Los delfines son capaces de aprender los 'nombres' o silbidos característicos de sus compañeros más íntimos, un rasgo que indica que este tipo de cetáceos tienen un concepto de pertenencia a un grupo que se creía exclusivamente humano, según ha revelado un estudio publicado en la revista científica Nature Communications. 

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La investigación, realizada por un grupo de cuatro científicos en Shark Bay, Australia occidental con delfines del Indo-Pacífico, aporta pruebas a la idea de que los delfines desarrollaron cerebros grandes para manejares en entornos sociales complejos.

Estos cetáceos se mueven en grupos con diferentes niveles de cooperación. Tienen un primer círculo más cercano (llamado de primer orden) formado por uno o dos compañeros, con el que buscan hembras fértiles y también otros más amplios de hasta 14 (de segundo orden), formados para defenderse contra grupos rivales. Incluso estos grupos más grandes se alían entre ellos para cubrirse las espaldas ante amenazas.

Estas alianzas de segundo orden pueden durar incluso décadas y los científicos sostienen que la clave de su pervivencia está en el silbido único e irrepetible de cada delfín -cada ejemplar lo aprende de su madre y lo mantiene toda su vida-. Los delfines son capaces de recordar los silbidos de otros, de forma similar a cómo nosotros reconocemos los nombres de otras personas. 

"En el 90% de los experimentos, los delfines que escucharon silbidos de miembros de su alianza de segundo orden se giraron inmediatamente hacia el altavoz", cuenta Stephanie King, investigadora principal del proyecto, algo que sugiere, según ella, que estos cetáceos tienen "una concepción social de pertenencia a un grupo basada más en la inversión cooperativa que en cómo de amigos son".