Traición, adulterio, juicio y espías 'a lo 007': panorama para el divorcio de Haya de Jordania contra el emir de Dubái

  • Las evidencias de un 'hackeo' de enormes dimensiones pone de manifiesto una 'thriller' real que ha tenido como protagonistas a la hija del rey Hussein y al gran amigo del rey Juan Carlos o Isabel II.
La princesa Haya bint Hussein, a su llegada al Tribunal Superior de Londres, Reino Unido.
La princesa Haya bint Hussein, a su llegada al Tribunal Superior de Londres.
WILL OLIVER / EFE
La princesa Haya bint Hussein, a su llegada al Tribunal Superior de Londres, Reino Unido.

Difícil decidir desde dónde comenzar esta historia que reúne todos los elementos que nos gustan del cine de espías, pero que, al trasladarlos a la vida real, acaba siendo un terror psicológico, un no poder escapar aunque, en teoría, ya se consiguiese hacerlo. Lo más sencillo sería empezar diciendo que la justicia inglesa ha dictaminado que el emir de Dubái ha ejercido un espionaje masivo a través de un hackeo telefónico a quien fuera su sexta esposa, Haya de Jordania, amén de otras personalidades británicas. Pero hay más, mucho más. Y solo faltaría que apareciera James Bond.

Acto I: La Huida

La hija del fallecido Rey Hussein de Jordania y hermana del rey actual, Abdalá, conoció a Mohamed bin Rashid Al Maktum, vicepresidente y primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, en Jerez de la Frontera, en 2002, en un concurso hípico, dado que ella es una reputada amazona. Aparte, había estudiado Políticas, Filosofía y Económicas en la Universidad de Oxford. Se casaron dos años más tarde, convirtiéndose en la sexta esposa del emir.

Desde aquel año, 2004, no faltaba nunca a las carreras de Ascot acompañando al mandatario. Hasta el verano de 2019. Entonces Haya, que había sido miembro del Comité Olímpico, no apareció por Reino Unido. Se descubrió que había abandonado Dubái semanas antes, que pidió asilo en Alemania pero que finalmente estaba en la mansión familiar de Kensington Palace Gardens, en Londres, lugar al que había huido con sus dos hijos, Jalila y Zayed, ambos menores de edad (13 y 9 años de edad). Hay que decir que Isabel II ha decidido este 2021 dejar de invitar al emir de Dubái a Ascot debido al reciente escándalo. Pero no adelantemos acontecimientos...

... Aunque comenzó la batalla. Haya de Jordania interpuso la demanda de divorcio y reclamó la custodia de los pequeños, acusando al emir, 23 años mayor que ella, de querer secuestrarla y enviarla a la prisión de Al-Awir, aterrorizándola colocando pistolas bajo su almohada. Explicaba que no volvería a Dubái después de lo que el emir les había hecho a las princesas Latifa y Shamsa, "torturadas y secuestradas". Asimismo, Randa, la primera esposa del emir, aprovechaba para recordar la maldad del emir: lleva sin ver a su hija desde la década de los 70.

Punto de giro: El adulterio

Tan denostada estaba la imagen liberal de Mohamed bin Rashid Al Maktum, sobre todo porque el juez le dio la razón y la custodia, que pronto salieron los rumores de la verdadera razón de su huida: un adulterio. El problema es que Haya no puede probar lo contrario, porque todas las pruebas apuntan, y así lo atestiguó la justicia, que mantuvo un romance con el exsoldado británico Russell Flowers, su guardaespaldas.

Este estaba a su vez casado, siendo su esposa quien destapó el asunto debido a llamadas larguísimas, fotos en poses sugerentes de Haya en el móvil de su marido, la petición expresa de Haya de que le acompañara siempre Russell y que las habitaciones de sus hoteles estuviesen comunicadas... A Haya le ha costado, entre pagos y regalos a Russell (y también al resto de guardaespaldas, conscientes de la situación), alrededor de cinco millones y medio de euros el silencio de todos ante la prensa.

Los Flowers acabaron divorciándose y Haya, de 47 años, vive en Londres, en su mansión campestre en Suffolk. Su fortuna, que asciende a unos 37 millones de euros, los cuales logró sacar de Emiratos antes de su partida,  suele destinarla a la ONG Comida para la Vida (Tkiyet Um Ali es su nombre original), que fundó en 2003 y que está dedicada a la alimentación de alrededor de 30.000 familias desfavorecidas en su país de origen. Por ello, la ONU distinguió su labor nombrándola en 2015 Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas. Por último, tiene inmunidad diplomática  por su rango como Secretaria de la Embajada de Jordania en Londres

Acto II: Los espías

Y llegados aquí entramos en el meollo de los espías. "Con frecuencia se suele decir que lo más importante que roba un ladrón en una casa es la salud mental del propietario. Debe de ser igualmente cierto con el hackeo telefónico", se ha hecho eco Vanitatis de las palabras que ha dicho el juez del caso, Sir Andrew McFarlane. The Guardian ha informado de la cantidad ingente de informes que acreditan la vigilancia extrema e ilegal que el emir de Dubái ha ejercido sobre su sexta esposa.

Este espionaje no solo se ha llevado a cabo sobre Haya, sino también sobre su abogada, la baronesa Fiona Shackleton, quien no solo es miembro de la Cámara de los Lores, sino una famosa letrada que también estuvo en las separaciones de del príncipe Carlos y Diana de Gales o de Paul McCartney y Heather Mills. No solo eso, el espionaje también se habría cernido sobre el socio de Shackleton más otras tres personas notables en el caso.

La justicia británica no solo ha determinado que los agentes del emir han seguido demasiado de cerca los movimientos de su exesposa y del resto de involucrados en Reino unido con técnicas ilegales, sino que lo han hecho a través de la tecnología que les ha proporcionado la empresa israelí NSO Group.

El sistema Pegasus

Este software, llamado Pegasus, es el mismo que ha permitido a los gobiernos de otros países como México, Marruecos y, de nuevo, Emiratos Árabes Unidos (sí, todos lugares a los que posiblemente viajaría James Bond) recabar información confidencial de un número ingente de personas sin su consentimiento.

Sobre todo periodistas. O contra otros políticos, el teléfono móvil del entonces presidente del Parlament de Cataluña, Roger Torrent, en 2019. Todos estos países, familias reales o políticos negaron haber utilizado el sistema Pegasus de forma ilícita contra otros. Sin embargo, el juez Sir Andrew McFarlane, que está al frente del caso, piensa distinto del uso dado por el emir.

"La vigilancia ocurrió con la expresa o implícita autorización del padre [de los pequeños]", ha explicado, a pesar de que el equipo legal de Mohamed bin Rashid Al Maktum intentó que esta conclusión no fuese tenida en cuenta, argumentando que dicho tribunal no tenía jurisdicción alguna contra un gobernante extranjero o, siquiera, pruebas del hackeo.

¿Cómo dio Shackleton con el espionaje? Pues contratando a un detective digital experto en informática forense. ¿Y por qué lo hizo? Pues porque le avisó otra reputada abogada, Cherie Blair, esposa del ex primer ministro británico Tony Blair. Ella, y aquí ya se riza el rizo aún más después de una llamada de su jefe poniéndole sobre aviso, trabaja en Omnia Strategy, un bufete que ha tenido como cliente la empresa israelí NSO Group, creadora de Pegasus.

Acto III: La mansión... y los gobiernos

El espionaje no solo se ha materializado a través de sus teléfonos móviles. La princesa Haya contó en sede judicial cómo agentes de su esposo intentaron comprar una propiedad en Surrey, Parkwood Estate, tan cercana a la suya que, con el equipo adecuado, se podía ver lo que ocurría en la vivienda que ella había heredado de su padre y en la que vive con sus hijos. En noviembre del año pasado trascendió que la compra no pudo hacerse efectiva, pero ello no impidió que la protagonista pudiese vivir tranquila. "Si alguien hubiera decidido hacerlo [venderles la casa], tenían una posición privilegiada para vigilarla de manera directa o electrónica", se atestigua.

La justicia ha marcado un perímetro que no pueden sobrepasar ni el emir ni sus hombres, así como tampoco sobrevolar la zona por debajo de los 300 metros ni comprar propiedades ni terrenos adyacentes. Las palabras de Haya en sede aún resuenan: "Siento como si las paredes se estuvieran cercando en torno a mí, que soy incapaz proteger a los niños y que no estamos seguros en ninguna parte. Tengo la sensación de estar defendiéndome de un estado. Incluso en nuestra casa estarán sobre nosotros".

Problema: que esto ha sido solo el principio, pues la batalla legal sigue en plena efervescencia. De hecho, el emir ha publicado un comunicado en el que niega "las alegaciones realizadas" y que continuará haciéndolo. "Estos asuntos conciernen a supuestas operaciones de seguridad de Estado. Como jefe de un Gobierno relacionado con procedimientos familiares, no era apropiado para mí aportar pruebas de temas tan sensibles, de manera personal o a través de mis consejeros en un tribunal extranjero. Ni el emirato de Dubái ni los Emiratos Árabes Unidos son parte de estos procedimientos y no participaron en la vista", aseguran, así como que algunas pruebas son "incompletas" y otras evidencias no se le mostraron a su equipo, lo que considera "injustos" los nuevos hallazgos.

Eso sí, por ahora, cero conflictos diplomáticos. Para muestra: Boris Johnson recibió el pasado septiembre en Downing Street a Mohamed bin Zayed Al-Nahyan, príncipe heredero de Abu Dabi y vicecomandante supremo de las Fuerzas Armadas de los Emiratos Árabes Unidos, y gran amigo del rey emérito Juan Carlos I.

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