Aitziber L. Cortajarena: "Cuanto más avanzamos en la carrera científica, más baja es la representación de las mujeres"

Aitziber López Cortajarena es la nueva directora científica del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales, CIC Biomagune.
Aitziber López Cortajarena es la nueva directora científica del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales, CIC Biomagune.
CEDIDA
Aitziber López Cortajarena es la nueva directora científica del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales, CIC Biomagune.

Aitziber López Cortajarena fue nombrada directora científica del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales (CIC Biomagune) en enero de este año. Es la única mujer investigadora principal en el centro con sede en San Sebastián (País Vasco) y, pese a que reconoce que recibió el cargo con algo de "vértigo", asume el reto como una oportunidad para aportar su granito de arena en el progreso hacia una ciencia más diversa, más paritaria y sostenible. 

Bilbaína (1975), se doctoró en Bioquímica por la Universidad del País Vasco en 2002, y trabajó como becaria postdoctoral en la Universidad de Yale (Estados Unidos) sobre el diseño, la estructura y la función de las proteínas. En 2006, fue científica visitante en el Instituto Weizmann (Israel), para continuar más tarde su trabajo en Yale como investigadora asociada. Habiendo pasado por Madrid, se incorporó en 2016 a CIC biomaGUNE y en 2019 fue premiada por Ikerbasque en reconocimiento a su trayectoria profesional como investigadora y por sus aportaciones científicas.

Cortajarena, que se leyó la biografía de Marie Curie con apenas 16 años, charla con 20minutos con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Atiende a este diario por teléfono, entre una reunión en su centro y una clase que imparte en Bilbao.

Hace menos de un mes pasó a estar al frente de la dirección científica del CIC Biomagune ¿Qué supone para usted este cambio a nivel profesional y personal?

Es un progreso y un avance, pero también es un reto, ya que ahora me voy a tener que dedicar a asuntos que van más allá de la investigación que hago en mi grupo. Cuando surgió la posibilidad, al principio me dio un poco de vértigo, pero me gusta asumir nuevos retos y poder seguir progresando, tanto personal como profesionalmente. A nivel profesional, yo soy científica y mi pasión siempre ha sido la ciencia. Es verdad que en  esta carrera hay un momento en el que cada vez tienes unos cargos que implican quizás menos ciencia y más gestión, pero a la vez me parece bonito porque tu visión y tus decisiones pueden tener un impacto global más allá del laboratorio. Esto para mí es positivo y por eso me lancé a ello.

Es experta en ingeniería de proteínas. ¿En qué consiste exactamente ese ámbito y por qué es importante?

Trabajamos en generar proteínas de diseño en el laboratorio. Es importante porque nos inspiramos en la naturaleza. En los sistemas vivos, las proteínas son las moléculas clave. Nuestras células y nuestra vida depende de esas funciones de las proteínas, que son muy diversas. Entonces, inspirándonos en esa complejidad que existe en la naturaleza (la seda de la tela de araña, por ejemplo, es un material formado puramente por proteínas), vemos el potencial de poder replicarlo en un laboratorio. ¿Podemos generar en el laboratorio esa 'biología sintética' que imita a la naturaleza y empezar a generar herramientas basadas en proteínas? Otro ejemplo de tipo de proteínas serían los anticuerpos. Pues nosotros hacemos proteínas similares, pero más sencillas, que puedan tener la misma función y servir como agentes terapéuticos. 

Pero también estamos aplicándolo a la tecnología. Hay materiales con propiedades muy interesantes que están hechos de proteínas. Ahora tenemos un proyecto europeo de generar proteínas conductoras y estamos pensando en llevarlas a tecnologías de bioelectrónica. Si tenemos esas proteínas con propiedades conductoras buenas, podríamos sustituir a los elementos que utilizamos ahora como conductores y semiconductores. Esto es bueno porque son moléculas biodegradables, sostenibles, no dependemos de materiales raros, de explotación de recursos naturales limitados. 

¿En qué momento supo que se quería dedicar a la ciencia?

Yo siempre digo que me siento un poco como una científica circunstancial. Cuando estudiaba, sabía que me gustaban las ciencias. Luego empecé a estudiar biología y me especialicé en bioquímica. Pero incluso estudiando la carrera yo no visualizaba una profesión científica como una salida profesional. No fue hasta que no empecé a trabajar en un laboratorio de investigación en la universidad cuando vi que puedes tener una carrera profesional muy competitiva y a la vez muy gratificante. He ido descubriendo poco a poco mi propio camino, haciendo las cosas que me gustan y descubriendo este mundo.

¿Por qué razones no visualizaba un futuro científico? 

Porque no tenemos modelos. Cuando eres adolescente y piensas, por ejemplo, en un médico, visualizas lo que haces o tienes referentes en tu entorno. Pero con la ciencia, pensamos siempre en un científico y no en una científica, y tenemos el imaginario de esa persona abstraída, esa concepción de 'científico loco'; además de que tampoco vemos ejemplos en la realidad. La gente no sabe qué hacemos aquí dentro del centro. No visualiza que somos también personas, que somos científicos y que es una profesión. Yo creo que por la falta de referentes, principalmente. Y lo aislada que ha estado también la ciencia de la sociedad.

¿Puede empezar a cambiar esta tendencia a raíz de la pandemia?

Creo que sí. Una lectura positiva de la pandemia es cómo se ha visto en directo el hacer de la ciencia, y cómo se han ido resolviendo problemas a través de ella. Incluso ahora hablamos de PCR, de test serológicos, empezamos a entender que la raya rosa que sale en los test de antígenos está formada por nanopartículas… y esto empieza a llegar a la sociedad. De hecho, es sorprendente porque todos los días interaccionamos con tecnología, ya que prácticamente todos los avances sociales han venido de descubrimientos científicos básicos. Lo que pasa que no somos tan conscientes de ello y esto sí que lo ha puesto de relieve.

"Nos centramos en motivar a las niñas a que entren en carreras científicas, pero también hay que garantizar que tengan las mismas oportunidades"

¿En algún momento se llegó a plantear que el hecho de ser mujer podía suponer un problema para alcanzar su sueño? 

No fui consciente hasta muy avanzada mi carrera. En parte por esa falta de referentes y por no tener tampoco una idea muy clara. Sí que es verdad que la representación de hombres y mujeres en ciencia, a nivel de estudiantes y doctorados, es muy igualitaria e incluso en carreras biomédicas hay más estudiantes mujeres. Entonces, ahí nunca te ves como una minoría. Además, tuve la enorme suerte de que tanto mi directora de doctorado, como mi supervisora postdoctoral en Estados Unidos, fueron mujeres. En ese momento tampoco le di mayor importancia, pero creo que en una reflexión ahora ha tenido un impacto positivo en mi carrera. 

No fue hasta los momentos donde empecé a avanzar en mi carrera científica cuando me di cuenta de que iba pasando a formar parte de esa minoría de mujeres. Las mujeres no somos una minoría en la sociedad, sin embargo, cuando llegas a un nivel como el que estoy yo, liderando un grupo consolidado, la representación de mujeres es bajísima. Yo soy la única investigadora líder del grupo en mi centro, por ejemplo. Ahí sí que lo he vivido en mi propia carne, el andar por esa gráfica que solemos ver del llamado "efecto tijera" o  la "tubería que gotea". Pasé de estar haciendo el doctorado en un cincuenta por ciento o más siendo mujeres, a ser ahora la única investigadora líder del grupo en mi centro. Es entonces cuando te empiezas a dar cuenta, al estar en un entorno donde cada vez estás más aislada, porque todos tus compañeros son hombres. 

"No nos podemos permitir que la mitad del talento no esté entrando en el desarrollo científico-tecnológico"

Ese denominado también "efecto tijera" se ve reflejado en estudios que señalan que, en los centros de investigación, las mujeres al frente apenas representan el 23%.  ¿Cuáles cree que son las razones de origen que explican esa tendencia?

Yo creo que es un problema multifactorial. No lo podemos simplificar. Una cosa que está clara es que es un problema en todos los ámbitos, no solo en la ciencia, y en todos los países y en culturas muy diferentes. Es una tendencia que viene en gran parte de todos los sesgos que hay a nivel social, que van penalizando el progreso de las carreras de las mujeres. Nos centramos en motivar a las niñas a que entren en carreras científicas, pero yo pienso que también hay que garantizar que las personas que entren tengan las mismas oportunidades, y esto ahora no está pasando. Los problemas de conciliación también afectan, así como los sesgos que claramente se ha demostrado en evaluaciones donde currículos iguales son evaluados mucho peor por el hecho de ser mujer cuando se ven los nombres de los participantes. Todos esto va haciendo que en cada paso sea más difícil continuar o ascender, en un camino como el de la ciencia, que no es complicado ya de por sí.

El ámbito de la tecnología, en el que ustedes trabajan en cierta parte, es uno de los campos en los que menos investigadoras hay. En 2019 solo el 12% de investigadoras trabajaban en áreas de ingeniería y tecnología, siete puntos menos que en 2015. ¿Corremos el riesgo de que muchas mujeres se queden atrás en un sector que será clave en el futuro? 

Más que el riesgo de que se queden atrás, creo que corremos el riesgo como sociedad de perder el 50% del talento potencial que tenemos y la diversidad necesaria para abordar problemas complejos y tener equipos competitivos. A la vez esto viene porque estamos dejando a las mujeres fuera por el marco actual. Yo intentaría hacer la reflexión de que no nos podemos permitir que la mitad del talento no esté entrando en el desarrollo científico-tecnológico, que es será cada vez más importante para abordar los retos del futuro cercano.

Aitziber López Cortajarena es la nueva directora científica del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales, CIC Biomagune.
Aitziber López Cortajarena es la nueva directora científica del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales, CIC Biomagune.
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En esa línea, la integración de la dimensión de género en los proyectos de I+D es todavía insuficiente. Se habla de cómo afecta luego esto a las propias mujeres, como ha pasado, por ejemplo, con la vacuna contra la covid, que pese demostrar ser segura y eficaz,  ha provocado alteraciones en la menstruación de algunas mujeres. 

La perspectiva de género es necesaria, se ha obviado durante décadas y ahora hay políticas muy claras -desde la Unión Europea hasta estatales- para que esto se considere en todos los proyectos. Tiene gran impacto en aplicaciones biomédicas, ya no solo respecto a mujer y hombre, sino también en diversidad étnica. Porque, al final, fisiológicamente tenemos diferencias y es algo clave a tener en cuenta a la hora de evaluar esa preclínica y los ensayos clínicos. Lo mismo ocurre con otros ámbitos, como en el de tecnologías que pueden impactar de forma diferente a hombres y mujeres. Tenemos que abrirnos a esa diversidad, y dejar atrás esa falta de miras de considerar que ya es suficiente con abordarlo todo como un problema único que afecta a los hombres blancos. 

¿Faltan todavía referentes femeninas en los libros de textos, en los colegios, en las universidades?

Sí.  Ahora es un ámbito en el que se está trabajando mucho, pero yo creo que tenemos que seguir visibilizando y se verá que el trabajo está hecho cuando preguntemos a un niño o una niña que nos dibuje a un científico o una científica y no ponga su género y un estereotipo; cuando preguntemos por nombres relevantes y nos sea igual de fácil nombrar a hombres que a mujeres. Yo creo que todavía queda por hacer. 

¿Qué le diría o qué consejo le daría a una niña, a una joven que esté pensando ahora en dedicarse a la ciencia o a cualquiera de las carreras STEAM?

Que la ciencia ofrece unas perspectivas de desarrollo personal y profesional fantásticas. Que es muy bonito, muy vocacional, y un trabajo en el que cada día es diferente y de descubrir algo nuevo. Yo siempre digo que a mí lo que me motiva de la ciencia es poder mantener esa curiosidad que tienen los niños en el trabajo del día a día prácticamente. Les diría también que esto no es una cuestión de géneros, que es una cuestión de diversidad, de talento, de ganas, de ilusión, y que una niña o un niño ambos son igual de válidos de partida si vienen con esa ilusión y esa curiosidad por la ciencia. En definitiva, que se animen, porque es una opción real y muy bonita. 

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