La UE contraataca a la "guerra híbrida" de Putin: estudia limitar el precio de la energía o cerrar el grifo del gas ruso

  • España se alinea con Bruselas, que acusa a Moscú de recortar la llegada de gas desde primavera y "falsear" datos.
  • Menos gas aumenta el precio, encarece la cesta de la compra y desata protestas sociales: esto también es guerra 'híbrida'.
Un empleado de Gazprom trabaja en la estación de medición de gas de Studzha.
Un empleado de Gazprom trabaja en la estación de medición de gas de Studzha (Bielorrusia).
M.S / EFE
Un empleado de Gazprom trabaja en la estación de medición de gas de Studzha.

Mucho antes de que el 24 de febrero Rusia lanzara los primeros ataques sobre Ucrania, Vladimir Putin empezó a librar otra guerra, mucho más discreta y sibilina bajo territorio de la UE. Allí, en canalizaciones y almacenes subterráneos de gas, es donde la UE identifica el momento y el lugar donde empezó la ofensiva rusa, que se plasma de la manera más dramática sobre civiles las ciudades ucranianas, pero que está encareciendo el precio de la energía hasta elevar el precio de la cesta de la compra para los consumidores, mermando a las empresas y generando protestas como las de estos días de los transportistas en España o la manifestación del campo prevista para este domingo en Madrid. Ante lo que considera un primer acto de guerra, la UE buscará la semana que viene cómo contraatacar, fijando precios máximos a la energía o, incluso, cerrando el grifo al gas ruso, precisamente el reverso del miedo que en las últimas ha llevado los precios a máximos históricos: que lo hiciera Moscú.

La Comisión Europea acusa sin tapujos a Rusia de disminuir sus exportaciones de gas a la UE mucho antes de que sus bombas cayeran sobre Ucrania en la propuesta que han planteado a los Veintisiete de "acción conjunta para una energía más asequible, segura y sostenible". Y países europeos como España mantienen estas mismas sospechas de acciones que perfectamente pueden situarse dentro de los esquemas de lo que se ha llamado en llamar "guerra híbrida", mediante métodos alternativos al más clásico, que es el ataque militar.

"Sí, absolutamente, ese componente del tema de gas formaría parte de ese conjunto de guerra híbrida", afirma Alberto Quián, experto en esta materia y profesor colaborador de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Univesitat Oberta de Catalunya. 

Aunque tímidamente, el documento de la Comisión menciona la posibilidad de poner "límites temporales" a los precios a la energía o incluso a "optimizar el diseño del mercado de la energía", en lo que España y otros países ven un hueco para pedir el desacoplamiento del precio del gas del resto de la energía. En todo caso, en lo que sí entra la Comisión más a fondo es en la preparación de las reservas de gas de la UE de cara al próximo invierno, donde carga sin miramientos contra el peligro que supone dejar esta tarea al gigante ruso Gazprom, al que además acusa de "falsear" las reservas en Europa.

Sospechas y acusaciones

Así, Bruselas quiere que las reservas de gas de los países estén al 90% antes de cada invierno y que esto se asegure con empresas europeas, El almacenamiento de gas debe ser considerado "una infraestructura crítica" y se deben tener en cuenta "los riesgos inherentes a la propiedad de la infraestructura del gas".

Hasta entonces, la Comisión continúa una "investigación sobre el mercado del gas en respuesta a las preocupaciones relativas a posibles falseamientos de la competencia por parte de empresas activas en los mercados europeos del gas, especialmente el proveedor ruso Gazprom", acusa en su comunicación a los Veintisiete.

El motivo de estas sospechas es un "comportamiento empresarial inusual", según el cual las reservas reales de gas de Gazprom en Europa llevarían meses siendo mejores de las que la empresa declaraba. "El nivel medio de almacenamiento gestionado por Gazprom en la UE se sitúa en torno al 16%, mientras que el no gestionado por Gazprom es del 44%". La Comisión apunta a una "posible conducta comercial contraria a la competencia" por parte de la empresa rusa, propietaria de los grandes gaseoductos que llegan a la UE.

Ante estas sospechas y acusaciones veladas, gobiernos europeos como el español no han tardado el recoger el argumento, apuntando a una intencionalidad en la reducción de las importaciones del gas ruso a Europa como un primer paso que meses después se ha materializado de forma 'clásica' en la invasión de Ucrania.

La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, así lo apunto esta semana en el Congreso, donde ante una respuesta sobre el alto precio de la energía que penaliza a la industria cerámica, recordó a sus señorías "un dato que explica algo". "Con arreglo a los inventarios agregados de almacenamiento en Europa, desde la primera de 2021 se produjo una caída drástica de la procedencia del gas ruso hacia Europa a la vez que se aumentaban drásticamente los precios del gas ruso a Europa y en los mercados internacionales". A ojos de Ribera, esto explica dos cosas: "La primera, que es muy probable que [Putin] estuviera ya preparándose para la guerra y la segunda, por qué el precio de la electricidad y las materias primas energéticas se viene incrementando desde mucho antes de la invasión de Putin [sobre Ucrania]".

Como esta ministra, también el presidente, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, han abundado en la idea del ataque previo sobre el gas en los últimos días. El pasado viernes, en Roma, Sánchez pidió una decisión europea para bajar los precios de la energía, porque "por desgracia hemos comprobado que no es una cuestión temporal, circunstancial ni, por supuesto, inocente".

Malestar social

En realidad, no ha habido desabastecimiento de gas ruso en la UE, sobre todo en países distintos a España, que solo importa el 5% del total que consume, y se ha seguido comprando esta materia prima a Moscú. Sin embargo, el estrangulamiento que denuncia Bruselas de las importaciones desde hace meses ha contribuido a la sensación de "miedo" a que Rusia pueda terminar cerrando el grifo. Ya solo con eso, los precios han subido, encareciendo la producción de electricidad, que ya se traslada a la cesta de la compra de los consumidores o al carburante. Esto ha provocado el malestar que, por ejemplo en España, se está viendo en la huelga de transportistas -que puede provocar desabastecimiento- y en la manifestación de agricultores, ganaderos y cazadores prevista convocada este domingo en Madrid.

Para Quian esto puede considerarse "una cadena lógica" de la desestabilización que busca quien lanza una 'guerra híbrida', ya sea mediante la ciberguerra, por medios diplomáticos o, como parecer ser el caso, el gas.

Ante esta situación, en la UE hierben dos debates, que deberían dar algún resultado en el Consejo Europeo de la semana que viene. A medio plazo, Bruselas apremia a los Estados miembros a asegurar casi el 100% de sus reservas de gas con empresas europeas antes de que llegue el próximo invierno para no depender de Gazprom y sus "faseadas" reservas en la UE. 

En lo más inmediato, España, Italia, Portugal, Grecia o Polonia advierten de que no hay tiempo que perder -y que, de hecho, "vamos tarde"- para que la UE separe el alto precio del gas del precio del resto de energías, de modo que estas no tengan que pagarse tan caras. El Gobierno considera que la caída de los precios de la electricidad -que ronda los 200 euros MWh, elevado pero lejos de los más de 500 que llegó a marcar a principios de marzo- se debe a la sola advertencia de que se fijará un precio máximo, que podría ser de 180. Además, los Estados miembros ya estudian dar un paso más en su escalada de sanciones contra Rusia y podrían suspender las importaciones de gas desde este país y por las que siguen pagando millones y millones de euros a Moscú, a pesar de todas las condenas a su ataque sobre Ucrania.

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