¿Vuelo gallináceo?

Una pasajera en el aeropuerto del Prat
Una pasajera en el aeropuerto del Prat
SERCOTEL HOTEL GROUP - Archivo
Una pasajera en el aeropuerto del Prat

Algunos pretenden hacernos olvidar los múltiples beneficios que generó, para Barcelona y su área metropolitana, la ampliación del aeropuerto del Prat hace una década. Aquella modernización trajo consigo la creación de puestos de trabajo, el aumento de visitantes y una notable proyección internacional de la ciudad. La inversión económica fue espectacular. 

Sobre la mesa hay de nuevo, sujeta a debate, la posibilidad de que una lluvia de millones de euros conviertan al aeropuerto de la ciudad condal en uno de los más dinámicos de Europa. 

Contra esa ampliación la concejal Janet Sanz sostiene que no se puede forzar al consistorio a “tener que escoger entre economía y ecología”. 

Considero que la edil de los colorines y el hormigón plantea una falsa contradicción y lo hace de forma maniquea. A saber: el crecimiento económico y la creación de riqueza, si se toman las medidas oportunas, no tienen por qué estar reñidos con la preservación del medio ambiente. 

El crecimiento económico y la creación 
de riqueza, si se toman las medidas oportunas, no tienen por qué estar reñidos con la preservación del medio ambiente

Es más, puede darse la circunstancia -si las cosas se hacen correctamente y con el beneplácito de la Unión Europea- que la inversión anunciada contemple notables mejoras en el entorno natural. 

Cuesta comprender que en plena crisis social y sanitaria se intente, por activa y por pasiva, despreciar los catalizadores económicos que pueden ayudar al proceso de normalización del país. Sería terrible que una política de vuelo gallináceo, trufada de falso ecologismo, nos impidiera alcanzar la velocidad de crucero que necesitamos.

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