División en los presos de ETA: unos piden más bombas y otros reconocen la derrota

  • El grupo de los descontentos con la estrategia de ETA está formado por presos históricos, condenados a penas altísimas.
  • Otros abogan por grandes atentados, incluso en Madrid en hora punta.
Los presos terroristas de ETA están divididos.
Los presos terroristas de ETA están divididos.
Los presos terroristas de ETA están divididos.
Los presos de ETA están desmotivados, desmovilizados y, ahora más que nunca, divididos. Importantes e históricos reclusos han empezado a hacer público su descontento con la estrategia de ETA, admiten la
«derrota militar» y piden una nueva negociación con el Gobierno. Otros, en cambio, piden
atentados mucho más duros, incluso en Madrid.

Los dos grupos empiezan a estar diferenciados. El primero de ellos lo componen etarras condenados a penas altísimas, hastiados después de tantos años en prisión, que han visto cómo el horizonte de una cercana libertad quedó dinamitado por la ruptura de la tregua. En el otro, los terroristas de nueva generación, que llevan poco entre rejas y todavía creen en la doctrina y la ortodoxia etarra.

Los últimos en pronunciarse han sido Luis Urrusolo Sistiaga, Langile, y Carmen Guisasola, Lourdes, que en una carta publicada en Gara el martes pedían a la banda «una solución negociadora al conflicto vasco».

Cárceles andaluzas

El debate interno entre los presos de ETA ha empezado en las cárceles andaluzas, las más alejadas del País Vasco. Allí, varios etarras han firmado un documento en el que critican la lucha armada, no por razones éticas, es decir, un arrepentimiento público por los atentados, sino porque reconocen la «derrota militar» de la banda y piden nuevas soluciones.

Entre los firmantes, además de Urrusolo Sistiaga, están Santi Potros, Antonio Troitiño (matanza de Hipercor) y José María Arregi Fiti, ex jefe de la banda.

ETA corta de raíz las rebeliones expulsando a los disconformes
En el otro bando está un grupo de etarras que abogan por la
continuidad del terror hasta que el Gobierno de turno se siente «en la enésima mesa de imposición». También proponen que la lucha «sea más dinámica», además de solicitar más
atentados en Madrid en las horas punta. Son textos interceptados cuando ETA solicitó en diciembre de 2007 la opinión de sus presos.

De todas formas, el miedo a alzar voces discordantes está muy presente, ya que el precio es alto. «ETA corta de raíz las rebeliones expulsando a los disconformes. Lo que supone que ellos y sus familias son aislados social y económicamente. No reciben dinero ni tienen abogados a su disposición», explican fuentes antiterroristas.

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