Adiós al bronceado de balcón: las claves para lucir moreno este verano

Hidratar la piel después de tomar el sol es fundamental para prolongar el bronceado.
    
  
Hidratar la piel después de tomar el sol es fundamental para prolongar el bronceado.

Sí, es cierto que da cierta (o bastante) alegría volver de vacaciones y contestar alegremente a tu vecino/hermano/amigo que sí, que un poco de color sí que has cogido. Hace tiempo que el bronceado oscuro pasó de moda, pero es difícil resistirse a subir un poco el tono de piel.

Como para todo, existe un termino medio: la exposición solar resulta necesaria porque carga al organismo de vitamina D, la cual juega un papel clave en la absorción intestinal del calcio y el desarrollo y cuidado de los huesos, además de repercutir de manera positiva en el sistema cardiovascular o el sistema inmune; pero un exceso de exposición está detrás del envejecimiento cutáneo prematuro, manchas y melanomas y cáncer de piel (la exposición al sol sin protección puede ser la causa de hasta el 80% de los casos).

Ahora que parece que quedan atrás las jornadas maratonianas de los más afortunados que, poseedores de jardín, terraza o ático, pudieron aprovechar los primeros rayos primaverales, es momento de que todos aquellos que van a poder disfrutar de sesiones de sol vacacional preparen la piel para que esta no sufra más de lo necesario.

Un ritual para la piel

1. Exfoliación. Limpiar la piel de células muertas, granitos y puntos negros no solo debería ser un ritual previo a las vacaciones, sino un habitual en nuestra rutina de baño. Cuando exfoliamos la piel esta queda más permeable y lista para absorber mejor los principios activos de una crema y ahora, en verano, los rayos de sol.

2. Hidratación. Tan importante como mantener la piel limpia es mantenerla hidratada, pues cuanto más sana esté, mejor se lucirá el bronceado. Si la piel está seca y áspera es más probable que, aun con protección solar, aparezcan manchas por el sol y se descame la piel.

3. Protección. He aquí los eternos debates del verano: ¿mejor en crema o en spray? ¿qué factor de protección (FPS) necesito? ¿qué tipo de filtros existen? Aunque cada piel tiene sus particularidades – farmaceúticos y dermatólogos son quienes mejor pueden asesorar sobre este tipo de productos-, la recomendación general es que la crema sea de un FPS de entre 25 y 30, aplicándolo cada dos horas de exposición; que proteja de la radiación UVB y UVA; y que su filtro solar sea físico (que no se absorba por la piel, sino que actúe reflejando la luz ultravioleta). Y para los olvidadizos: las cremas deben renovarse cada año, pues transcurridos varios meses pierden su capacidad de protección.

4. Prolongar el bronceado. No, al ‘after-sun’ no solo hay que recurrir cuando uno se olvida de la crema y llega a casa siete tonos más rojo de lo habitual. Este tipo de productos son un chute de hidratación para la piel después del impacto que supone estar tanto tiempo expuesto al sol, que además suelen incluir principios activos que ayudan a que la piel luzca dorada durante más tiempo. Otra opción es tirar de dieta: alimentos ricos en vitamina C y betacarotenos -o más sencillo, la gran mayoría de frutas y verduras de color rojo o naranja, como fresas, frambuesas o zanahorias- son grandes protectores de la piel y alargan el bronceado, además de reducir el efecto dañino de los rayos de sol.

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