Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Sálvame y cómo crear un conflicto atrayente de la nada

Miguel Frigenti, reportero improvisado
Miguel Frigenti, reportero improvisado
Mediaset
Miguel Frigenti, reportero improvisado

El verano llegó, el virus continúa y en Sálvame podían haber sufrido un secarral de programa en el final de la semana pasada. Sin cotilleos relevantes que comentar y con sus más populares colaboradores en casa de baja, ya sea por COVID o por lesiones físicas que sucedieron durante la propia emisión (Belén Esteban y Chelo García Cortés). 

Sin embargo, este viernes el programa discurrió una acción de guion redonda. Perfecta para atrapar al espectador como una trepidante ficción en la que no paran de pasar historias. La astucia de Sálvame está en su capacidad de inventarse una trama transversal que sirva de eje central del programa. 

El conflicto se va sembrando días antes. En este caso, cuando se verbaliza que al colaborador Miguel Frigenti no ha sido invitado a la boda de uno de los reporteros del programa. Su nombre, Kike Calleja. No es muy conocido, pero da igual: ya hay tema con el que polemizar. Y el mismo día del casamiento, el magacín de Telecinco abre su emisión poniendo a prueba a Frigenti. Vestido con llamativas y surrealistas transparencias, el colaborador debe conseguir llegar "por su cuenta" a la boda, en el Escorial, y allí ejercer de improvisado reportero. Sin ser él nada de eso. 

De esta manera, el espacio de la productora La Fábrica de la Tele provoca una imprevisible columna vertebral que alimenta todo el programa del viernes. Podían haber plantado a un reportero tradicional a esperar la entrada de los personajes populares en el banquete, pero Sálvame opta por un delirio de guion que despierta la atención en el espectador durante toda la tarde. No importa tanto quién estará en el evento, sino cómo hará las conexiones el compañero sin experiencia como reportero. 

La propia presentadora, Adela González, dibuja las debilidades del personaje que encarna Frigenti: si hace bien o mal las preguntas a los "famosos", si indaga en datos de la trastienda del enlace, si se despista... También pone el foco en sus progresos. Como una clase de periodismo del loco corazón, en riguroso directo.  

La actual tecnología permite una versatilidad a la hora de crear directos imparables para la televisión en directo. Sólo hay que aprovechar la técnica con creatividad. En este sentido, se debe reconocer que Sálvame no se queda en lo presumible y apuesta por construir arcos narrativos muy diferentes a los de su rivales. Se da la vuelta a una boda de poca relevancia pública al enviar a Frigenti de reportero polizón. Así se define un antagonista con un punto de empático perdedor cómico, Frigenti, que debe superarse en directo como anzuelo para que el espectador no se desenganche de la emisión. Todo un arco narrativo sacado de la manga.

En cualquier género audiovisual, el arte del buen guion es también el ingenio de fomentar contrapuntos que despierten la sonrisa curiosa de una audiencia que, al final, se queda por la particular personalidad del espectáculo que por la exclusiva del día. Cuando no hay noticia relevante no basta con debates eternos vende-humo, la televisión es la inteligencia de idear universos propios. Salvame ejerce esa pillería televisiva clásica que ya representaban los concursantes del 'Un, dos, tres...' al decir a Mayra Gómez Kemp aquello de "hemos venido a jugar". Porque Sálvame tiene mucho de aquel mítico 'Un, dos, tres... responda otra vez' adaptado al reality show del corazón: construye personajes desde el entretenimiento desencorsetado que no se disfraza de nada de lo que no es. Ni siquiera con Frigenti enfundado en transparencias. 

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