Natalia, víctima de violencia psicológica: "La peor secuela es creer que no mereces que te pase nada bueno"

Natalia, víctima de violencia psicológica por parte de su pareja.
Natalia, víctima de violencia psicológica por parte de su pareja.
Jorge París
Natalia, víctima de violencia psicológica por parte de su pareja.

Natalia tiene grabados a fuego muchos de los momentos que vivió durante el noviazgo que mantuvo entre 2012 y 2014. Relata con detalle conversaciones, reacciones, miradas… Pero por mucho que busque en su memoria es incapaz de encontrar algún recuerdo positivo. Pasados los días en los que empezaban a conocerse, la relación se convirtió para ella en un auténtico infierno en el que apenas había otra cosa que no fueran gritos, insultos, vejaciones, control, intimidación… Una violencia psicológica constante que la sumió en un mundo de sombras.

"La primera bronca fue porque llevaba una minifalda y al cruzar las piernas se me vio un poco la ropa interior. Se puso rojo de la ira. La segunda, porque creyó que estaba coqueteando con un camarero", cuenta Natalia sentada ante la barra de una cafetería de Madrid. En un día lluvioso y cargada con el paraguas, ha llegado con los nervios a flor de piel pero la esperanza en que hacer pública su historia ayude a otras víctimas la lleva a hablar con una determinación que apenas deja traslucir su nerviosismo. En el marco este jueves del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, su objetivo es que también se ponga el foco en un tipo de agresión mucho más sutil que la física, más complicada de detectar incluso por quienes la sufren e igualmente más difícil de explicar, de demostrar y, por lo tanto, de denunciar. Es lo que se conoce como luz de gas.

En ese contexto, una macroencuesta presentada el año pasado por el Ministerio de Igualdad da cierta idea de la magnitud de esta lacra: en España el 31,9% de las mujeres, es decir, más de 6,5 millones, ha sido víctima de ese tipo de abusos por parte de alguna pareja actual o pasada. Con datos de 2019, el sondeo contempla como violencia psicológica la emocional, la económica, el control y el miedo.

"Vives encorsetada las 24 horas, midiendo tus palabras, tus gestos, tu ropa… Siempre alerta para no hacerle enfadar, para que ni un mínimo descuido desate la tormenta. Tu cabeza no para ni un segundo. El agotamiento mental es brutal. Porque hasta cómo le hablaba yo a sus sobrinas era motivo de pelea. O si se me agrietaban los labios por el frío creía que le había sido infiel", explica Natalia, ataviada con un vestido verde que deja ver sus rodillas, unas medias con dibujos alegres y botines de tacón. Las uñas, pintadas, y la cara, maquillada. Ha estado mucho tiempo siendo invisible y ya no quiere serlo más. 

Invisible para el resto, porque él consiguió aislarla de su entorno, e invisible para sí misma, porque le minó de tal manera la autoestima que llegó a odiarse. Los celos enfermizos le arrebataron los abrazos de familiares y amigos y la obligaban a salir a la calle mirando al suelo para pasar desapercibida. Los reproches ante todo lo que hacía o decía, siempre bajo el falaz mensaje de que era por su bien, la llevaron a creer que no servía para nada: "No soportas mirarte a un espejo ni que los demás te miren. Quieres desaparecer. Yo nunca intenté suicidarme pero cuando cogía el coche sí pensaba en que si me estampaba contra un árbol no me iba a importar. Solo quería dejar de sufrir".

"Vives encorsetada las 24 horas, midiendo tus palabras, tus gestos, tu ropa… Siempre alerta para no hacerle enfadar"

Natalia empezó a tener el valor de salir de aquella tortura cuando su pareja comenzó a plantear la posibilidad de que fueran padres. La perspectiva de tener un hijo con una persona que consideraba que todo lo hacía mal le ayudó a abrir los ojos, porque sabía que no le iba a dejar criarlo. Ahí empezó a poner distancia y finalmente logró dar por finalizada una historia en la que solo muy al principio había sido feliz: "Antes de conocerle, cuando tenía 19 años, sufrí una agresión sexual. A partir de entonces me resultaba muy difícil mantener relaciones y los chicos solían tomárselo fatal. Hasta que llegó él y lo entendió. Era encantador. Me dio tiempo y mucho cariño. ¿Qué iba a imaginar yo?".

Nada le hizo sospechar en aquel momento que algo más de dos años después iba a tener que empezar a resurgir de las cenizas. Un camino hacia la recuperación que ha tomado con firmeza, pero que también es "muy duro" y está "lleno de recaídas y de soledad". El primer portazo se lo dieron en el Centro de la Mujer de su localidad, donde no pudieron ofrecerle más que una cita cada tres meses o terapias en grupo. 

Le siguieron dos malas experiencias con psicólogos privados y una generalizada incomprensión social. "Se juzga con mucha ligereza, con comentarios del tipo 'eres una exagerada'. La depresión no se cura con un 'anímate, sal por ahí' Ni siquiera la familia lo entiende. Muchas veces les pides que no te dirijan ciertas frases, por el daño que te hacen, y te recriminan que no se te puede decir nada. Nadie, a excepción de quien ha vivido algo parecido, sabe el esfuerzo sobrehumano que supone el seguir con tu vida con aparente normalidad. Ni lo difícil que es encontrar trabajo cuando te han hecho creer que eres una inútil", lamenta.

La falta de apoyo público la llevó a seguir buscando terapeuta y finalmente hace unos tres años se topó con Marta Martín Montero. Esta psicóloga, clínico en EMDR, ha sido su salvación: "Es quien más ha hecho por mí porque me ha enseñado de dónde vienen las cosas y que todo empezó en casa. Yo había tenido una infancia difícil y llegué a la relación con el rol de la culpabilidad aprendido. Si das con alguien que te lo reconfirma, todo se vuelve muy complicado. Gracias a ella he entendido por qué reaccionaba con él como lo hacía".

Natalia, víctima de violencia psicológica, reflejada en un charco.
Natalia, víctima de violencia psicológica, reflejada en un charco.
Jorge París

"Usamos la terapia EMDR porque está demostrado que es la más eficaz para los traumas y este tipo de violencia lo son. Engloba todo, la parte somática, la emocional y la cognitiva, que tiene que ver con las creencias que tenemos de nosotras mismas. ¿Por qué una persona cae con maltratadores psicológicos? Muchas veces tiene que ver con 'la niña no vista'. Una niña que tiene creencias de que no vale. Ellos suelen ser bastante narcisistas, seductores… 'Y encima se ha fijado en mí’. Eso es muy potente y genera un patrón de dependencia emocional", explica la experta.

Junto a su psicóloga, las redes sociales están siendo para Natalia un importante soporte. En ellas ha podido "escupir" todo lo que lleva dentro y asegura haber encontrado más respaldo en el mundo virtual que en el analógico. Incluso se ha sentido capaz de aconsejar a quienes le han contado casos similares: "Hay quien me pregunta cómo puede actuar ante esto con una amiga y yo respondo que sobre todo no la juzgue nunca. Estate con ella, aunque estéis calladas. Dale mucho amor y abrázala. Yo estuve dos años y pico sin abrazos y los echaba mucho de menos". En ese proceso de "educación" anda también con su familia. Sabe que intentan actuar con ella desde la mejor de las intenciones y que sus torpezas son producto del desconocimiento. "Tengo que enseñarles a tratarme", apunta, mientras empieza a recoger sus cosas para salir del bar.

Fuera, el cielo sigue encapotado, pero ha dejado de llover, y Natalia está más tranquila y relajada que cuando llegó. Todo lo que ha sufrido le ha dejado heridas que aún no han sanado completamente. "Uno de mis peores miedos es no conocer nunca el amor. La peor secuela del maltrato es el muro que construyes a tu alrededor y que solo deja pasar lo malo porque crees que no mereces que te pase nada bueno", admite. Pero cada vez puede contar lo ocurrido desde una mayor distancia emocional, sin volver a revivirlo con tanta intensidad. Aunque sea duro, no va a parar de luchar hasta renacer, pero como mensaje final reclama fomentar la prevención para que ninguna mujer sufra lo que ha sufrido ella y para que los jóvenes no normalicen situaciones tóxicas: "Siento vértigo al pensar que pueden hacerlo sin ser conscientes del peligro de eso que creen amor".

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