De la infanta Elena a Zara Phillips: las 'royalties' que han sufrido lo mismo que Meghan Markle

La infanta Elena, en 2018.
La infanta Elena, en 2018.
KLA / GTRES
La infanta Elena, en 2018.

Fue un mazazo emocional. O al menos eso es lo que se desprende de sus palabras: "Después de cambiarle el pañal, sentí un fuerte calambre. Me senté en el suelo con él [Archie] aún en mis brazos, tarareando una nana para mantenernos a los dos tranquilos; la alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo ya no iba bien. Sabía, mientras abrazaba a mi primogénito, que estaba perdiendo al segundo". Pero lo cierto es Meghan Markle no es la primera royaltie que sufre un aborto.

De hecho, tal y como recoge un reportaje de Vanitatis, no es siquiera la primera mujer de la monarquía británica (aunque quizá después del Sussexit no sea del todo lícito decir esto) en perder a un hijo durante la gestación. Los casos más recientes que se conocen son los de Zara Phillips y Mike Tindall por un lado y, por el otro, Sofía de Wessex y el príncipe Eduardo.

Phillips y Tindall, para empezar, no solo supieron lo que significa un aborto una vez, sino hasta en dos ocasiones en las que intentaron tener un segundo hijo después de su primogénita, Mia. La hija de la princesa Ana (y por tanto nieta de la reina Isabel II) solo se atrevió a hablar una vez nació Lena el 18 de junio de 2018.

Tras la llegada de la segunda hija, Zara contó que "lo más duro" de la situación que vivieron ella y su marido fue que, además, "todo el mundo lo sabía". "Normalmente, cuando ocurre una desgracia como esta, lo hablas con tu familia y con tus amigos, pero en este caso todo el mundo estaba al corriente", explicó aquel mismo julio.

Asimismo, quiso explicar en aquella entrevista con The Sunday Times, que en su caso (como en el de la actual esposa del príncipe Harry) también su esposo estaba igual de dolido: "Es muy distinto para nosotras porque al bebé lo llevamos dentro, pero para ellos sospecho que ha de ser una sensación de impotencia horrible. Al fin y al cabo, ellos también pierden a un hijo". Estas experiencias, añadió, han creado un matrimonio "más maduro" y una familia "más fuerte", dado que "el tiempo siempre sana las heridas".

Diferente fue el aborto que tuvieron que vivir Sofía de Wessex y el príncipe Eduardo. El hijo de Isabel II supo lo que era en 2001, cuando la condesa comenzó a encontrarse mal en una tranquila jornada en su casa de Bagshot Park, muy cerca de Windsor.

Un helicóptero sanitario trasladó a Sofía de urgencia al hospital, donde los doctores descubrieron que sufría un embarazo ectópico (aquel en el que el feto se desarrolla fuera del útero). La operación de emergencia se le realizó de forma inmediata y hasta se llegó a temer por su vida.

La noticia sorprendió a todo el mundo, incluida su propia familia, ya que ni siquiera en Buckingham Palace tenían constancia del estado de Sofía, que estaba de seis semanas. Tras aquello, sin embargo, en 2003 dio a luz a su hija Louise y, cuatro años más tarde, a James.

También en la casa real española hubo un sonado caso. Fue en junio de 2003 y hoy podríamos estar hablando de él o ella como de Froilán o Victoria Federica. La infanta Elena, poco después de que su padre, el por entonces rey Juan Carlos I, anunciara su embarazo, perdía a quien hubiera sido su tercer hijo con Jaime de Marichalar.

El comunicado rezaba: "En la mañana de hoy y al hacerse la infanta Elena una revisión rutinaria en la clínica Ruber internacional, tras su llegada de Nueva York, su ginecólogo habitual, el doctor Emilio Esteban, se ha dado cuenta de que llevaba una gestación de catorce semanas que se ha interrumpido por un aborto retenido".

En 2016, el mal trago de dar a conocer un episodio de estas duras características le tocó darlo a la familia real escandinava: Sonia de Noruega había sufrido un aborto cuando tenía 28 años (para hacerse una idea del tiempo que había pasado basta decir que la actual reina consorte y esposa del rey Harald V tiene 83 años).

"Fue horrible. Terrible y horrible. Recuerdo cada rostro extraño que se me acercó mientras me llevaban al hospital", narró en un documental emitido en la televisión nacional sobre este episodio, ocurrido en 1970, cuando aún no había tenido ningún hijo y viajaba en un yate.

"Me bajaron en una camilla por un lado del barco", explicó sobre lo que ocurrió tras sus fuertes dolores y sangrados con la voz calmada por el tiempo transcurrido, "y me llevaron hasta el hospital de Fredrikstad, pero mi marido no pudo entrar a la sala de maternidad, así que estaba completamente sola". Un año después nacía la princesa Marta Luisa. Dos años más tarde, el heredero, el príncipe Haakon.

Quizá el más reciente del que se tiene constancia antes del de la duquesa de Sussex es el de Tessy de Luxemburgo, quien fuese esposa del príncipe Louis hasta enero de 2017 y con quien tuvo dos hijos, Gabriel y Noah, de 14 y 13 años respectivamente.

"Para mí, el divorcio fue una de las situaciones más difíciles que he tenido que pasar. Atravesé los mismos sentimientos y las mismas emociones que cuando sufrí el aborto de mi tercer hijo. He llorado durante varios años por estas dos situaciones. Pero finalmente he sacado fuerzas por los dos que tengo sanos y felices, que son mi mundo", resaltó.

Sin embargo, si hubo un matrimonio que realmente lo pasó mal por este motivo fue el de Balduino y Fabiola de Bélgica. El rey flamenco y la aristócrata española siempre quisieron descendencia, pero nunca vieron cumplido su sueño debido a cinco abortos, que finalmente hicieron que fuera Alberto, el hermano menor de Balduino, quien ascendiera al trono.

La propia madrileña fue quien lo explicó en 2008, seis años antes de fallecer: "He tenido cinco abortos, pero eso no me ha convertido en una persona resentida. Al contrario, he aprendido de esas experiencias. Durante cada uno de los embarazos tuve problemas pero al final la vida es bella".

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