Entrevista

Ana Lombardía, sexóloga: "Los hombres suelen hablar de sexo desde la fanfarronería, pero los problemas no se admiten"

Ana Lombardía, sexóloga.
Ana Lombardía, sexóloga.
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Ana Lombardía, sexóloga.

De la sexualidad masculina se ha hablado poco, más allá de las bravuconadas de bar o de la irrealidad del porno y sus derivados. Pero de sus problemas, sus condicionantes y de cómo superarlos, poco. Incluso en el ámbito académico. Por eso Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero, de la sexóloga Ana Lombardía (Oberon Libros, 2022. 192 páginas. 18 €) supone todo un hito en este campo. Hablamos con ella sobre la necesidad de este libro y su experiencia en consulta.

¿En qué momento y por qué vio la necesidad de hacer este volumen sobre este tema tan concreto?Lo primero es porque porque cuando yo, haciendo la consulta a pacientes hombres heterosexuales, les quiero recomendar algún libro de referencia para que puedan sentirse identificados y para que puedan ir trabajando de forma paralela a la terapia, no encontraba nada. Hay un montón de cosas, para casi cada temática tienes algo, pero para hombres no había.
Y dije Jolin, pues necesito poder recomendarles algo. Empecé a buscar y a preguntar a compañeras, porque porque nos ayudamos mucho las unas a las otras y nos recomendándonos lecturas y me di cuenta de que no había nada, que había cosas a nivel más científico dirigidas a profesionales, pero no para el público general.
En segundo lugar, tras trabajar también con muchas mujeres me di cuenta de que la sexualidad femenina no podía avanzar mucho si la de los hombres se iba quedando atrás.
Es decir, las mujeres heterosexuales pueden trabajar mucho su sexualidad de forma individual, pero, claro, si sus parejas masculinas no acompañan en todo este proceso, al final se van separando los caminos de los unos y de los otros. Y ya no hay encuentro posible.
Era necesario tirar un poquito de los hombres y que ellos no se quedan atrás, porque se está haciendo mucho con la sexualidad femenina, pero es que la sexualidad femenina tampoco va a poder explotar y liberarse del todo hasta que la masculina lo haga también.

¿Por qué cree que había esta ausencia de literatura sobre los problemas sexuales de los hombres heterosexuales?El principal problema es que todavía cuesta mucho abordar el hecho de que los hombres no son máquinas perfectas en la cama. Cuesta muchísimo decir que es normal que los hombres tengan gatillazos, que todos los hombres han tenido un gatillazo en su vida y que si no, es que lo van a tener. Cuesta mucho decir que a los hombres a veces también se les quitan las ganas de sexo y no les apetece.
Es como una realidad con la que la mayor parte de los hombres no les gusta verse identificados. Generalmente los hombres están muy cómodos cuando se sienten identificados con esa idea de que el hombre siempre tiene ganas y siempre tiene una erección, siempre está listo y dispuesto.
Y yo creo que por eso ha costado tanto.
Ha habido un boom bastante importante sobre la sexualidad femenina y nos hemos centrado mucho ahí y ha funcionado muy bien, pero yo creo que también era hora de educar a los hombres y no solo luchar contra ellos. Ha habido un movimiento muy grande de lucha, no de reivindicación de nuestro lugar, de nuestra sexualidad, pero hasta que no se les eduque a ellos también no nos va a acabar de funcionar.

¿Podía influir el hecho de que los hombres heterosexuales no hablemos ni siquiera entre nosotros de que tenemos problemas?Por supuesto. Es que en el hecho de que los hombres heterosexuales no hablen de sexo entre ellos, es clave, porque si hablaran de sexo entre ellos se darían cuenta que no son los únicos a los que les pasan ciertas cosas, que no son máquinas perfectas y no pasa nada.
Al final, los hombres cuando hablan de sexo entre ellos lo suelen hacer más desde la fanfarronería, desde la burla, desde querer quedar por encima, desde que todo va bien. Pero los problemas no se admiten nunca. ‘Oye, pues estoy fatal, no tengo ganas, o el otro día se me bajó’... eso no se dice y al final los hombres lo viven muy en solitario, no como si fuesen ellos los únicos a los que esto les pasa.
Y claro, es un problema muy grande porque les aísla, les deja sin recursos. Si yo creo que soy el único al que algo le pasa va a ser mucho más difícil que pida ayuda o que lo reconozca. Además, cuando es un tema sexual, que da tanta vergüenza, tanto pudor, es un problema muy grande que los hombres no lo reconozcan.

¿La presión es el peor enemigo de los varones heterosexuales a la hora de enfrentarse al sexo o a sus problemas sexuales?Pues yo creo que sí, es por lo menos uno de los más grandes. La presión por tener que ser perfectos y funcionar como máquinas, es la más grande. No se admite todavía el que a veces, como personas que sois al fin y al cabo, haya veces en las que no se tengan ganas o que no seas una máquina sexual perfecta, que no se llegue al orgasmo o que se baje. Y esa presión al final es lo que hace que falle la sexualidad. Si no existiesen todos esos ‘deberías’ sería mejor. Ese deberías tener siempre una erección, deberías tener siempre ganas, deberías tener siempre un orgasmo... En el momento en el que todos esos deberías dejar de existir no hay fallo posible en la sexualidad, porque la sexualidad solo es placer y en el momento en el que se mete la obligación de por medio es cuando falla el sexo y cuando aparecen todos los problemas.
Tendemos a pensar que el gatillazo es el único problema sexual que puede tener un hombre, pero ¿qué otros problemas comunes se ha encontrado en consulta? A parte de las dificultades de erección, lo principal es la falta de deseo, las dificultades para el control de la eyaculación y también las dificultades para llegar al orgasmo. Son las principales demandas en consulta y son cosas súper habituales, super rutinarias, muy cotidianas y que no tienen por qué ser en absoluto patológicas cuando suceden. Simplemente forman parte de la naturaleza de la sexualidad masculina y de la del ser humano en general.

¿Necesita el hombre hetero liberarse de prejuicios?Uy, sí. Sí, bastante. Sobre la sexualidad masculina en general, aunque sobre la sexualidad femenina también, hay un montón de prejuicios, sobre lo que es ser un hombre cuando tiene que ver con la parte sexual. Parece que no se admiten debilidades, no tener ganas, y parece que solo vale un tipo de sexualidad en la que la penetración sea el centro de todo. Esos son los mayores prejuicios de los que se tiene que liberar el hombre.
¿Cuál es el dogma más falso en el que se cree? Hay uno muy absurdo que a mí me sigue sorprendiendo todavía a día de hoy, que es la creencia de que tienen que dar placer con el pene, cuando la mayor parte de las mujeres solo llega al orgasmo con la estimulación del clítoris y aún así se sigue insistiendo en que la penetración es lo más importante, no cuando en realidad no lo es, es una práctica como otra cualquiera.

¿También son tabúes la realización de prácticas o técnicas diferentes como la estimulación de la próstata o la penetración anal, la sumisión o similares?Claro. El último capítulo del libro lo dedicó más al placer, incluso hablo mucho de la multiorgasmia masculina, hablo precisamente de eso, de que hay ciertas prácticas tremendamente placenteras que a lo mejor no incluyen la estimulación del pene necesariamente. Hay otras zonas tremendamente erógenas que pueden llevar al orgasmo, incluso a veces sin ni siquiera tener una erección, ya no te hablo de eyaculación, si no, a veces ni siquiera erección.
Pero que son prácticas consideradas como poco masculinas, como como más femeninas o como si fuesen de gays, como si eso fuese malo. A muchos hombres heterosexuales les da miedo explorar esa parte de su sexualidad porque lo consideran poco varonil y se pierden en un abanico enorme de posibilidades con respecto al sexo.

¿El porno tiene parte de la culpa de todo esto?Sí, claro que sí. El porno al final influye muchísimo. El porno, lamentablemente, es a día de hoy la mayor fuente de información que tenemos acerca del sexo y es un problema grande porque la pornografía, es ficción, no está hecha para educar, está hecha para excitar y como ficción que es no representa en absoluto la realidad de la sexualidad humana, es como una caricatura. El porno es como el Star Wars del sexo, por así decirlo. Pero aún así nos seguimos fijando en él, pero porque no tenemos otras fuentes de referencia y porque nadie nos han enseñado tampoco a ver porno y nadie nos ha explicado que esa no es la realidad.
A falta de otras fuentes de información y de educación recurrimos a lo que tenemos a mano, que es gratis y está en el móvil y además es muy divertido de ver para mucha gente.

¿Como deberíamos educar a un adolescente varón heterosexual para que tuviera una sexualidad correcta y dónde debería recibir esa educación?Partimos del hecho de que la educación sexual es un derecho humano, que a veces eso se olvida. Es algo que debería formar parte de las escuelas y de los centros de salud. Debería ser una asignatura más obligatoria, que pudiese estar impartida por las instituciones de forma gratuita y que formase parte del currículum de los adolescentes. Si se entrase entrase ahí, de forma natural y con calidad y también con las horas suficientes, porque hay veces que lo hacen, pero a lo mejor te dejan dar dos o tres horas al año, a lo mejor esos chavales tienen tres horas de educación sexual a lo largo de toda su vida y eso no es suficiente.
Además debería estar enfocada no solo en la prevención de riesgos, como solo los embarazos no planificados o las infecciones de transmisión sexual, sino también enfocada al placer. Muchas veces se les da a los chavales la información sobre cómo utilizar los preservativos, por ejemplo, pero no se les habla de placer o se les da la información sobre los preservativos, pero los siguen sin usar, porque una adolescente que tiene una gran necesidad de aceptación, de que le quieran, de estar dentro del grupo no va a usar el preservativo, no porque no sepa que hay que usarlo y que es un riesgo, sabe que existe el riesgo, pero para él es mayor el riesgo de no ser aceptado o de no ser querido de, no ser integrado.

¿Hay todavía hoy tabúes o reticencias en la sociedad acerca de este tipo de enseñanzas?Hombre, claro que sí. Ahí está el famoso pin parental, ¿no? Lo que pasa es que, insisto, deberíamos acordarnos de que la salud sexual y la educación sexual es un derecho humano básico y que, por lo tanto, nada, ni nadie debería interponerse en ese camino por mucho que a ti te escandalice, o te cueste reconocerlo, o por mucho que te remueva por dentro el que tus hijos puedan recibir educación sexual.
Al final, en la educación sexual el miedo fundamental es como que incita a tener relaciones sexuales y no. De hecho, te dan la libertad para escoger cuando las quieres tener y hacerlo de una forma saludable. Esconder y tratar de evitar la educación sexual solo agrava el problema.

¿Hay mucha diferencia entre las problemáticas de los hombres heterosexuales con las problemáticas que pueden tener los hombres gays, por ejemplo?Bueno, son diferentes. Hay algunas que son exactamente iguales, que son comunes, incluso entre hombres y mujeres y en todas las orientaciones, al fin y al cabo todos somos seres humanos y tenemos las mismas dificultades en la cama. No somos tan distintos.
Y hay muchas preocupaciones que son comunes, pero hay otras que no lo son tanto, porque tienen que ver más con las dinámicas, con las estructuras que se establecen en las relaciones entre hombres y mujeres y los roles de género atribuidos que tenemos cada sexo.
Y eso hace que puedan ser un poco diferentes, que las inquietudes que tengamos sean distintas y por eso era importante que hubiese un libro dirigido específicamente a los hombres heterosexuales, para que encontrasen algo que fuese claro para ellos y que les hablase directamente.
Los hombres heterosexuales tienen una particular necesidad de sentirse incluidos en el discurso, de saber que el discurso va dirigido concretamente a ellos, si no se sienten totalmente identificados les cuesta más enganchar y enganchar y conectar con ese discurso.

¿Reciben bien los hombres a una sexóloga a la hora de contarle sus problemas? ¿No prefieren a un varón?La experiencia dice que normalmente prefieren a una mujer. Cuando me empecé a dedicar a esto, era uno de mis temores, "a ver si los hombres no van a querer venir”, pero todo lo contrario, normalmente prefieren una mujer porque entienden que vamos a ser más comprensivas y más abiertas a la hora de tratar estos temas.
De hecho, con un hombre a veces les da más vergüenza porque perciben como si fuera más cuestionada su masculinidad.

Lleva 10 años en esto, ¿cómo ha sido la evolución en consulta de los varones? ¿Hay más pacientes, son menos reticentes?Yo creo que sí, que ahora tengo más de pacientes varones que antes. Cada vez se va abriendo más. Pongo especial atención a la hora de divulgar hacia los hombres, hago un montón de vídeos y artículos para ellos y por tanto yo creo que vienen más a mí precisamente porque estoy muy centrada en la en la sexualidad masculina.

¿Funciona el boca a boca a la hora de recomendar una sexóloga?No, eso no pasa mucho. Hay muy mal boca a boca dentro de la sexología, no es muy habitual el que se recomienden de unos pacientes a otros. Sucede más entre las mujeres o de mujeres a hombres, pero de hombres a hombres no es muy frecuente porque un hombre no suele reconocer, por ejemplo que antes tenía problemas de erección y que ahora está fenomenal porque fue a una sexóloga. Este tipo de conversaciones no se suelen dar.

Me hablaba de sus vídeos, ¿qué papel han jugado las redes sociales en las Sexología y la divulgación?Han tenido un papel enorme, porque la gente está pudiendo acceder desde su casa y de una forma anónima, tranquila, cómoda y gratuita a un montón de contenidos de educación sexual de calidad y eso es fundamental.
Las redes sociales nos han dado esa libertad, dentro de que todavía las redes sociales son bastante conservadoras y censuran mucho tipo de contenidos, pero aún así han permitido acercar la sexualidad a muchísima gente y han hecho, por ejemplo, que la sexualidad femenina esté viviendo una revolución, porque las redes sociales han permitido explicar a mucha gente cosas tan sencillas como qué es el clítoris, dónde está y cómo estimularlo.

Ahora que hablamos el clítoris, al que muchos varones o no les interesa o no le dan importancia, ¿hay un equivalente del clítoris en los varones que las mujeres todavía no sepan que existe?No soy muy partidaria de hablar de prácticas concretas o de puntos en concretos. Todo lo que sea centrarse en el pene e ignorar el resto de zonas erógenas, pues puede disminuir la calidad de la relación sexual.
Zonas como te decía antes como los pezones, las orejas, los testículos, la zona perianal, el ano, el punto P, son zonas tremendamente erógenas que a veces pasamos por alto, pero también explico en el libro que eso tampoco es casual. Al final toda la erótica del cuerpo masculino está centrada en el pene, así que ni las mujeres son capaces de estimular esas zonas o de encontrarlas y a lo mejor si el hombre se recibe las caricias tampoco lo va a interpretar de primeras como una zona erógena y tampoco va a reaccionar con placer. Hay que hacer todo un aprendizaje sobre esas zonas para que resulten placenteras.

¿Qué podemos hacer ante un gatillazo y cuál es el peor error ante este problema?Hay que entenderlo como algo normal que puede pasar en cualquier momento y no dejar que condicione el encuentro sexual, es decir, en un encuentro sexual se pueden hacer muchísimas más cosas que no implican necesariamente una erección.
Para hacer sexo oral no se necesita una erección, para masturbarse, para acariciarse, para besarse, no se necesita en absoluto. El gran error del gatillazo es parar el encuentro sexual.
"¡Dios mío, tiene un gatillazo y entonces ya tenemos que parar porque no se puede hacer nada!". No, podemos seguir jugando y al final la erección puede volver o no, pero eso no significa que el placer se tenga que terminar.

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