Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Rigoberta Bandini y cuando los videoclips tienen tanto miedo a las tetas

Un momento del videoclip de 'Ay mamá' de Rigoberta Bandini
Un momento del videoclip de 'Ay mamá' de Rigoberta Bandini
20minutos
Un momento del videoclip de 'Ay mamá' de Rigoberta Bandini

Ay mamá es un himno. Un himno que ha llegado para quedarse más allá de festivales y modas. Un himno que incluso se reinventa cuando menos lo esperas. Así ha sucedido en el día de la madre cuando se ha estrenado el videoclip y, de nuevo, la canción de Rigoberta Bandini se ha revitalizado dos semanas antes de Eurovisión. Y lo ha hecho con mensaje. Porque el éxito social de Ay mamá va conectado a que baila comprometida con la sensibilidad de su tiempo. Incluso con los déficits de los que venimos y en los que aún seguimos habitando. Aunque intentemos pensar que no.

Lo obvio en épocas demasiadas obvias hubiera sido versionar la propia puesta en escena del Benidorm Fest en el videoclip. Con sus vestidos de ganchillo blanco, con su coreografía de mujeres entrelazadas. Pero la propuesta ha roto con lo pensado para un escenario en directo y ha apostado por la historia de ficción que se mimaba en la edad de oro del videoclip. Esos videoclips con los que crecimos en los ochenta y que se lanzaban a la creación sin freno. Atreviéndose a las ideas. Eso representa Rigoberta. Bueno, y Michael Jackson también. Cada uno a su estilo.

El video de Ay mamá está lleno de referencias que te dejan pegado a la pantalla. Da igual que ya sepas la canción de memoria, quieres entender lo que sucede a Rigoberta mientras viaja a través de su composición. Y, al final, quizá te percatas que en la vida no hay que entenderlo todo. Que, de hecho, nunca entenderemos todo. Pero que sí hay que desaprender roles sexistas que nos incrustan en la cabeza desde pequeños. Como la madre sumisa, humilde y discreta que debe ser perfecta. Siempre con una sonrisa, claro. Siempre cediendo su existencia al bienestar de los demás.

En cambio, en el videoclip de Ay mamá Rigoberta hasta se olvida de su bebé. Porque se pone a soñar en su universo de creadora. Un mundo en el que las tetas disparan contra los prejuicios y hasta destruyen la dictadura de la moral que ejemplifica una efigie voladora que remite a Mark Elliot Zuckerberg, todopoderoso hombre que tapa tetas en las redes de su propiedad: Facebook, Instagram, Whatsapp.

El videoclip de Ay mamá reta, descoloca, agita. De la mujer en la cueva al futuro espacial. Y, de nuevo, evidencia que siguen dando miedo las tetas. Sin rastro de tetas reales en el vídeo. Se filmaron tetas diversas como es la sociedad, pero se quedaron fuera del montaje final. No cuadraron. Quizá porque entonces llegaría a menos gente el videoclip porque Youtube lo ocultaría por poder "herir sensibilidades" , otros canales tradicionales lo censurarían e incluso sería tachado de obsceno. Y, por supuesto, no se podría compartir en el Instagram que la propia pieza critica pero que nadie quiere vivir sin él. Paradojas. Porque aún nos siguen dando miedo las tetas en una sociedad con una mirada paternalista predominante que, con ojos pecaminosos, dicta veredicto de lo que es "decente" ver y lo que no.

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