Pobreza energética: "He tenido que elegir entre pagar el gas o la luz"

  • Una de cada cuatro personas sin nacionalidad española no puede mantener su hogar a una temperatura adecuada.
  • Los niños que sufren pobreza energética tienen más posibilidades de tener enfermedades respiratorias.
Betzy tiende la ropa y se calienta con una estufa eléctrica.
Una mujer tiende la ropa y se calienta con una estufa eléctrica.
Miquel Taverna
Betzy tiende la ropa y se calienta con una estufa eléctrica.

Llegó a Barcelona desde República Dominicana hace tres años. Cuenta con el permiso de residencia, pero aun así le cuesta encontrar trabajo estable. Tras la irrupción de la pandemia, se quedó en el paro y, desde entonces, ha limpiado casas y cuidado a ancianos sin contrato. Vive con sus tres hijos de 10, 8 y 1 año en un piso de alquiler y tiene dificultades para pagar las facturas. En los meses más fríos del invierno, sólo podía encender la calefacción 10 minutos al día.

“La situación en casa es un poco precaria y uso una estufa, pero tampoco mucho rato porque la factura de la luz también se dispara. Me ha llegado una carta por un impago y he llamado para cumplir con ello, porque a finales de diciembre se disparó todo y, con lo que tenía para pagar las facturas del gas y la luz, pude pagar sólo una y tuve que elegir”, cuenta.

Esta situación que vive esta mujer de L'Hospitalet es común entre la población migrada de Cataluña, y es que una de cada cuatro personas que no tienen la nacionalidad española no puede mantener su casa a una temperatura adecuada, según el informe INSOCAT de diciembre de 2020 de ECAS (Entidades Catalanas de Acción Social). 

Pero la pobreza energética, señala Sònia Lacalle, abogada del servicio de mediación en la vivienda de Cáritas Barcelona, tiene muchas otras implicaciones. “Siempre hablamos de esto en invierno, pero se sufre todo el año. No es únicamente que no puedan encender la calefacción, sino que no pueden cocinar o ducharse, cosas muy básicas que no tendemos a pensar que también son pobreza energética”, apunta.

Afectación en la salud de los niños

Nuestra entrevistada cuenta que la necesidad de distribuir los ingresos para poder hacer frente a las facturas afecta a sus hijos en muchos aspectos, “por ejemplo, en la alimentación”, por lo que busca comedores escolares que puedan ayudar en este aspecto.

Lacalle añade que, además, el hecho de no poder mantener el hogar a una temperatura adecuada puede acarrear diversos problemas de salud para los más pequeños. “Muchos informes muestran que estos niños tienen el doble de posibilidades de tener asma, enfermedades respiratorias o alergias, lo que también implica absentismo escolar".

La afectación sobre el rendimiento escolar es otra de las consecuencias de la pobreza energética por diversas causas. “Si la vida se hace en una habitación, que es la que calientas, donde tienes la tele, donde comes y donde se estudia, evidentemente los niños tienen más dificultades para concentrarse y esto es una losa más en su desarrollo profesional”.

Esta losa provoca que la pobreza sea hereditaria: “El hecho de que no puedan estudiar, de quedarse atrás, hará que tengan menos posibilidades de acceder a un trabajo de mayor calidad, lo que en Cáritas llamamos la transmisión intergeneracional de la pobreza”.

Personas migrantes, con más dificultades para todo

Ferran Busquets, vocal de pobreza de ECAS, señala que la pobreza energética que sufren aún en mayor medida las personas migrantes es una de las muchas problemáticas a las que se enfrentan. “Que el 26,4% de la población migrada tenga problemas de pobreza energética frente al 5,2% de la población autóctona nos dice que somos un país al que inmigrar te lleva a la pobreza”, apunta.

Esta difícil situación, cuenta Busquets, queda reflejada en las encuestas de autopercepción de la salud de las personas extranjeras: "El 77% de quienes llevan aquí más de 10 años dicen tener una buena percepción frente al 88% de los llegados recientemente. Los datos bajan con los años, y eso, evidentemente, está relacionado con la pobreza”.

Las personas migrantes, añade, tienen “muchas dificultades para prácticamente todo: escolarización, trabajo, acceso a la vivienda... Tratamos mal a la inmigración cuando, a la vez, la utilizamos”, lamenta, y pone varios ejemplos:

“Quien limpia en las casas de rentas medias y altas son mayoritariamente mujeres extranjeras. O el caso del sinhogarismo que sufren las personas migrantes que recogen la fruta, a las que queremos para hacer un trabajo y, cuando ya no las necesitamos, las abandonamos”, critica.

Ante estas situaciones, Busquets considera que “no es sorprendente, pero sí alarmante que seamos una sociedad que acoge a la gente de esta manera”.

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