Había dudas al respecto, pero finalmente Pablo Casado ha acudido al Congreso de los Diputados. El todavía presidente del Partido Popular (PP) no ha faltado este miércoles a la sesión de control al Gobierno, pese a que durante el día de ayer se produjo una cascada de dimisiones en su círculo más próximo -entre ellas la de Teodoro García Egea, su secretario general- que solo le dejan una salida: aceptar su marcha y la convocatoria de un Congreso Extraordinario para elegir una nueva dirección. Quizá pensando en eso, ha realizado una corta intervención en la que ha reivindicado la defensa "de los nobles principios y valores" y, también, "la entrega a los compañeros". Tras una ovación cerrada de su grupo parlamentario -que también le ha abandonado-,dejó el escaño seguido inmediatamente por sus fieles Pablo Montesinos, Ana Beltrán y Antonio González Terol.

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Pese a la pregunta que tenía registrada versaba sobre los "sacrificios" que estaba dispuesto a hacer el presidente Pedro Sánchez para mantenerse en La Moncloa -donde seguirá al menos hasta finales de 2023, tras "garantizar" que no pulsará el botón del adelanto electoral-, el todavía líder del PP ha reorientado la formulación para reivindicar, el día en el que se cumplen 41 años del fallido golpe de Estado de 1981, la democracia española y la labor de su formación, "casa de las víctimas de ETA y de donde proceden cuatro de los siete padres de la Constitución Española". No obstante, su intervención, de alrededor de tres minutos, también ha estado plagada de mensajes subliminales hacia los suyos, que ya esperan que el presidente de la Xunta de Galicia dé el paso y coja el AVE a Madrid para ponerse al frente de los 'populares'.

Casado ha reivindicado el papel de la sociedad española, que "ha sido capaz de construir una de las grandes democracias del mundo" y ha evocado a sus propias palabras en el debate de investidura de Sánchez: "Nuestra responsabilidad era ensanchar el espacio de la centralidad para que tanto el PP como el PSOE pudiéramos ganar en él, sin necesidad de pactos con los que no creen en España", ha asegurado, en referencia a las alianzas de Sánchez con ERC o EH Bildu, con las que Casado ha sido muy duro en sus casi cuatro años al frente de la formación conservadora.

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En este punto, ha reivindicado la trayectoria del partido que todavía dirige -esta tarde se reunirá con los presidentes regionales para valorar su situación-, "en el que militaron cuatro de los siete padres de la Constitución, motor de millones de empleo, casa de las víctimas de ETA". Así, el líder de la oposición, al que ayer Moncloa todavía reconocía como "interlocutor", ha asegurado que el deber, tanto suyo como de Sánchez, es "devolver tranquilidad a nuestros mayores, esperanza a nuestras familias e ilusión a nuestros jóvenes". 

Tras ello, ha lanzado un mensaje en clave interna para reivindicar "la política desde la defensa de los más nobles principios y valores, respeto a los adversarios y entrega a los compañeros". "Todo para servir a España y a la causa de la libertad", ha finalizado, dando paso a una ovación de sus diputados. Sánchez ha recogido el guante y le ha deseado "lo mejor en lo personal". No obstante, pronto ha criticado la oposición realizada por Casado, que ha caído, en su opinión, "en la descalificación constante, negando un principio democrático como es la legitimidad del Gobierno" para reivindicar la actitud del Ejecutivo con la crisis interna del PP, cuya premisa ha sido no hacer sangre. "Nosotros no vamos a actuar así, tenemos muy clara nuestra responsabilidad. España necesita estabilidad y recuperación económica", ha proclamado el presidente, que se ha comprometido a no adelantar las elecciones generales, previstas para finales del próximo año.