Los errores fatales que han llevado a  Reino Unido a ser el país europeo con más muertos por coronavirus

  • Gran Bretaña superó esta semana la barrera de las 100.000 víctimas a causa de la pandemia.
El primer ministro británico, Boris Johnson, visita los laboratorios de Salud Pública de Inglaterra en Porton Down.
El primer ministro británico, Boris Johnson, visita los laboratorios de Salud Pública de Inglaterra en Porton Down.
GTRES
El primer ministro británico, Boris Johnson, visita los laboratorios de Salud Pública de Inglaterra en Porton Down.

Esta semana, Reino Unido ha superado la barrera de las 100.000 víctimas por coronavirus. Se ha convertido así en el primer país del continente europeo en cuanto a muertos por Covid-19. ¿Cuáles han sido los errores que han condenado a Gran Bretaña?

La BBC ha recogido en un reportaje cuáles son las claves por las que Reino Unido ha encabezado este triste ranking. Se trata de motivos que van desde las decisiones tomadas por el Ejecutivo de Boris Johnson a las peculiares características de la población británica.

Al principio de la pandemia, el Gobierno británico fue acusado de promover una estrategia de inmunidad de rebaño. A la vista de que no daba resultado, a finales de marzo se optó por un confinamiento estricto, pero este retraso provocó en torno a 20.000 muertes.

En mayo se relajaron las restricciones, y algunos expertos creen que fue demasiado pronto. El Gobierno quiso entonces enfrentarse a la pandemia con un exhaustivo trabajo de detección, pero este sistema también tardó en ponerse en marcha.

Además, en verano cayeron los contagios, lo que provocó una falsa sensación de seguridad que no hizo sino empeorar la situación. El propio Gobierno lanzó una campaña con descuentos para que los británicos volvieran a los bares y restaurantes, una decisión que según algunos analistas pudo ser fatal, porque seguían detectándose muchos casos.

A finales de agosto, 1.000 personas al día daban positivo. Apenas dos semanas después, a mediados de septiembre, esa cifra se había triplicado y después se quintuplicó, hasta los 15.000 positivos a mediados de octubre. Desde entonces, los positivos nunca han vuelto a estar por debajo de un promedio diario de 10.000 contagios.

Las autoridades se negaban a aplicar confinamientos breves, de 15 días, para frenar el ritmo de contagios, algo que de haberse producido en septiembre, según algunos expertos, habría mitigado la pandemia.

En otoño volvieron a ocuparse colegios y universidades y a florecer las enfermedades respiratorias propias de la época, y no fue hasta noviembre cuando el Gobierno decidió decretar otro confinamiento, que también llegó tarde a juicio de los expertos.

Pero además, en el sudeste de Inglaterra surgió una nueva mutación del virus, más contagiosa, que lo complicó todo aún más.

Pese a que en diciembre algunas voces pedían otro confinamiento, el Gobierno británico siguió adelante en sus planes por relajar las restricciones de cara a la campaña navideña.

Pasadas las Navidades, este confinamiento se hizo inevitable debido al importante aumento de los contagios y los casos, y a la saturación de los hospitales.

Pero no todo fue culpa del Gobierno. Tal y como recoge la BBC, Reino Unido y Londres en concreto es un centro de atracción internacional y prueba de ello es que a finales de marzo, el virus se había introducido 1.300 veces diferentes en el país.

Otros factores como la altísima densidad de población de Gran Bretaña, la gran interconexión que existe entre las ciudades y la creciente población anciana han sido claves para que los datos sean negativos. Otros expertos apuntan a que la obesidad de la población, muy alta en el país, ha contribuido también al aumento de las muertes.

Otro dato es el de la desigualdad. Según la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido, las tasas de mortalidad son el doble de altas en áreas desfavorecidas comparadas con áreas ricas.

"Llevará años descifrar por qué le ha ido tan mal a Reino Unido con la covid", dijo a la BBC el experto de enfermedades infecciosas del University College de Londres, Neil Stone. "Pero el no haber aprendido de la primera ola va a ser destacado", sentencia.

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