No solo es Ceuta y no solo fue Perejil: estos han sido los escollos históricos en la difícil vecindad de España y Marruecos

Cinco años de Perejil. Tropas españolas durante la recuperación del islote Perejil, una crisis entre España y Marruecos de la que se cumplen cinco años.
Cinco años de Perejil. Tropas españolas durante la recuperación del islote Perejil, una crisis entre España y Marruecos de la que se cumplen cinco años.
EFE
Cinco años de Perejil. Tropas españolas durante la recuperación del islote Perejil, una crisis entre España y Marruecos de la que se cumplen cinco años.

La relación entre España y Marruecos muestra a dos países que se necesitan pero que a lo largo de la historia reciente han chocado en numerosas ocasiones. La llegada masiva de migrantes que se vive estos días en Ceuta se añade a la lista de desencuentros entre Madrid y Rabat, que en el pasado se han podido solucionar en más o menos tiempo, en función de la gravedad.

El actual Gobierno, en concreto, no ha tenido en ningún momento una relación demasiado fluida con Marruecos. Pedro Sánchez de hecho acabó con la tradición de que el presidente del Ejecutivo efectúe su primer viaje exterior a Marruecos una vez accede al poder. Además, no hay apenas fluidez entre Exteriores e Interior con sus homólogos marroquíes.

¿Qué pasa con el Sáhara?

El conflicto del Sáhara viene incluso de antes de la transición democrática en España. Desde 1975 la soberanía sobre ese territorio es fuente de problemas entre los dos países y llegó a provocar suspensión de relaciones, por ejemplo, en el año 2001. El origen fue la disconformidad marroquí ante la postura española sobre la soberanía del Sahara, que siempre fue defender los acuerdos de la ONU, que dicen que la potencia administradora sobre el territorio sigue siendo España.

Una de las últimas crisis se produjo en noviembre de 2020 después de que el entonces vicepresidente segundo y socio de Pedro Sánchez en el Gobierno, Pablo Iglesias, manifestara en un tuit su empeño en que "se celebre, sin más demora, un referéndum libre, limpio e imparcial en el Sáhara". Estaba prevista la visita de Sánchez a Rabat en febrero de 2021 que finalmente fue aplazada sin fecha, entre otras cosas a causa de la pandemia.

La soberanía sobre Ceuta y Melilla

Ceuta y Melilla suponen otro de los conflictos enquistados. El país africano ha dejado ver, independientemente del Gobierno, su aspiración a ejercer la soberanía sobre las dos ciudades, aunque nunca lo ha hecho de forma explícita. Expertos como el investigador del CIDOB, Eduard Soler, explicaron a 20minutos que "una reivindicación más clara" sería "el último paso" si se agravaran los desencuentros. 

En todo caso, un momento difícil en las relaciones tuvo lugar cuando se aprobaron los Estatutos de Autonomía de Ceuta y Melilla, en 1994, que obtuvo como respuesta una ofensiva diplomática de Marruecos al solicitar a la ONU la “devolución” de las ciudades. La tensión volvió a evidenciarse en 2007, con la visita de los Reyes a ambas ciudades. Marruecos lo consideró una ofensa precisamente porque consideraba que la soberanía sobre ellas era suya. Después, en 2008, las relaciones pudieron normalizarse de nuevo, aunque desde entonces aumentaron los mensajes implícitos llegados desde Marruecos.

Los problemas con Perejil

En julio de 2002 se produjo uno de los choques más importantes. Entonces el islote español de Perejil situado frente a las costas del país africano fue ocupado por efectivos marroquíes que justificaron esta acción dentro de su "lucha contra la emigración ilegal y el terrorismo en el Estrecho". Su presencia allí no se prolongó demasiado, y abandonaron la zona solo una semana después, pero el conflicto se alargó en el tiempo. El Gobierno de José María Aznar llegó a enviar tropas a Perejil para 'reconquistarlo'.

Las hostilidades llegaron incluso a las retiradas de los embajadores en ambos países. Se fueron suavizando las tensiones ya a principios de 2003, cuando los representantes regresaron a sus puestos, pero las dudas diplomáticas todavía hoy están sobre la mesa por aquello.

El caso de Aminetu Haidar

En diciembre de 2009 la activista saharaui, Aminetu Haidar emprendió una huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote a donde llegó procedente del aeropuerto marroquí de El Aaiún tras ser expulsada por las autoridades marroquíes, justo después de ser detenida a su llegada desde Nueva York.

La policía magrebí le requisó el pasaporte al negarse a poner en la ficha de control la nacionalidad marroquí y después de amenazarla con no dejar aterrizar el avión si intentaba regresar a El Aaiún. Permaneció en huelga 32 días hasta que tras mediación de España, Francia y EE UU, Marruecos permitió su regreso el 17 de diciembre.

Llegada masiva en 2020

En noviembre de 2020 se produjo una afluencia masiva de migrantes marroquíes a Canarias: solo ese mes se registraron 9.000 llegadas irregulares y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tuvo que viajar a Rabat para calmar las tensiones. El asunto se resolvió relativamente rápido, pero evidenció la tensión de Marruecos con el actual Gobierno. 

Incluso el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales (NC), llegó a sostener que el aumento "repentino" en la llegada de pateras respondía a un intento por parte de Marruecos de "presionar" y "chantajear" a España "utilizando a Canarias como moneda de cambio" para que no se interponga en sus planes expansionistas" en el Sahara.

Brahim Ghali, en España

La gota que ha colmado el vaso esta vez es la acogida en España del líder del Frente Polisario, uno de los mayores enemigos político de Marruecos, que ingresó el pasado abril en un hospital de Logroño bajo una identidad falsa llegado desde Argelia, rival de Marruecos en la región. Llegó a España después de que Alemania renunciase a acogerlo, y el Gobierno de Sánchez aseguró que este movimiento se debía a razones "humanitarias". El Ejecutivo marroquí, en cambio, lo considera un "ataque". 

El líder del Frente Polisario está acusado de delitos de genocidio, asesinato, torturas y desapariciones y fue imputado en 2016 por la Audiencia Nacional, donde tiene pendiente declarar. La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, aseguró que no tenía "nada más que añadir" a las explicaciones dadas por el Gobierno en un primer momento, a pesar de la insistencia de Marruecos.

Tras la llegada masiva de inmigrantes en las últimas horas, el Gobierno de Marruecos ha sido muy directo: "Los actos tienen consecuencias", dijo la propia embajadora del país en España, en un mensaje claro de que el movimiento español respecto a Ghali ha desembocado en la crisis actual.

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