¿Qué está pasando ahora en Afganistán y qué futuro les espera? ¿Qué posición han tomado los países tras caer Kabul?

Talibanes en Kabul
Talibanes en Kabul
EFE/EPA/STRINGER
Talibanes en Kabul

Afganistán vuelve a su pasado más oscuro con un futuro a merced de los talibanes, que han tomado el mismo poder que abandonaron en 2001 tras la entrada en el país de las tropas estadounidenses. Las mismas que ahora se han ido porque, según dijo Biden, su misión era "derrotar a Al Qaeda" y no "instaurar una democracia" en el país. En todo caso, ahora se abren numerosas incógnitas pero al mismo tiempo hay algunas certezas. Y es que el país ahora se sume en una espiran de extremismo, violencia y persecución, especialmente contra las mujeres y las niñas.

El caos en el aeropuerto de Kabul dejó estos días imágenes dramáticas, pero los talibanes han intentado transmitir imágenes de tranquilidad. Mientras la comunidad internacional trata de evacuar a sus ciudadanos a marchas forzadas, el nuevo Gobierno va tomando posiciones y además de controlar la televisión pública y mostrar en redes sociales su asentamiento también han sido capaces de tender la mano a Estados que ahora serán si no aliados al menos amigos como Rusia o China.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Dos semanas. Eso es lo que han tardado los talibanes en hacerse con el control de Afganistán. Desde que en abril se iniciara la retirada del ejército estadounidense, el grupo vio el camino despejado y además la escasa respuesta del ejército afgano jugó a su favor. Los cálculos de Washington cayeron y un avance que se preveía lento acabó siendo arrollador, hasta llegar a Kabul. Ya entonces el aeropuerto de la capital se convirtió en el centro de todas las operaciones, con civiles desesperados y los países tratando de sacar a su personal de Afganistán.

Con la toma de la capital, los talibanes se asentaron el palacio presidencial ya con el anterior presidente Ashraf Ghani fuera del país. Huyó cuando el avance talibán ya era imparable, y ahora ha vuelto. De hecho, son pocos los antiguos cargos gubernamentales que siguen en Afganistán, y los que lo hacen son conscientes de que serán perseguidos por los talibanes.

Negociaciones tensas entre bandos...¿saldrán bien?

El expresidente de Afganistán, Hamid Karzai, el negociador jefe del Gobierno afgano en las conversaciones de paz con los talibán, Abdulá Abdulá, y el antiguo 'señor de la guerra' y líder de Hezb-e-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, siguen con los encuentros con los talibán en medio de la crisis que atraviesa el país tras la toma de estos de la capital que han calificado como "fructíferos". Tratan de marcar una imagen de normalidad y los talibanes aseguran que el país está "bajo control".

En los últimos 20 años los talibanes se han adaptado a la realidad, están mejor preparados y conocen más a fondo el contexto en el que se mueven. Han hablado de amnistía a funcionarios y de un traspaso pacífico del poder del que muchos dudan, pero quieren dar sensación de gobierno firme ahora que Estados Unidos ya no hace frente. Y tras esa hay una sociedad civil sumida en el miedo.

"Las mujeres queremos seguridad social, trabajo, derecho a la educación y a la participación política"

Las mujeres son las primeras en estar en la diana: los talibanes impondrán una serie de prohibiciones para ellas, y saltárselas podría suponer incluso la lapidación. "Queremos nuestros derechos, aquí hay mujeres, queremos seguridad social, trabajo, derecho a la educación y a la participación política. Ninguna fuerza puede ignorar y sofocar a las mujeres", reaccionaron ya algunas que convocaron manifestaciones contra el nuevo Gobierno que, entre otras muchas cosas, podría prohibirles ir a la universidad o salir solas a la calle. 

Además, la persecución y la violencia se prevé también contra periodistas, pues el colectivo talibán considera que su presencia en el país va en contra de sus intereses. Algunos ciudadanos afganos ya han compartido en redes sociales que la 'purga' ha comenzado con entradas forzosas en viviendas, tanto contra informadores como contra antiguos miembros del Gobierno, aunque los talibanes han insistido en que no habrá "represalias".

¿Y los niños y niñas? Quedan en una situación de extrema vulnerabilidad. En este sentido, Unicef asegura de que uno de cada dos niños afganos menores de cinco años puede sufrir desnutrición grave si no se toman medidas, en un contexto en el que la organización también teme que se produzcan nuevas violaciones "graves" de los DD HH, entre ellas el reclutamiento de menores por parte de grupos armados.

La comunidad internacional, desbordada

La comunidad internacional se ha visto desbordada por los acontecimientos de las últimas semanas. Estados Unidos, actor clave, no quiere saber nada. El presidente Biden aseguró que la retirada es la decisión correcta y que su cometido en Afganistán era "luchar y derrotar a Al Qaeda" y no trabajar por la democratización del país. La UE, por su parte, todavía no ha fijado una posición común y puede que no lo haga. Alemania y Francia, por lo pronto, se abren a acoger refugiados pero, en palabras de Merkel, solo "en un segundo paso", pues el primero, dice, debe ser colaborar con los países fronterizos.

En el otro lado están China y Rusia, que apuestan por la normalización de las relaciones con el Gobierno talibán. La diplomacia de ambos países se basa "en actos" y con Estados Unidos en repliegue quieren que su influencia en la región crezca, más allá de quién gobierne Afganistán. De hecho, su personal diplomático vive 'tranquilo' frente al caos con otros países.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha culpado este martes a los políticos afganos y a su falta de "liderazgo" de la "tragedia" que supone que los talibán se hayan hecho con el control del país. "Parte de las fuerzas de seguridad afganas lucharon con valentía pero fueron incapaces de asegurar el país porque, en última instancia, el liderazgo político afgano fracasó en hacer frente a los talibán y conseguir la solución pacífica que los afganos deseaban desesperadamente", ha afirmado.

Los más vulnerables

Desde principios de año, más de 550 niños han muerto y otros 1.400 han resultado heridos por la escalada de la violencia, lo que supone una cifra sin precedentes desde que se tienen registros. Además, unos 10 millones de niños necesitan ayuda humanitaria, ha recordado el jefe de Operaciones sobre el Terreno y Emergencias de Unicef Afganistán, Mustapha Ben Messaoud.

A pesar de ser contrarios a la defensa de los derechos humanos y actuar como tal, los talibanes esperan cierto reconocimiento internacional. Rusia y China ya han dicho que dialogarán con el nuevo Ejecutivo y Estados Unidos no se desmarca del todo. En la UE, en cambio, la preocupación parece que acabará centrándose en la posible llegada de refugiados.

"Se han quedado en manos de régimen de un régimen brutal", aseguró el periodista Gervasio Sánchez. Otros expertos coinciden y hablan de "abandono" por parte de la comunidad internacional. Mientras, los talibanes navegan entre una represión contra la sociedad civil ya conocida por lo vivido en el pasado y cierta asimilación de las dinámicas actuales, sobre todo en lo que se refiere al uso de la tecnología y de la diplomacia. Afganistán vuelve a 2001 con una diferencia: los talibanes están listos para quedarse en el poder, y apenas han encontrado oposición.

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