La futura ordenanza establecerá que los dueños de mascotas deberán velar para que sus animales realicen sus deposiciones en lugares habilitados al efecto, según ha podido saber Europa Press. Además, el texto recoge que si no fuese así hay obligación de recoger los excrementos en bolsas, depositarlas en contenedores o papeleras y limpiar con agua los orines.
El documento garantiza el derecho que asiste a los vecinos de València a disfrutar de un espacio público limpio y no degradado. Por lo que respecta a las necesidades fisiológicas de las personas, el borrador apunta al respeto a las pautas generalmente aceptadas de convivencia ciudadana y civismo.
En este sentido, plantea como falta leve, salvo enfermedad acreditada o como resultado de alguna circunstancia justificada, "defecar, orinar o escupir en la vía pública". Asimismo, eleva el tono de la falta cuando se hagan necesidades fisiológicas "en espacios de concurrida afluencia de personas o frecuentados por menores", así como "en las inmediaciones de monumentos o edificios de catalogación especial o edificios institucionales o administrativos".
Para las mascotas, la nueva ordenanza subraya que los animales de compañía deben ser conducidos siempre "por personas responsables: bien el dueño o dueña o un tercero autorizado". La persona responsable procurará dirigir al animal a los lugares previstos para que hagan sus necesidades. La norma apunta que "el conductor del animal está obligado a recoger y retirar de manera higiénica los excrementos que el animal produzca".
Para garantizar que los propietarios de las mascotas cumplan con estos deberes, se indica que deberán portar de forma obligatoria dos bolsas por cada animal que conduzcan.
REQUERIDAS POR AGENTES
La ordenanza advierte de que estas personas podrán ser requeridos por los agentes de la autoridad para demostrar que efectivamente disponen de las bolsas necesarias con el fin de retirar los excrementos de las mascotas de la vía pública y depositarlos en contenedores o papeleras.
Del mismo modo, el nuevo texto plantea la obligatoriedad de llevar una botella de agua limpia con capacidad suficiente para eliminar cualquier rastro de orines que afecte al mobiliario urbano, a edificaciones, a aceras o a cualquier otro elemento en zonas de pública concurrencia.
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