Helena Resano Periodista
OPINIÓN

¿Cuánto mientes?

El líder del Partido del Brexit, Nigel Farage, sonríe a su llegada a un colegio electoral, este jueves, para votar en las elecciones europeas.
El líder del Partido del Brexit, Nigel Farage, sonríe a su llegada a un colegio electoral para votar en las elecciones europeas, en una imagen de archivo.
EFE /  Vickie Flores
El líder del Partido del Brexit, Nigel Farage, sonríe a su llegada a un colegio electoral, este jueves, para votar en las elecciones europeas.

¿Cuánto miente usted? No vale responder "yo no miento" porque, a sabiendas, con buena intención o de forma torticera, todos, de algún modo, mentimos. A veces es una verdad contada a medias, a veces es una omisión intencionada de un dato, de un detalle, que no queremos contar para no herir al otro: "No te voy a decir que estoy en la playa porque sé que si te lo digo te daré mucha envidia, así que digo que estoy en una terraza, sin especificar dónde". A veces mentimos para ocultar algo demasiado escandaloso o vergonzante, somos incapaces de asumir la verdad ante el que tenemos en frente. El problema de la mentira es que cuando nos pillan, hay que asumirla, pedir perdón, dar explicaciones si nos las piden y enmendar el error.

Lo grave y preocupante es cuando hacemos de la mentira nuestro lema de vida

Hasta aquí, creo que todos estaremos de acuerdo. Y a todos, en algún momento, nos ha pasado, más de una vez. Lo grave y preocupante es cuando hacemos de la mentira nuestro lema de vida, cuando convertimos la mentira en una forma de movernos en los espacios públicos, en la política, en el trabajo, en la vida. Cuando la mentira, a sabiendas de que lo es, la convertimos en verdad. Y seguimos repitiéndola hasta la saciedad hasta convertirla en eso, en una falsa verdad. 

En los últimos años hablamos mucho de las fake news, de las falsas noticias que, utilizadas de una forma perversa, han servido para movilizar votos y ganar elecciones. Ahí está el ejemplo del brexit: se construyó sobre datos y afirmaciones falsas, que se repitieron una y otra vez durante la campaña y que solo cuando se cerraron las urnas y el resultado fue favorable para esos mentirosos, admitieron públicamente que no habían sido del todo honestos. Nigel Farage, sin despeinarse, decía horas después de ganar el sí a la salida de la Unión Europea que el principal lema de la campaña, esos millones de euros que Bruselas les robaba y que los destinarían a la sanidad pública inglesa en cuanto fueran "libres", fue un cálculo exagerado. ¿Pasó algo? ¿Alguien se escandalizó? ¿Se pidió repetir la votación? ¿La gente salió a la calle pidiendo explicaciones? No, nada de todo eso pasó. Y no solo eso, uno de sus principales apoyos en esa campaña, Boris Johnson, acabó en el 10 de Downing Street prometiendo cosas imposibles.

Afirmaciones, datos, que no son verdad, y que aun a sabiendas de que es así, se repiten un día tras otro

Mucho de todo esto está pasando también aquí: escuchamos mentiras a diario desde la tribuna del Congreso, en los actos políticos. Afirmaciones, datos, aseveraciones que no son verdad, y que aun a sabiendas de que es así, se repiten un día tras otro. Hoy hablaré con otros colegas sobre esas mentiras, que no son de ahora, que se llevan repitiendo a lo largo de la historia y que, a pesar de que ahora son más fáciles de desmontar, también son más fáciles de difundir. Ejemplos hay a patadas: con la pandemia fue una auténtica avalancha y con la guerra de Ucrania, desde Rusia se está dando toda una master class. Es curioso porque lo cierto es que solo los cobardes necesitan de la mentira para eludir la realidad.  

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