Randa, la primera esposa del emir de Dubái, denuncia su "castigo": no ha podido ver a su hija desde los años 70

  • Haya de Jordania y su huida a Londres ha ocupado titulares en los últimos días.
  • Ahora Randa al-Banna, la primera esposa del emir de Dubái, ha hablado sobre la crueldad de su exmarido.
El jeque Mohamed Bin Rashid Al Maktum junto a su esposa, la princesa Haya Al Hussein, en una carrera de caballos celebrada en Epsom en 2010.
El jeque Mohamed Bin Rashid Al Maktum junto a Haya de Jordania, en 2010.
GTRES
El jeque Mohamed Bin Rashid Al Maktum junto a su esposa, la princesa Haya Al Hussein, en una carrera de caballos celebrada en Epsom en 2010.

Mientras que los ojos están centrados en Haya de Jordania y su huida a Londres, a la espera de poder conseguir la custodia de sus hijos, quien ha hablado ha sido quien más tiempo lleva en silencio: Randa al-Banna, la primera esposa del emir de Dubái, Mohamed bin Rashid Al Maktum.

Hasta ahora no se había atrevido a hablar por la mayor de las razones, pero los recientes acontecimientos, el verse tan identificada con lo que está viviendo la princesa Haya, han hecho que conceda una entrevista con The Sunday Times en la que relata la crueldad de su exesposo. 

Él la conoció en una fiesta en Beirut. Randa tenía solo 16 años: era 1972 y el emir, a sus 23 años, agasajó a la niña con todo tipo de demostraciones glamurosas. Ella había sido expulsada de su colegio de monjas por preferir salir de fiesta a bailar los Bee Gees a los rezos.

Se casaron en cuanto hubo oportunidad y en 1977 Randa daba a luz a su primera hija, Manal. Lo que había empezado "con aviones privados, champán y fiestas en Londres" en los primeros años de su matrimonio acabó en bancarrota para finales de los años 70. Ahí comienza su calvario.

"Mohamed es cualquier cosa menos un hombre fácil. De verdad que no lo es. Es muy terco, difícil y restrictivo", asegura Randa, que señala como un momento determinante cuando se dio cuenta de que no era capaz "de comprender" los poemas que él le escribía y que la familia de su esposo quería cambiarle el nombre a Haifa por considerar el suyo demasiado europeo.

Al emir cada vez le gustaba menos que ella tuviese "valentía al hablar" y ella, que había descubierto una posible infidelidad de su marido mientras estaba embarazada decide pedirle el divorcio. El premio fue muy alto. Fue expulsada de inmediato de Emiratos Árabes cuando decide, agobiada y con el agua al cuello, divorciarse. 

Decisión y castigo

Regresa a Beirut, en el Líbano. La niña, de cinco meses, se queda con el padre. Randa, de 64 años hoy en día, no ha vuelto a ver a su hija. Es el "injusto castigo" con el que siempre ha cargado, la esperanza de volver a ver a Manal, que ahora tiene 42 años, está casa y tiene cinco hijos, es lo que ha mantenido su boca cerrada "durante décadas", las mismas que ha tratado infructuosamente de ponerse en contacto con ella.

"Yo tomé mi decisión y por ello no puedo ver a Manal ahora... No sé cómo es físicamente, no se me permite verla, porque soy yo quien decidió irse. Así pues,  este es mi castigo: no verla nunca", revela.

Pero verse tan fielmente reflejada en Haya de Jordania y que las últimas noticias que hablan de supuestos abusos y secuestros que han sufrido las princesas Shamsa y Latifa (hija de otros matrimonios del emir) han hecho que hable alto y claro sobre lo que ocurre en el país del Golfo Pérsico.

"Yo lo perdí todo: perdí a mi familia, perdí mi hogar, perdí a mi hija y perdí mi dignidad y mi orgullo. Pagué el alto precio del amor", resume quien se sabe estas palabras de memoria después de tantos años.

No fue su único calvario. Durante la guerra civil libanesa (de 1975 a 1990) fue secuestrada y obligada a casarse con el líder la milicia que la retenía. Fue una etapa "tormentosa, con mucha violencia". Dio a luz a dos hijos con él, pero tras la contienda reveló a las autoridades su paradero para que lo arrestaran. Desde entonces vive en Italia, donde, increíblemente, el emir de Dubái le dio dinero para poder pagar los abogados matrimoniales para que se pudiese divorciar del milico.

Esto le dio esperanzas para poder ver a su hija, así que en el año 2000 viaja a Dubái para intentar ver a su hija Manal. "Promesas. Una vida pasó, toda una vida", se lamenta del bochornoso episodio posterior.

La crueldad

Una vez allí el emir le dio una dirección y le dijo que se pusiera sus mejores galas para ir al encuentro de su hija. Una vez vestida y elegante, Randa se presentó en el lugar indicado por su exesposo llena de felicidad por volver a ver a Manal.

Lo que se encontró fue una fiesta multitudinaria. "Cuando le pregunté dónde estaba nuestra hija, dijo que estaba ahí dentro: 'Trata de identificarla, quiero ver el instinto de una madre'", retó maliciosamente el emir.

Y se puso manos a la obra, pero al tiempo se dio cuenta de que era imposible entre las más de mil personas identificarla y siempre pensó que su hija no estaba allí. Abandonó Dubái al día siguiente.

Tras ello, Mohamed bin Rashid ordenó un decreto por el cual ya no puede volver a entrar en el país. "Soy una amenaza para la seguridad puesto que soy la madre de su hija", afirma irónicamente Randa, que intentó acudir a la boda de Manal en 2005, pero pocos días antes de su vuelo, sufrió un violento ataque con un bate de béisbol que la dejó varios días en el hospital.

Una herida que requirió 27 puntos de sutura y costillas rotas después, cuando despertó, su exmarido, el emir, estaba a los pies de la cama ofrenciéndose a pagar los costos médicos. "¿Qué has hecho", le preguntó "con miedo". "¿Estás loca? Eres mi familia, jamás podría hacerte daño", asegura Randa que fueron las palabras de Mohammed bin Rashid.

Sin embargo, Randa asegura que se le permitiera volver a ver a su hija se lo perdonaría todo. "Si me permitieran ver a mi hija, me sentiría compensada por todo. Todo lo que quiero es sostenerla en mis brazos otra vez", mantiene.

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