Putin intimida al mundo con su misil Satán II y entrega a Ucrania una nueva propuesta de alto el fuego

Una mujer camina entre edificios destruidos por los bombardeos en la ciudad ucraniana de Mariúpol, el 19 de abril de 2022.
Una mujer paseo en Mariúpol.
EFE
Una mujer camina entre edificios destruidos por los bombardeos en la ciudad ucraniana de Mariúpol, el 19 de abril de 2022.
Rusia lanza con éxito el misil balístico intercontinental 'Sarmat',
Europa Press

La guerra implica varios frentes. Desde el puramente bélico hasta el diplomático. En el caso de la invasión rusa de Ucrania, Moscú acelera en el primero mientras el segundo se mantiene inamovible. Moscú ha entregado este miércoles una propuesta de negociación a Kiev, que vuelve a incluir la desmilitarización del país, la independencia del Donbás, el reconocimiento de Crimea como rusa y la neutralidad ucraniana. Este papel, en cambio, es mojado, porque los ataques no cesan en el este.

"La parte rusa estudió nuestras propuestas y expresó su posición. Ahora es nuestro turno para analizar, comparar y sacar conclusiones, incluidas las de carácter político y legal", sostuvo a los medios ucranianos el negociador principal de Ucrania, Mijail Polodiak. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró por su parte que Rusia "ha sido muy clara en sus formulaciones" y que ahora "la pelota está en el tejado ucraniano". Mientras, el propio Polodiak pidió "no dudar de que Ucrania tiene un plan para desocupar la zona sur del país".

El Kremlin asume que su victoria en la guerra pasa por ocupar el Donbás, y Putin se cura en salud además alegando, pese a la propuesta, que las negociaciones con Ucrania no avanzan (ni parece que lo vayan a hacer a corto plazo) porque Moscú ha perdido la confianza en Kiev. "No hay algo como confía y verifica, simplemente hay que verificar porque no existe ya la confianza en esta gente desde hace mucho tiempo", sostiene la portavoz del Kremlin. Tras 56 días de invasión, el acuerdo sigue lejano pese a que Kiev dice "estar dispuesto a dialogar". 

Además, en plena guerra Rusia apuntó que ha probado con éxito el misil balístico intercontinental Satán II, llamado a ser una pieza clave del arsenal armamentístico de Moscú y con capacidad para alcanzar objetivos en toda Europa y alcanzar incluso territorio de Estados Unidos. Putin avisó de que servirá "para proteger a Rusia de las amenazas externas" y servirá "para que [los enemigos del Kremlin] se lo piensen dos veces". En cambio, el Pentágono esgrimió que este lanzamiento "es parte de la rutina y no supone una amenaza".

Y es que el Donbás sigue siendo la joya de la corona para Vladimir Putin y Mariúpol, sumida en la destrucción, el elemento central del conflicto. De hecho, todas las miradas están puestas en la fábrica de acero de Azovstal. Es la metalurgia en cuyo interior resiste el último grupo de soldados ucranianos en la asediada ciudad. Además, en sus sótanos se refugian buena parte de los en torno a 100.000 civiles que quedan en los restos de la urbe, porque ni siquiera es ya una ciudad en sí misma.

Azovstal es una siderurgia y metalurgia que se estableció en 1930 en Mariúpol y comenzó la producción de acero en 1935, con la puesta en marcha del primer horno basculante en la URSS. Durante la Segunda Guerra Mundial, las operaciones se vieron obligadas a detenerse en 1941 cuando la Alemania nazi ocupó Mariúpol. En septiembre de 1943, tras la liberación de la ciudad, se reconstruyó la planta.

No hay algo como confía y verifica, simplemente hay que verificar porque no existe ya la confianza en esta gente desde hace mucho tiempo

De hecho, Rusia aprovechó su posición para atacar directamente a Zelenski. "Desde la oficina de un hombre que se llama a sí mismo presidente de Ucrania se hizo una propuesta para llevar a cabo negociaciones. Rusia no la rechazó", expresó el Kremlin, al mismo tiempo que acusó a Kiev de "usar las negociaciones como una diversión". Los reclamos de Moscú sobre la no adhesión de Ucrania a la OTAN o el estatus del Donbás y de Crimea se mantienen intactos.

El este de Ucrania lleva ocho años siendo testigo de una guerra y ahora vuelve a convertirse en el eje sobre el que gira el conflicto. En este sentido, Putin quiso mostrarse este miércoles como el salvador de las regiones de Donetsk y Lugansk, donde un porcentaje importante de territorio está controlado por los prorrusos. "Lograremos una situación en la que la vida regrese gradualmente a la normalidad allí y cambiará para mejor", esgrimió el presidente ruso, que recordó que es una zona que lleva casi una década "viviendo bajo bombardeos y hostilidades", de los que culpa directamente a Ucrania por, entre otras cosas, haberse saltado los acuerdos de Minsk.

Rusia desplaza la guerra hacia el Donbás y Occidente se mueve, todavía más, para proteger a Ucrania. A un nuevo envío de armas anunciado por Estados Unidos se une el debate sobre más sanciones contra el régimen de Putin, y en ese escenario la OTAN refuerza su papel. Tanto es así que en Finlandia empezó este miércoles el debate parlamentario para la adhesión del país a la Alianza Atlántica, al mismo tiempo que Suecia, también aspirante a entrar, ha recalcado que decidirá su política de seguridad sin injerencias externas, en un claro mensaje a Moscú.

Moscú pide "compensaciones" por las sanciones

Rusia no quita sus ojos precisamente de las medidas que quiera tomar Occidente. Así, Viacheslav Volodin, el presidente de la Duma Estatal, la cámara baja del Parlamento ruso, dejó claro que Europa tiene que compensar a Moscú por las sanciones "ilegales" impuestas sobre su economía. "Constantemente están robando los suministros de gas y, por tanto, robando dinero de nuestro presupuesto y nuestros ciudadanos. Enfatizan que buscarán otros proveedores en el futuro", aseguró. Asimismo, avisó de que los países europeos "están acostumbrados a vivir sin cuidado a expensas de Rusia" por lo que no está claro que "estén listos" para deshacerse de esa dependencia. 

Uno de los grandes dependientes energéticos de Rusia, Alemania, ha prometido "apoyo a largo plazo" para Ucrania y dice que "no hay tabúes" sobre el envío de armas y material bélico y además, su ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, anunció que el país dejará de importar petróleo ruso antes de que acabe el año. Esto abriría la puerta a un bloqueo total del crudo a nivel europeo, como ya se ha acordado hacer con el carbón.

La invasión rusa de Ucrania, por otro lado, también entra en contacto directo con la segunda vuelta de las elecciones francesas, que tendrá lugar este domingo. Así, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha pedido a la candidata de derecha radical, Marine Le Pen, que reconozca su "error" por haber apoyado a Putin. A la vez, Zelenski ha reivindicado sus buenas relaciones con Macron. El todavía inquilino del Elíseo aseguró hace días que está "listo para viajar a Kiev" en las próximas semanas siempre y cuando revalide su victoria.

El frente humanitario también sigue siendo preocupante y de hecho el dato de refugiados huidos de la guerra en Ucrania ha superado este miércoles el umbral de los cinco millones, un hito que ya temía la ONU en los días posteriores a la invasión. De todas, más de 2,8 millones de personas ha llegado a Polonia, pero Naciones Unidas ha registrado también 757.000 llegadas a Rumanía, 471.000 a Hungría, 427.000 a Moldavia y 343.000 a Eslovaquia. Además, unas 550.000 personas han llegado a Rusia, si bien las autoridades locales elevan el dato por encima de 800.000.

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