Maria da Penha, promotora de la ley contra la violencia de género en Brasil: "Sé lo que es vivir con miedo en casa. Mi marido me dejó parapléjica"

  • La asociación Mujeres Avenir entrega este jueves sus premios anuales con ocasión del 8-M.
  • Este año han resultado galardonadas la activista brasileña y la jueza costarricense Elisabeth Odio Benito.
María Da Penha, víctima de violencia de género y activista por los derechos de la mujer en Brasil.
Maria Da Penha, víctima de violencia de género y activista por los derechos de la mujer en Brasil.
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María Da Penha, víctima de violencia de género y activista por los derechos de la mujer en Brasil.

La noche del 29 de mayo de 1983, Marco Antonio Heredia disparó a Maria da Penha por la espalda, mientras dormía. No la mató pero la dejó para siempre en una silla de ruedas. El matrimonio se había casado en 1976 y tenía tres hijas. Él, colombiano, se nacionalizó como ciudadano brasileño, y ella cuenta que fue entonces cuando el compañero y amigo con el que estaba acostumbrada a vivir se volvió "intolerante y agresivo", incluso con las pequeñas. 

Maria atiende a 20minutos y relata su historia poco antes de recoger, vía telemática, el premio que le ha concedido Mujeres Avenir. La asociación hispano-francesa tiene como campo principal el feminismo empresarial, pero también trabaja en contra de la violencia de género y para garantizar la igualdad en todos los ámbitos. Cada año, en el marco del 8 de marzo, otorga estos galardones a una o dos personalidades influyentes del panorama internacional que hayan contribuido a esas causas y en esta ocasión ha distinguido a la activista brasileña y a la jueza costarricense Elisabeth Odio Benito.

Con su lucha, Maria logró que su país aprobase la Ley Federal Nº 11.340/06 contra la violencia de género. Su contribución a esa legislación fue tal que resultó bautizada con su nombre

maria da penha

  • Nacida en 1948 en Fortaleza es biofarmacéutica. Fundó y preside el Instituto Maria da Penha, una ONG que trabaja para prevenir la violencia de género mediante proyectos educativos. "Nuestras acciones tienen como objetivo contribuir y fortalecer los mecanismos de contención y prevención, de acuerdo con el artículo 1º de la Ley Maria da Penha, así como monitorear la implementación y desarrollo de buenas prácticas y políticas públicas para su cumplimiento", explica.

¿Cómo se siente al ser premiada por Mujeres Avenir? Es un honor y una alegría recibir este reconocimiento de la asociación hispano-francesa Mujeres Avenir, que sin duda se han convertido en un referente europeo en feminismo empresarial. Son ocasiones como esta las que me animan a seguir luchando por una vida digna para todas. Saber que mi historia ha llegado tan lejos y que puede inspirar a otras mujeres es muy significativo, me anima a seguir y me demuestra que no puedo parar.

Su exmarido solo cumplió dos años de condena tras intentar asesinarla. ¿Cómo se sintió al ver que salía tan pronto de la cárcel? Mi lucha comenzó sola, con mucho dolor y sufrimiento, pero al final mi mayor victoria fue saber que la conquista no fue solo mía, no fue personal. Fue una conquista para todas las mujeres de mi país, porque hoy podemos contar con una ley, que lleva mi nombre, y que vino a rescatar la dignidad de las brasileñas. Los años de prisión de mi agresor se volvieron insignificantes ante el resultado de mi lucha.

¿Cómo fue esa lucha para que su caso tuviera tanta repercusión nacional e internacional? Mi gran lucha por la justicia duró 19 años y seis meses, porque mi agresor fue juzgado y condenado dos veces, pero siempre salió libre debido a las apelaciones de los abogados defensores. Amargada por las derrotas y estimulada por el movimiento feminista, decidí escribir un libro basado en mi historia. Así, en 1994 lancé Sobrevivi... Posso Contar. Luego, en 1997, junto con las ONG que tenían asiento en la Organización de Estados Americanos, presenté una denuncia de mi caso al Comité Interamericano de Derechos Humanos. Durante cuatro años la OEA envió, anualmente, cartas a Brasil solicitando una posición y, al no recibir respuesta, en 2001 el Estado brasileño fue "responsabilizado por su omisión y negligencia en el tratamiento de los casos de violencia de género en el país". 

¿Qué le reclamó la OEA a Brasil? Entre las recomendaciones estaba la de detener inmediatamente a mi agresor, que fue arrestado justo seis meses antes de que prescribiera el delito, 19 años y seis meses después de haber atentado contra mi vida. Otra recomendación fue que Brasil necesitaba cambiar sus leyes, porque estaba conviviendo con la violencia de género, y así se empezó a formar el ambiente para la creación de la Ley Maria da Penha, que fue sancionada en 2007 y es considerada por la ONU como una de las tres leyes más avanzadas del mundo en materia de violencia de género. La primera es la de España. En respuesta a otra recomendación de la OEA, la ley recibió mi nombre.

Mi lucha comenzó sola, con mucho dolor, pero al final mi mayor victoria fue saber que la conquista no fue solo mía

¿Cuáles fueron los principales cambios introducidos por esa norma? En primer lugar, y para mí lo más importante, es cuando reconoce, en su artículo 6, que la violencia de género constituye una de las formas de violación de los derechos humanos. Antes de la Ley Maria da Penha era tratada como un delito de menor potencial ofensivo. Por lo tanto, no había ningún dispositivo legal para castigar, con mayor rigor, al hombre que ejercía esa violencia. Para tener una idea, antes la mujer que iba a una comisaría a denunciar a su agresor llevaba la citación para que este se presentara en la comisaría. Esto demuestra la negligencia y la falta de sensibilidad con la que se trató este problema.

¿Qué valoración hace de estos casi 15 años desde su aprobación? Considero que es la carta de libertad de la mujer brasileña y una de las principales innovaciones que aporta son las medidas de protección urgentes destinadas a acabar con la situación de violencia que sufre la mujer. También prevé la creación de los equipamientos necesarios para su eficacia: Comisaría de la Mujer, Casa de Acogida, Centro de Referencia de la Mujer y Juzgado de Violencia Doméstica y Familiar contra la Mujer. Estas políticas públicas son esenciales para que la ley sea una realidad. Las estadísticas muestran que en las ciudades donde hay equipos que cumplen con la ley, el número de denuncias ha aumentado, es decir, las mujeres se sienten más seguras y se animan a denunciar, pero en los viajes que hago por Brasil noto que solo las grandes ciudades tienen estos equipos. Creo que la falta de sensibilidad de los administradores públicos hacia esta causa es un gran obstáculo para la eficacia de la ley. Su correcta aplicación requiere voluntad política.

¿Qué significa para usted que se conozca por su nombre? Es un honor y una gran responsabilidad porque no me permito parar. Me siento cada vez más comprometida y me angustio mucho cuando ocurre un caso fatal por la lentitud de los poderes involucrados en su aplicación.

Sé que cambiar de vida no es fácil, pero hay que tener valor para ese cambio

¿Cómo es la situación de las mujeres en Brasil en este momento? Están cada vez más empoderadas, descubriendo sus derechos y yendo en busca de sus conquistas en todos los ámbitos. Todavía falta mucho para la igualdad de género, de salarios, de reconocimiento profesional y, principalmente, de protección para las mujeres, porque una mujer que sufre violencia de género no puede desarrollarse plenamente. La buena noticia es que tenemos el perfil de ir a la lucha en busca de nuestras conquistas y seguiremos yendo.

¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan? Son muchos, sobre todo en este contexto que estamos afrontando con el Covid-19, que trajo una serie de nuevas exigencias a la sociedad y que son sentidas de manera desproporcionada por hombres y mujeres. El impacto de la pandemia en las mujeres es extremadamente grande, teniendo en cuenta que ellas representan el 70% de los trabajadores del área de Salud, es decir, están en primera línea en la lucha contra el coronavirus. Las mujeres también son mayoría en los trabajos informales: el 92% de los trabajadores domésticos son mujeres. En Brasil, de cada diez hogares, cuatro están encabezados por mujeres. Además, al estar en casa a tiempo completo con sus agresores debido al aislamiento social, las mujeres se vuelven más vulnerables a la violencia de género. Con la mayor convivencia entre los miembros de la familia, también aumentan las tensiones, además del contexto de inseguridad generado por la crisis financiera.

¿Qué mensaje enviaría a las víctimas de violencia de género? ¿Cómo pueden salir de esa situación? Sé lo que es vivir con miedo en tu propia casa, el lugar donde se supone que vives seguro y apoyado. También sé que cambiar de vida no es fácil, conozco los miedos que afectan a todas las mujeres que pasan por esta situación, pero hay que tener valor para ese cambio. Busca a alguien de confianza, rompe el silencio, cuenta lo que estás pasando, pide ayuda, infórmate de los lugares donde puedes denunciar, incluso puedes recibir ayuda del Estado. Todos tenemos derecho a una vida digna, lejos del miedo y la opresión. ¡Denuncia! Recuerda que cuando la violencia termina, la vida comienza de nuevo.

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