La pensión por incapacidad permanente que otorga la Seguridad Social es una prestación económica que tiene como objetivo "cubrir la pérdida de ingresos que sufre un trabajador cuando por enfermedad o accidente ve reducida o anulada su capacidad laboral", explica el organismo público. 

En este sentido, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) no dispone una lista oficial de patologías con las que se concede la incapacidad laboral permanente, pero hay algunas que, dependiendo del caso, pueden suponer su concesión.

En cualquier caso, dicha concesión también dependerá del grado de incapacidad -que puede ser parcial, total para la profesión habitual, absoluta para todo tipo de trabajo o de gran invalidez- y del cumplimiento de una serie de requisitos, como un periodo mínimo de cotización.

No obstante, si se trata de una enfermedad profesional derivada del trabajo, la Seguridad Social no exige al trabajador o trabajadora una cantidad mínima de años cotizados para acceder a la pensión por incapacidad permanente. 

¿Por qué se podría solicitar la incapacidad?

"Existen una serie de enfermedades que, por su propia naturaleza, y aunque dependiendo de las limitaciones que causen, pueden llegar a ser tributarias de una incapacidad permanente", explican en Campmany Abogados. De tal manera que no se reconoce por la patología en sí misma, sino por cómo limita a un trabajador o trabajadora. 

Por tanto, la última decisión sobre si se otorga o no la incapacidad permanente por una enfermedad es del Tribunal Médico de la Seguridad Social tras un examen sanitario que determine si hay invalidez y en qué grado. Así, estas son algunas enfermedades que afectan al aparato digestivo o al estómago por las que se podría solicitar esta incapacidad son las siguientes: