La salud es uno de los bienes más preciados que tenemos y es algo que hemos aprendido a valorar aún más debido a la pandemia de Covid. La salud física y mental son fundamentales para poder vivir en unas condiciones óptimas y poder enfrentar así todos los retos que se nos plantean en la vida.

España es el tercer país de la Unión Europea con mayor índice de obesidad infantil y esto es un verdadero drama. El sedentarismo unido a una alimentación deficitaria está provocando que cada vez más niños en nuestro país sufran distintas enfermedades a edades muy tempranas. Esto es aún más grave tratándose de un país cuya dieta más característica, la mediterránea, es un ejemplo nutricional y una de las dietas que garantiza una alimentación completa y saludable.

El primer cambio y el más significativo comienza en casa. Los padres han de ser los primeros implicados para modificar esta grave situación. Ellos deben ser los transmisores de unos hábitos saludables, que conlleven una alimentación sana y en los que el deporte sea una parte fundamental.

Y, también, es fundamental una educación sólida y que ponga sobre la mesa la importancia de la nutrición y del deporte en nuestras vidas desde pequeños. Desde luego, esto sería un cambio educativo bastante más útil que las matemáticas con perspectiva de género o las cuestiones ideológicas que quiere volcar el Gobierno de Pedro Sánchez en nuestro sistema educativo.

El problema es que tenemos un Gobierno que vive permanentemente en un marco de imposiciones ideológicas, porque para ellos hasta la salud tiene ideología. Un Gobierno que fomenta las prohibiciones, que criminaliza sectores estratégicos de la alimentación de nuestro país y que contamina con ideología hasta un plato de comida. Un Gobierno que anhela decirnos qué comer, cómo vivir para terminar obligándonos a qué pensar.

Para cambiar los malos datos en cuanto a obesidad infantil se refiere es extremadamente importante que tengamos un Gobierno concienciado y serio, justo lo opuesto a lo que tenemos hoy en día.