Tras la detención e imputación de José Luis Moreno, son muchos los que aprovechan la ocasión para hacer leña del árbol caído. Cuentan, y no acaban, sobre su carácter endemoniado y las prácticas oscuras que llevaba a cabo en sus producciones audiovisuales.
Hay críticas para todos los gustos, pero destacan menos las vivencias de aquellos que convivimos, viajamos, cenamos y debatimos en esa mansión que pintan como el castillo de Drácula, y que es más bien refugio para muchos amigos y conocidos que se instalan allí cuando la vida aprieta.
En cualquier caso, y aunque parezca lo contrario, José Luis no está solo. Moreno ha recibido el apoyo de muchos rostros conocidos, de sus familiares y de los que un día fueron parte importante para él.
Hace años, en plena guerra económica con Hacienda, José Luis tuvo la suerte de que su exsuegra compartió con él tres camiones repletos de obras de arte, cuadros y esculturas que pudo vender para hacer frente a gran parte de la deuda. Él mismo me confesaba el impacto que resultó para él tener que pedir ayuda para cumplir con sus obligaciones tributarias.
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