, y también Luigi di Maio. Letta busca precisamente una confrontación entre Rusia, representada por las figuras de Salvini y Berlusconi, cercanos a Putin, y el europeísmo, que enarbola la coalición progresista. Eso sí, hay un tercer polo en el que se encuentran el M5S ahora de Conte, y la dupla que forman Carlo Calenda y Matteo Renzi.

Todos ellos asumen la delicada situación con la energía y Calenda incluso ha llegado a pedir que se suspenda la campaña, puesto que, dijo, Italia está "ante una emergencia nacional". El foco está puesto en las medidas y en los pasos que debe dar Italia a corto y medio plazo, pero no han entrado a hablar de acuerdos con otros países. España, en ese punto, pierde protagonismo como salida frente a la dependencia de Rusia.

Un resultado que marcará el futuro

Los sondeos pronostican una mayoría muy amplia de la derecha radical. El sistema electoral italiano penaliza a quienes se presentan en solitario y premian las coaliciones. La izquierda camina más dividida, pero el bloque ultra aspira a arrasar en casi todos los colegios electorales. Meloni, que quiere ser primera ministra, prioriza la clave nacional. Quien fuera líder de las juventudes del Movimiento Social Italiano (MSI), heredero directo del legado de Mussolini reivindica el lema de "Dios, patria y familia" y es muy crítica con la UE, sobre la que prefiere una "Europa de naciones soberanas". De esta forma, los acuerdos bilaterales -como podría ser el energético con España- podrían complicarse.

Como resumen, el propio Draghi aseguró que Italia y Europa se encuentran ante "un momento extremadamente complejo", de enorme incertidumbre derivada de la guerra en Ucrania, el encarecimiento de la energía y de los productos alimenticios, y del impacto de esta inflación en los hogares y las empresas. También de las tensiones en Asia, de la ralentización del crecimiento mundial que penaliza las exportaciones y del deterioro del acceso al crédito que mermará las inversiones.

"Especialmente en tiempos de crisis, la acción del gobierno debe ser rápida, convencida", sostuvo, y citó entre los desafíos más inmediatos afrontar la crisis energética y garantizar "el liderazgo de Italia en el mundo, dentro de la Unión Europea y del vínculo transatlántico". Ese liderazgo, eso sí, puede quedar condicionado a los resultados del próximo 25 de septiembre.

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