Francia elige en las urnas entre dos modelos: la continuidad que representa Macron... o un giro radical desconocido

Macron, Le Pen, Melenchon, Hidalgo.
Macron, Le Pen, Melenchon, Hidalgo.
Carlos Gámez
Macron, Le Pen, Melenchon, Hidalgo.

Francia no se juega tanto 'su ser o no ser', sino qué ser durante al menos los próximos cinco años. La división para la primera vuelta de las presidenciales del 10 de abril es total, con un escenario descompensado en función de a quién se pregunte. Para la derecha (radical) son las elecciones de la oportunidad, con Marine Le Pen tratando de asegurar su plaza en la segunda vuelta y al mismo tiempo acercándose a Emmanuel Macron; con Eric Zemmour tratando de sentar las bases de cara a 2027 y con Valerie Pécresse preguntándose todavía cómo hacer las cosas.

En la izquierda, los comicios son los de la supervivencia. Solo Jean Luc Melénchon, escorado en el extremo, tiene opciones. La socialista Anne Hidalgo y el verde Yannick Jadot simplemente aspiran a que el dolor sea lo menos agudo posible. Están hundidos en las encuestas y son casi inexistentes para el votante medio. En el centro aguanta, quién si no, un Macron que quiere cinco años más en el Elíseo y que promete lo que, dice, no pueden dar sus rivales: estabilidad. Con todo, Macron y Le Pen llegan, como favoritos, separados por muy poco en los sondeos. Y en realidad, ¿qué se juega Francia el 10 y el 24 de abril?

¿Por qué el 'modelo' Macron?

Emmanuel Macron se juega su continuidad y, con ello, Francia se juega seguir apostando por un modelo "atrápalo todo" como el que ejemplificó Angela Merkel en Alemania. Esto es: una propuesta transversal que abarque a votantes de todos los espacios ideológicos. "Francia es de izquierdas y es de derechas", dijo el presidente en uno de sus pocos actos de campaña, parafraseando a De Gaulle, cuya figura representa para todos los candidatos la Francia fuerte y presente en la esfera global.

Macron ha decidido reducir su campaña de la primera vuelta al mínimo, con un solo gran acto celebrado en París el pasado sábado. El reciento estaba a rebosar y el candidato dejó de ser presidente por un momento para apelar a la ecología, el trabajo, el mérito, la salud, la defensa, la seguridad, los valores de la UE, la igualdad entre hombres y mujeres y la educación. Es decir, todos los temas habidos y por haber. Su discurso, de tres horas, terminó con un mensaje: "Estamos ante una nueva época para Francia y para Europa". Macron espera además que el descontento social hacia él, canalizado por las fuerzas más radicales, quede en un segundo plano y brille mucho más su papel de mediador en la guerra en Ucrania y su imagen de líder total en la Unión Europea. 

Brechas de clase y generacional

Francia tiene en Macron candidato y presidente al mismo tiempo, pero aunque quede lejos, el poso por ejemplo de las revueltas de los chalecos amarillos sigue latente: la brecha en Francia es importante, tanto a nivel de clase como a nivel generacional. Macron se lleva el voto de las clases medias y altas, urbanitas, pero las elecciones pueden decidirlas los electores enfadados. Luis Rodrigo de Castro, profesor de Derecho Internacional de la Universidad CEU San Pablo, explica a 20minutos que ese escenario "poco convencional beneficia a Macron" y además "hay que contar con que ahora mismo Francia ocupa la presidencia rotatoria del Consejo de la UE".

Macron ahora está ejerciendo de líder en esa dimensión europea y además Merkel ha desaparecido de la ecuación

"Macron ahora está ejerciendo de líder en esa dimensión europea y además Merkel ha desaparecido de la ecuación", prosigue, y en este sentido añade que "las encuestas están reflejando que el votante medio entiende ese liderazgo y la diferencia en favor de Macron es de hasta seis puntos sobre Marine Le Pen en alguna encuesta". En caso de victoria, el papel de Macron a nivel de la UE se va a terminar de consolidar. Habrá continuidad de modelos en el eje franco-alemán.

La derecha se radicaliza... ¿porque lo hace la sociedad?

Es precisamente el voto de los 'olvidados' el que busca una derecha radicalizada y por momentos extremista. Marine Le Pen, favorita para compartir cartel con Macron en la segunda vuelta, quiere trasladar una imagen de moderación, beneficiada por la aparición en el escenario de Eric Zemmour. Le Pen apela al francés medio cabreado, que se siente huérfano de opciones políticas, mientras el polemista representa el voto más identitario. Zemmour, ya condenado por delitos de odio, se ve sin opciones esta vez, pero su objetivo real es sentar las bases de cara a 2027, cuando Macron ya no aparecerá en escena.

En una radiografía rápida, la derecha radical francesa aspira a convencer a las clases más desfavorecidas, a los jóvenes que votan por primera vez y a quienes, de un modo u otro, creen en las teorías conspirativas (esto sobre todo en el caso de Zemmour). De hecho, el outsider es firme defensor de la teoría del gran reemplazo, que avisa de que hay un "plan global" para suplantar la identidad occidental por la islámica paulatinamente. Con ese planteamiento también han coqueteado tanto Le Pen como Valerie Pécresse, la candidata de los Republicanos que no ha encontrado su espacio en ese esquema.

En Francia la derecha moderada ya no existe como tal, y de hacerlo es un voto que se lleva Macron, como ya pasó en 2017. Pécresse tuvo la opción de competir con el presidente, pero acabó escorándose hacia el extremo. Y ahí tres nombres son multitud. Le Pen, con todo, va con ventaja y apenas ha notado el desgaste por sus vínculos con Vladimir Putin. En plena guerra en Ucrania, muchas voces han recordado la cercanía de RN (en otros tiempos Frente Nacional) con el Kremlin, que incluso ha llegado a financiar la campaña de Le Pen. Zemmour tampoco esconde su simpatía por el presidente ruso, al que calificó como "un gran líder" solo un mes antes de la invasión.

Hay un descontento de la sociedad francesa con el establishment político

Arsenio Cuenca, doctorando en el EPHE y colaborador en El Orden Mundial, argumenta que la radicalización de la derecha francesa "es una cuestión política y no social". Cuenca explica que "hay un descontento de la sociedad francesa con el establishment político, representado primero por Hollande y más tarde por Macron, y una buena representación de esto es el movimiento de los chalecos amarillos, aunque no se haya capitalizado a nivel político más allá de frenar en un primer momento las medidas que Macron intentaba implementar".

"Lo que hay es una ultraderechización de la clase política y sobre todo del debate mediático", añade el analista, poniendo como ejemplo la proyección de Eric Zemmour. "Hay que tener en cuenta toda la exposición mediática que tienen todos los candidatos de extrema derecha" y por eso "todas esas ideas empiezan a ser retomadas por otras figuras del espectro político que van de la derecha republicana pasando por el Gobierno de Macron". El problema, para Cuenca, "es político" porque "la sociedad francesa está completamente desencantada".

Sobre las opciones de Le Pen -dando por hecho que pasará a segunda vuelta-, Cuenca avisa de que "en un 'superdebate contra Macron tiene las de perder", aunque no parece que vaya a celebrarse. "Pero si llegado el caso hiciera un buen debate provocaría seguramente una abstención tan grande que impida un 'frente republicano' contra la extrema derecha". En cualquier caso, el experto apunta que los sondeos no reflejan del todo la realidad: "Es poco probable que gane Le Pen".

La izquierda que no cabe

El peor panorama en las elecciones es el que se le presenta a la izquierda. La sociedad francesa no solo se ha fracturado, sino que se ha ido hacia los extremos. De hecho, solo Jean Luc Melenchon, el candidato de la izquierda radical, tiene opciones para entrar en segunda vuelta. La socialista Anne Hidalgo y el candidato de los Verdes, Yannick Jadot, están hundidos en las encuestas y tampoco se cuenta en la lista con Fabien Roussel, la opción del Partido Comunista. La izquierda directamente no cabe en estas elecciones.

Francia atraviesa una crisis social que ha derivado en desafección. Según los sondeos, los problemas sociales, el medioambiente y la identidad son las tres grandes preocupaciones de los ciudadanos, pero la izquierda no ha sabido canalizar los dos primeros asuntos, otrora propios de sus agendas. Ni Hidalgo con una agenda municipalista y presumiblemente cercana ha podido trasladar su perfil fiable como alcaldesa de París a lo nacional. Jadot, eurodiputado desde 2009, podría encadenar otro fracaso tras su mal resultado en 2017. En cambio, Melenchon llega a la fase decisiva en buena forma: hace cinco años se quedó a las puertas de la segunda vuelta y ahora se ha elevado como especie de 'tercera vía' ante Macron y Le Pen, aunque la losa de su equidistancia frente a Rusia y su discurso anti OTAN pueden terminar de empujarle fuera de las quinielas.

El Partido Socialista se ha desinflado, algo que venía ya de Hollande al prometer cosas que luego no pudo hacer

Ante este escenario, Alba Moreno, periodista, politóloga y creadora del podcast Elegidoz sobre las elecciones comenta que el problema de la izquierda francesa "ha estado sobre todo en que el Partido Socialista se ha desinflado, algo que venía ya de Hollande al prometer cosas que luego no pudo hacer". Para Moreno, el PS "ha quedado a la deriva" e Hidalgo "se presenta mirando más a las elecciones de 2027 porque además en 2026 se acaba su mandato como alcaldesa". Pero, en cambio, "no contaba con un descalabro tan grande, y menos habiendo sido un partido dominante antes de 2017".

Por otro lado, añade, el PS contaba "con apoyarse en los buenos resultados en Alemania y Portugal", pero no va a ser así. En el caso de los Verdes, "Macron ha sido mucho más práctico para llevar las propuestas propias del ecologismo". En palabras de Moreno, el partido "no ha sabido adaptarse a lo que la sociedad está demandando en este momento", cosa que en Alemania sí ha pasado.

En Francia lo que está en juego es un modelo: la continuidad o el cambio, pero no a secas. La primera no estaría exenta de grandes retos para Macron y el segundo sería del todo radical puesto que no hay opciones moderadas que puedan llegar al final de la carrera. Macron, Le Pen, Melenchon, Zemmour o Pécresse, con Hidalgo, Jadot y Roussel a más distancia. Muchos nombres para un solo lugar en el podium. En la meta espera el Elíseo

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