Adiós a las cabinas telefónicas tras casi un siglo de vida: Madrid quitará de sus calles las casi 2.000 que aún resisten

Cabinas telefónicas.
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Cabinas telefónicas.

Hace mucho tiempo que ver a alguien realizando una llamada desde una cabina telefónica es una escena que no se repite en las calles de Madrid –ni de prácticamente ninguna otra ciudad de España-. Sin embargo, a pesar de su desuso, los postes de estos teléfonos públicos han resistido el paso del tiempo y actualmente permanecen como un recordatorio de lo que en su día fueron: un servicio para llamar donde era necesario llevar algunas monedas en el bolsillo. Ahora, tras el proyecto de la nueva Ley General de Telecomunicaciones (LGT), aprobado recientemente por el Consejo de Ministros, los 1.800 teléfonos de uso público que aún resisten desaparecerán, junto con las guías telefónicas, de las calles madrileñas en 2022, y con ello, casi un siglo de historia (en concreto 94 años).

El declive de estas 'reliquias' es tan elevado que, en los últimos tiempos, solo se llegó a contabilizar una llamada a la semana, más de la mitad de la media que se registró hace dos años, según datos de Telefónica que era la compañía que se encargaba de sus costes y mantenimiento hasta ahora (sufragada en parte por el Gobierno). Es decir, de 0,37 llamadas al día se pasó a 0,17, un dato que refleja la nula participación de la gente en estos objetos considerados propios ya de un museo.

La aparición del teléfono móvil ha sido el motivo principal de la desaparición progresiva de estas cabinas, ya que menos del 20% de la población ha usado alguna vez una de estas, y prácticamente ningún usuario de entre menores de 30 años ha tenido contacto con ninguna de ellas, a pesar del interés de los gobiernos en aumentar su esperanza de vida. En 2019 el Ejecutivo central decidió prorrogar su inclusión en el servicio universal de telecomunicaciones, pero 2022 será su último año de existencia, ya que presumiblemente no habrá ninguna compañía telefónica que quiera ocuparse de ellas.

Las cabinas pueden llegar a ser sinónimo de cultura. Es más, ahora mismo, es probable que muchos niños de corta edad no sepan exactamente qué es y para qué sirve una cabina. La llamada generación Z, la que nunca ha pronunciado "a las 17.00 en el parque", y a esa hora es a la que había que estar, ha utilizado un servicio que en su momento había que esperar pequeñas colas para poder comunicarte con otras personas.

Según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que revisa las condiciones de la prestación, en 2016 el coste de mantener las cabinas rondaba los 4,5 millones de euros anuales, lo que actualmente supondría un gasto medio de más de 300 euros por cabina.

A día de hoy, la Ley de Telecomunicaciones mantiene la obligación de que exista un teléfono público de pago en las localidades superiores a los 1.000 habitantes. Y en los que tengan menos de esta cifra, debe haber una cabina si así lo requiere el servicio público. Sin embargo, a partir de 2022, la ley eliminará esta obligación. Lo que supone en la práctica la desaparición del servicio del teléfono público en el segundo semestre del año que viene.

Una segunda vida para las cabinas

Ante su inminente desaparición, ha habido algunos intentos de reconvertir estas cabinas telefónicas en espacios con diferentes utilidades que justificasen su existencia en la actualidad. Por ejemplo, en el municipio madrileño de San Sebastián de los Reyes, el Pleno aprobó convertirlas en pequeñas bibliotecas de carácter popular y puntos de wifi gratuito. Otras localidades, como Leganés, han solicitado que se reconviertan las cabinas y se modernicen siguiendo el ejemplo de Nueva York o de ciudades españolas como Burgos.

Por otro lado, paradójicamente, mientras el resto desaparecen una nueva se instalará en el barrio de Chamberí, concretamente en la plaza del Conde Valle de Suchil con el cruce de la calle Arapiles, 'La Cabina'. Esta rendirá homenaje al inolvidable corto protagonizado por el actor José Luis López Vázquez, para explicarles a las nuevas generaciones que era eso de tener teléfonos instalados por la calle.

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