Etólogo clínico, el profesional que nos ayuda a tratar los problemas de comportamiento en nuestras mascotas

Existen razas predispuestas a sufrir ciertas enfermedades.
Un perro en una consulta veterinaria.
GTRESONLINE
Existen razas predispuestas a sufrir ciertas enfermedades.

Son muchas las profesiones relacionadas con los animales y, posiblemente "veterinario" sea la respuesta más común, junto a médico, astronauta y futbolista, que los más pequeños contesten a la pregunta "¿Qué quieres ser de mayor?. Sin embargo, la veterinaria es un área muy extensa, llena de especializaciones, por ello, hoy vamos a hablar de una de ellas, la relacionada con la etología clínica.

"La etología clínica o medicina del comportamiento es una rama que se encarga de los problemas del comportamiento de los animales dentro de la veterinaria", explica la doctora Ángela González Martínez, especialista en Medicina del comportamiento por el European College of Animal Welfare y Behavior Medicine, máster en Etología Clínica y Bienestar Animal por la Universidad de Zaragoza y responsable del Servicio de Etología del Hospital Veterinario Universitario Rof Codina en Lugo. 

Formarse como etólogo clínico

Cuando nos hablan de comportamiento en animales, concretamente en perros, se nos viene rápido a la mente el concepto de "educador canino", que es como se tiende a denominar en los últimos años a los adiestradores caninos y cuya labor es muy útil para mejorar las convivencia con nuestros compañeros cuadrúpedos y profesión extendida alrededor del mundo, sin embargo, ser educador canino no es ser etólogo canino

Lo recomendable es que acudir al veterinario.
Imagen de archivo de un cachorro acudiendo a una consulta veterinaria.
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"La formación es diferente. Por ejemplo, aunque puedes formarte como educador canino de diversas formas, la profesión no está reglada como tal, por lo que puedes encontrarte grandes profesionales muy bien formados de forma privada pero, también puede atenderte cualquiera que haya hecho un curso de un mes", opina González. "Además, los educadores no tienen los conocimientos veterinarios necesarios para establecer un buen diagnóstico, ni pueden recetar medicamentos. No obstante, creo que, en cuanto a un tratamiento, lo idea es que ellos y nosotros, los etólogos clínicos, trabajemos juntos, ya que ambos papeles son importantes", añade.

"Lo ideal es que los educadores caninos y  los etólogos clínicos trabajemos juntos, ya que ambos papeles son importantes"

En cuanto a la formación en etología clínica, en España puedes empezar cursando el Grado de Veterinaria para después realizar un máster o posgrado. También puedes acreditarte como etólogo clínico a través de la Asociación Veterinarios Españoles Especialistas Pequeños Animales (AVEPA) y, si quieres obtener la mayor especialización, puedes sacarte la diplomatura europea del comportamiento en el European College of Animal Welfare y Behavior Medicine.

La bióloga y también etóloga Paula Calvo explica que también hay profesionales etólogos que no son veterinarios, agrupados bajo la Asociación Profesional Multidisciplinar de Etología Animal de la que es presidenta que también tienen su formación académica (es obligado una licenciatura en Ciencias de la Salud, la mayoría vienen de la Biología, la Psicología o la Medicina), máster en etología clínica y doctorados que se dedican al comportamiento y a la modificación de conducta, y lo hacen como etólogos, no como educadores caninos, pero sin ser veterinarios. 

La etología clínica aplicada al día a día

Cuando eres un etólogo clínico "atiendes animales con problemas de comportamiento, ya estén causados por motivos normales o simplemente sean molestos para el tutor", cuenta la doctora en etología. "En cualquier caso que tratamos, lo primero que hacemos es un anamnesis, una exploración del animal y la realización de las pruebas clínicas pertinentes para descartar que ese cambio en el comportamiento normal del animal sea debido a un problema biológico", explica.

Aunque Ángela trata muchos casos diferentes en su día a día, uno de los "más sencillos" es el relacionado con los perros que se orinan en casa al sobrepasar el año de edad. "En esta ocasión, nosotros tenemos que hacer primero una analítica para ver si hay algo físico que esté provocando que el animal haga eso. Si está sano, entonces proporcionamos unas pautas de comportamiento al dueño para que las siga y evitar así que el perro se orine en casa", relata.

"Otro ejemplo son los casos de agresividad a personas desconocidas. Aquí se hace una anamnesis más extensa, se realiza la exploración del perro y si todo está en orden tenemos que averiguar por qué el can se comporta de esa manera. Normalmente si nuestra mascota es agresiva es porque está estresado y sufriendo, por ello a veces recetamos mediación que disminuya esa agresividad, para que el animal no lo pase mal", detalla la doctora en etología.

Además, estos casos suelen requerir de terapia: "Hay que intentar habituar al animal al uso del bozal, que le guste en la medida de lo posible y hacer sesiones de terapia con personas, intentando que el perro asocie algo positivo, como puede ser la comida o un premio, con las personas, para que poco a poco deje de comportarse de manera agresiva".

Paula Calvo añade como otro problema frecuente a tratar la anteriormente conocida como ansiedad por separación, "ahora se habla de trastornos relacionados con la separación", explica para referirse a "cuando el perro o el gato sufre la ausencia de su familia humana", destacando que puede tener diferentes causas y por tanto diferentes enfoques. "Durante mucho tiempo se pensó que se producía por un hiperapego, pero la labor de un etólogo es precisamente determinar si realmente te hecha de menos o si se trata de un perro con miedos, por ejemplo a los ruidos, que necesita a su familia como soporte emocional cuando está solo o traumas asociados a quedarse solo en casa por ejemplo". 

Para terminar, Calvo habla de las fobias o miedos, como por ejemplo a salir a la calle a pasear o que tenga a determinadas personas o perros (miedo social), que dificulta su día a día e impide que la familia pueda tener una vida normal con él: "Es también tratable, es una conducta que se puede modificar. Eso sí, como en las personas lleva su tiempo y hay que hacer una desensibilización progresiva". 

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