Jacinda Ardern, la primera ministra alabada en todo el mundo por su gestión contra el coronavirus

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, el 16 de diciembre de 2019, durante un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la erupción del volcán Whakaari.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.
HAGEN HOPKINS / EFE
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, el 16 de diciembre de 2019, durante un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la erupción del volcán Whakaari.

Su nombre se ha convertido en uno de los referentes en la lucha mundial contra el coronavirus. La primera ministra Jacinda Ardern ha dado una lección, junto a su gabinete, de actuación para contener la pandemia en el país que dirige, Nueva Zelanda.

Todavía queda batalla por librar, pero si hay un país que ha sabido reaccionar a tiempo, ese ha sido el liderado por Ardern, que en un mes de alerta máxima en la nación ha logrado decir que en Nueva Zelanda "no hay transmisión comunitaria generalizada no detectada". Todo gracias a medidas muy estrictas, algunos dicen que las más estrictas del mundo.

De esta manera, algunas actividades comerciales han podido reanudarse tras apenas 30 días y es que la cifra de neozelandeses contagiados se situaba ya en algunos días de finales de abril en cifras de un dígito e, incluso, en cero como ocurrió el 23 de abril, informa la BBC.

Para lograr este éxitoso resultado, Nueva Zelanda siguió la evolución de la Covid-19 desde el minuto 1. El primer caso lo registraron el 28 de febrero y se elevo a seis... el 14 de marzo. ¿Cómo avanzó tan lentamente el virus allí?

Ardern puso un plan de actuación durísimo en marcha desde ese primer caso detectado. Estableció las restricciones fronterizas más amplias y duras de cualquier país del mundo y obligó a ponerse en cuarentena de 14 días a todo viajero que llegara al país, fuese nacional o extranjero. También vetó los cruceros y fue sumando más prohibiciones incluso a costa de ser difíciles en una nación que tiene importantes ingresos del turismo.

Tras esto, y aún con pocos casos, endureció más las medidas y cerró por completo las fronteras el 19 de marzo. Tras esto llegaría su sistema de alertas de cuatro niveles.

El 23 de marzo ese sistema de alertas se situó en fase 3 cuando los contagios alcanzaron los 100 casos (en un mes) y las muertes seguían sin producirse. "Solo tenemos 102 casos, pero también Italia los tuvo una vez. Vamos a ir duro", dijo entonces. El nivel 4 llegaría  solo 48 horas después, con el confinamiento total de 30 días de los 4,8 millones de habitantes del país. Las medidas, muy similares a las adoptadas en España, se habían tomado con apenas un centenar de contagios y con cero muertes.

A finales de marzo llegaron los peores días, con decenas de nuevos contagios y la primera muerte el 29 de marzo, pero ya el 3 de abril la cifra empezó a descender hasta el punto de llegar a cero contagios el 23 de ese mes.

La clave de este éxito la explicó el director general de Salud, Ashley Bloomfield, que apuntó que si bien no significaba que no fuese a haber más contagios, esta estrategia había logrado el objetivo: saber de dónde venían cada uno de ellos y actuar ahí.

'Burbujas sociales' contra el cansancio por el confinamiento

Para mitigar el cansanción por el confinamiento, Ardern y su equipo idearon relajar las medidas con lo que llamaron "burbujas sociales", que consistían en permitir a las personas realizar actividades fuera de casa solo con un reducido grupo de gente: personas que viviesen en su hogar, familiares y allegados más próximos.

Ver a unos pocos amigos y familiares más allá de los que viven en casa se ha convertido en la estrategia más aplaudida por otros países, que han comenzado a implementarla para relajar las restricciones.

El siguiente paso, el que se producirá estos días, es extender esa burbujas, pero siempre dentro de su municipio y en núcleos de personas perfectamente definidos para seguir detectando focos rápidamente. A ello se ha sumado la absoluta colaboración de la ciudadanía, que apenas ha incumplido las normas. Uno de los pocos en saltarse las normas fue, curiosamente, el ministro de Sanidad, David Clark, que rápidamente fue cesado de su puesto.

Ardern no para de recibir elogios por esta gestión. Desde fuera del país, pero también por sus conciudadanos, con quienes ha mantenido un contacto permanente atendiendo sus necesidades, y por parte de la oposición, con la que ha trabajado de forma estrecha, incluyendo en el comité de respuesta a la pandemia a miembros de todas las facciones de la vida pública del país.

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