Entrevista | Fernando Jáuregui: "Estamos al borde de ser un Estado fallido"

  • Explica en su libro ‘La ruptura’ los cambios que ha sufrido España en los últimos años tanto a nivel político como social.
El periodista Fernando Jáuregui, autor de "Los abogados que cambiaron España".
El periodista Fernando Jáuregui.
Jorge París
El periodista Fernando Jáuregui, autor de "Los abogados que cambiaron España".

EE UU, se jubiló a mediados de los 90, una joven promesa le hizo una entrevista (a él, que había hecho miles durante 60 años) y le preguntó si votaba a los republicanos o a los demócratas. Cronkite sonrió y dijo: "Si usted no lo sabe, es que lo he hecho bien". Con Fernando Jáuregui (Santander, 1950) ocurre algo parecido. Es uno de los periodistas esenciales desde la Transición hasta hoy, ha trabajado en decenas de medios y ha vivido de todo, pero nadie se atrevería a decir, con conocimiento de causa, si es de derechas o de izquierdas. Es un librepensador puro. Y acaba de publicar un libro de memorias que se titula La ruptura (ed. Almuzara). Ahí cuenta su vida como periodista, sí, pero sobre todo analiza nuestra realidad actual con una crudeza que pone los pelos de punta.

Le ha salido un libro terriblemente amargo. Lo sé. Qué le vamos a hacer. La realidad no me permite otra cosa.

¿Por qué cuando un periodista escribe sus memorias siempre parece que es un ajuste de cuentas? Pues porque suele serlo… Todo libro se escribe contra alguien, incluyendo las novelas. Alguna vendetta hay en este, claro que las hay. He conocido a personas que han maltratado tanto la libertad y la transparencia que merecen salir en los papeles. Son los recuerdos de mi vida y he puesto tanto los buenos como los malos.

Relata muchos dolores, pero hay uno muy agudo que parece casi personal: el del rey Juan Carlos. Lo que ahora sabemos todos. Bueno, estas cosas se sabían a mediados de los 90. O algunos las sabíamos. Y nos callamos. Sabino Fernández Campo [jefe de la Casa del Rey hasta 1993] nos contaba muchas cosas… ahora entiendo que para que las publicásemos, a ver si así parábamos un poco la que este hombre estaba liando. Porque aquello iba a más, el rey se sentía inmune e impune. Pero no lo hicimos. Algunos publicaron algo, poco, porque no era nada fácil. Pero él contó con la complicidad de la mayor parte de los periodistas. Y de los presidentes del gobierno, uno tras otro, que se callaban, miraban para otro lado. Y entre silencios y complicidades y guiños, pues mira lo que tenemos.

¿Qué tenemos? Pues un barrizal, que viene de aquellos polvos de entonces y de después. Ahora vivimos sobre arenas movedizas. Yo estaba convencido de que aquello acabaría saliendo, porque en España todo sale. Pero no con esta virulencia y estos resultados tan tremendos. La salida de España del rey emérito es una de las catástrofes peor organizadas que yo he visto en 50 años. La solución de mandarlo fuera, y nada menos que al golfo Pérsico, me parece un auténtico dislate.

Usted dice de sí mismo, en el libro, que se considera monárquico. ¿Cree que sobrevivirá la institución a esto? A mí me gustaría decir que sí, que la princesa Leonor reinará, pero es que no puedo porque no lo sé. Hay demasiadas dudas. Felipe VI es un buen rey, uno de los mejores que ha habido, aunque está muy mal asesorado. Debería hablar, debería contarnos lo que sucede, y no lo hace. Y no hacer nada es lo peor que nos puede pasar. Hay que arriesgarse. Él ha dicho alguna vez que su puesto de trabajo tiene que ganárselo cada día. Pues es la hora.

¿Todo esto lo ha desquiciado la pandemia, como apunta en el libro? La pandemia ha precipitado cosas que ya se estaban cayendo. Hablo de la Constitución, de la separación de poderes, de la monarquía, de Cataluña… El deterioro está siendo enorme en montones de asuntos, y eso lo vamos a pagar. Y lo vamos a pagar ya. Entre la crisis sanitaria y una crisis económica como ninguno de nosotros ha conocido, nos espera un otoño espeluznante. Se ha roto el sistema político de siempre, el del bipartidismo imperfecto, con este gobierno de coalición en el que no todo es armonía ni mucho menos. Parte del gobierno quiere cargarse la forma de Estado. Hay ocho millones de españoles en situación o en riesgo de exclusión social, de pobreza.

Nadie, y desde luego tampoco el legislador, podía imaginar que la deriva secesionista iba a llegar a esta locura, y resulta que España no tiene una legislación clara que defienda al Estado. Estamos al borde mismo de convertirnos en un Estado fallido. Y la única solución depende de dos personas, Pedro Sánchez y Pablo Casado, que tienen que entenderse. Como sea. Esto no aguantará mucho más si no se entienden. O los líderes mayoritarios se olvidan del interés de sus partidos y se ponen a trabajar por el bien de la nación, cosa que los demás líderes no hacen, o estamos perdidos.

¿Hay razones para el optimismo? Sí, una muy sencilla: hemos caído a tal profundidad que no nos queda más remedio que salir hacia arriba. No se me ocurre ninguna más.

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