Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Matar generales rusos

Un soldado ruso hace guardia en la localidad de Trehizbenka, en la región separatista de Lugansk (este de Ucrania), el 27 de marzo de 2022.
Un soldado ruso hace guardia en la localidad de Trehizbenka, en la región separatista de Lugansk (este de Ucrania), el 27 de marzo de 2022.
SERGEI ILNITSKY / EFE
Un soldado ruso hace guardia en la localidad de Trehizbenka, en la región separatista de Lugansk (este de Ucrania), el 27 de marzo de 2022.

No hay precedente, nunca antes habían caído tantos generales en combate y en tan poco tiempo. Ni siquiera el Ejército alemán, que durante la Segunda Guerra Mundial registró la mayor cifra de bajas entre sus altos mandos, sufrió tanto en la cúpula militar como en las primeras semanas del Ejército ruso en su ataque a Ucrania. La Wehrmacht perdió 136 generales entre 1939 y 1945, una media de dos al mes; las fuerzas de ocupación de Putin han visto morir a 7 de sus generales en los primeros 30 días, casi cuatro veces más, a lo que hay que sumar las decenas de coroneles y comandantes muertos igualmente.

La Alemania de Hitler aplicó la doctrina que daba un valor extraordinario al liderazgo en la primera línea de fuego, obligando a sus jefes de división a situarse junto a las tropas de combate con el alto riesgo que comportaba para su integridad física. Lo padecido por los generales rusos en Ucrania podría atribuirse a esa misma doctrina de proximidad a sus soldados, pero resulta insuficiente para explicar semejante nivel de mortandad en tan corto plazo.

Es obvio que en la resistencia ucraniana hay una estrategia clara de golpear a las cabezas del Ejército invasor

Es obvio que en la resistencia ucraniana hay una estrategia clara de golpear a las cabezas del Ejército invasor y provocar la desmoralización y el caos en la tropa. Algunos expertos occidentales han visto incluso en ese fenómeno el origen de las atrocidades cometidas por los soldados rusos en su retirada de las poblaciones próximas a Kiev. La acción de un Ejército iracundo y vengativo sin liderazgo que frene sus desmanes.

La orden de cazar a los generales rusos se quedaría en un acto de fe de no contar con el valioso caudal de información de inteligencia que proporciona Occidente y, especialmente, el Pentágono. Además de dotar de armamento sofisticado, que se ha revelado eficaz contra los blindados y la aviación rusa, suministran un flujo de datos que aportan satélites militares, capaces de leer desde el espacio los titulares de un periódico, y aviones espía que sobrevuelan el área próxima a Ucrania. Esa información, que la portavoz de La Casa Blanca, Jen Psaki, reconoció estar dando al Gobierno de Zelenski, vulnera aspectos claves de la logística rusa y permite a los francotiradores ucranianos abatir a los generales y altos mandos causando estragos en sus estructuras de mando.

La degradación sufrida en la jerarquía de su Ejército ha obligado a Putin a tomar decisiones apresuradas emprendiendo una auténtica purga en el aparato de información militar, lo que el Kremlin ha tratado de vender como jubilaciones. Pero el movimiento más trascendental ha sido la designación como comandante único de las fuerzas en Ucrania del general Alexander Dvórnikov, que dirigió la intervención rusa en Siria. Condecorado por su mortífera labor, Dvórnikov es el responsable de la destrucción total de poblaciones como Alepo, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Con tan siniestro pasado, este militar dirige el reagrupamiento de las fuerzas invasoras en torno al Donbás para librar la que será la madre de todas las batallas de esta guerra. Allí, en el este del país, concentró también el Gobierno de Kiev sus tropas más entrenadas y mejor equipadas. Unos 40.00 efectivos con mucha experiencia y armados con el material bélico que han recibido de Estados Unidos y una treintena de países contrarios a la invasión.

Dvórnikov se lo juega todo en este trance

El general Dvórnikov se lo juega todo en este trance, incluida su vida; los satélites y aviones espías ya lo estarán rastreando en el intento de aplicarle la misma receta que recibieron los siete generales rusos que volvieron a Moscú en una bolsa de plástico. Así es la guerra.

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